Por Correo del Alba
Miles de personas asistieron hoy al inicio de los servicios fúnebres en honor a George Floyd, cuya ceremonia religiosa estuvo a cargo del reverendo Al Sharpton, conocido líder en la lucha por los Derechos Humanos. Los rostros de los asistentes expresaban el dolor, rabia e impotencia que se han manifestado en las jornadas de protestas que han puesto en llamas a los Estados Unidos por el asesinato de este afroamericano en manos de un policía de raza blanca. Este hecho ha sido considerado por la opinión pública mundial como un crimen racial. Uno de los abogados de la familia Floyd , Benjamin Crump, durante la conmemoración habló de la trágica muerte del ciudadano: «No fue el coronavirus lo que mató a George Floyd, sino la pandemia del racismo y la discriminación. Lo que vimos en ese video es inhumano, no cooperen con el mal, no cooperen con la injusticia, protesten contra ella, todos merecemos algo mejor».
En un análisis de los hechos, el profesor Raul Llarull del Instituto Shafik Hándal de El Salvador, señala que “en el asesinato de George Floyd se resumen la mayor parte de las categorías del Sistema de Dominación Múltiple, es decir la explotación económica y exclusión social, la opresión política, la discriminación identitaria racial-étnica y la enajenación mediático-cultural. Es un hecho que debe ser visto como un gran y complejo entramado donde todas las formas de dominación se entrecruzan producto de un sistema hegemónico que se ha fortalecido en la sociedad nortemericana actual”. Este es un modelo de colectividad que los Estados Unidos han tratado de exportar a otras naciones, propiciando la violencia, en lo que aparenta ser el avance de un sistema de dominación imperialista que trata de imponerse en los pueblos a través de una forma asfixia generalizada, negándoles la posibilidad de autodeterminación y soberanía. No por causalidad una de las últimas frases pronunciadas por Floyd en la agonía fue “no puedo respirar”, devenida en lema escrito en las mascarillas de miles de personas presenten en el funeral.
Una de las escenas más impactantes del oficio fue ver bañado en lágrimas al alcalde de la ciudad de Minneapolis, mientras se ponía de rodillas ante el féretro. Allí se esconde la metáfora de esta absurda e injusta muerte, hecho que marca un hito histórico pues son siglos de dominación, vejámenes, explotación, de estar arrodillados, y quizás lo que estamos presenciando es el levantamiento de millones ante tanta opresión y el que se esté acercando la hora de los pueblos.