Por Correo del Alba
El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, parece uno de esos boxeadores que recibe golpe tras golpe, sin embargo, por ello no deja de ser un contrincante peligroso, aunque esté contra las cuerdas. Desde la Unión Europea (UE) recientemente recibió un doble golpe, pero que no es el definitivo para derribarlo completamente. Por una parte, el Alto Representante de la UE para la política exterior, Josep Borrell, condenó el abuso de poder que llevó al asesinato de George Floyd, señalando encontrarse “horrorizado” y expresando su convicción de que “hay que luchar contra este tipo de situaciones en Estados Unidos y en todo el mundo”. Igualmente atacó a Trump por la propuesta de restructuración del G7, afirmando que la participación de Rusia en el entonces llamado G8 había sido suspendida por claras y oportunas razones; la reintegración de Moscú solo puede ocurrir cuando se cumplan las condiciones, lo cual aún no ha sucedido. Evidenciado con ello que la prerrogativa de la presidencia del G7, en manos de los Estados Unidos, es emitir invitaciones para sus intereses particulares.
Desde Alemania le llegó otro derechazo a Trump, cuando el ministro de Relaciones Exteriores, Heiko Maas, dijo que «la protesta pacífica que estamos presenciando en los Estados Unidos es comprensible y más que legítima. Nuestros pensamientos están con los amigos y la familia de Floyd, quien perdió su vida de una manera realmente terrible y absurda, o debería decirse que le quitaron la vida”.
Relaciones controversiales
Donald Trump y la UE nunca han tenido una relación muy positiva, de hecho aquel no ha mostrado una posición positiva hacia la Unión, así como Bruselas tampoco ha expresado algún «afecto» hacia el jefe de la Casa Blanca. Demasiados puntos de divergencia, tanto ideológica como estratégicamente: Brexit, superávit comercial alemán, diferencias en cuanto a la inmigración y la absoluta incapacidad del presidente estadounidense de mostrar respeto por la institucionalidad de la Comunidad Europea delinean el cuadro sus relaciones. Trump no ha exhibido ninguna intención de mantener viva la UE, como lo hicieron sus predecesores en Washington, pero en la conyuntura por la que atraviesan los Estados Unidos , la decisión de Bruselas ha sido dejarlo solo, no sin antes asestarle sus respectivos golpes. Todavía hay que esperar hasta las elecciones presidenciales de noviembre, en que posiblemente Trump reciba el nocaut que lo saque definitivamente del juego político.