Black Power

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Por Jorge Guerrero Veloz

Los acometimientos ocasionados por la brutalidad policial, implementada por el sistema racista, terrorista, criminal y judicial de los Estados Unidos de AmeriKKK y el asesinato del afroamericano George Floyd, cuando se encontraba bajo custodia de unos policías de la ciudad de Minneapolis, ha traído como respuesta una serie de protestas y repudio en 20 de las ciudades más importantes de ese país.

Será la hora de “A change is gonna come» (un cambio tiene que venir), como lo popularizó Sam Cooke en los 60. Canción que casi fue el himno de las luchas por los derechos civiles de las y los afroamericanos, en que él fue también un militante activo además de cantante, empresario y compositor. O también puede estar sucediendo lo que predijo Malcom X: “Chickens Coming Home to roots“ sarcásticamente respecto a la serie de invasiones estadounidenses y apoyo a golpes de Estados en otros países; financiamientos a las llamadas primaveras verdes y a los grupos terroristas y mercenarios alrededor del mundo, para derrocar gobiernos democráticos incómodos a sus mandatos. Para entender estos hechos estamos obligados hacer un poco de historia. De dónde vienen estos problemas del racismo, odio y las desigualdades sociales, políticas, económicas, culturales y espirituales que ahora el mundo descubre tras el asesinato de Floyd.

Las causas son la trata, el colonialismo y la esclavitud y los que ellos llaman los padres fundadores de esa nación, quienes nos han excluidos porque eran esclavistas. Tanto así que la Constitución fue diseñada a imagen y semejanza a los blancos esclavistas y para los propietarios de haciendas y plantaciones. La misma le garantizaba derechos y privilegios exclusivos solo para ese sector pudiente de la sociedad.

Y para blindar y asegurarse que ese sistema continuara, se inventaron, como lo escribí las leyes de Jim Crow, legislaciones estatales y locales en los Estados Unidos, promulgadas por las legislaturas estatales blancas que, en aquel momento, eran dominadas por los demócratas después del período de reconstrucción entre 1876 y 1965. Estas leyes propugnaban la segregación racial en todas las instalaciones públicas, por mandato de iure, bajo el lema «separados pero iguales» y se aplicaban a los afroamericanos  y a otros grupos étnicos no blancos, en los referidos estados de los Estados Unidos. Esta fue la licencia que necesitaban  para la creación del Ku Klux Klan, unos  de los grupos más sanguinarios y terroristas de la historia del país. Debemos recordar imágenes, hechos e historias de los linchamientos, los ahorcados, las quemas de las casas, viviendas, entre otros.

Aquellas acciones fueron  ejecutadas cobardemente por estos  grupos racistas y fascistas que de manera muy valiente ocultaban sus rostros con máscaras y trajes con las imágenes de la cruz. Todos estos repudiables hechos que fueron tipificados como crímenes de lesa humanidad por las Naciones Unidas han sido llevados al cine, existen muchos documentales y películas testimoniales de los sucesos en esa sociedad enferma desde su creación como Estado-nación.

Muy a pesar de los grandes esfuerzos hechos por Frederik Douglass (abolicionista), WB Du Bois (panafricanista) y Marcus Garvey (rastafarismo y nacionalismo) que entre sus diferencias de enfoques y visiones lucharon los derechos sociales y políticos de los afroamericanos, nadie puede olvidar cómo el gobierno de los Estados Unidos creo Liberia en África, producto de la migración forzada de afroamericanos a quienes se les impuso esa tierra como destino. Por esa razones, entre otras, la comunidad afroestadunidense tuvo que manejarse o vivir en el paralelismo, es decir, crearon sus propias escuelas primarias, secundarias, universidades, iglesias, empresas, organizaciones deportivas por disciplinas, sellos disqueros para grabar su música. Porque el racismo y la segregación existen fundamentadas en una supuesta superioridad racial única y exclusiva para los blanco anglosajones.

A esa historia de racismo, opresión y muertes, se le suma entre muchas la masacre racial de Tulsa en Oklahoma, en el distrito de Greenwood, el 31 de mayo 1921, cuando los grupos blancos anglosajones racistas atacaron a la población afroamericana, por no soportar la prosperidad que tenían en sus negocios. En ese sentido, hasta la época de finales de los 60 y 70 se mantenían restaurantes, baños, escuelas y otros espacios públicos donde no podían entrar los afroamericanos, con sus respectivos avisos y carteles  en las entradas y puertas.

Quién no recuerda a Rosa Parks, la mujer afroamericana que sentó y luego se negó a levantarse del asiento del autobús, para dárselo a un blanco. Acto que le costó salir esposada y llevada a la cárcel, además de ser expuesta al escarnio público por ese mismo racista, criminal y terrorista sistema de justicia el cual condenamos y cuestionamos hoy.

Para nosotros Rosa Parks fue y es  el símbolo  de dignidad de la mujer afroamericana, la cual “se sentó en el autobús para que nosotros nos mantuviéramos de pie”. La injustica para los afroamericanos  ha sido una constante en esa nación. Revisemos la época de los derechos civiles  y sus luchas lideradas circunstancialmente por el Dr. Martin Luther King Jr. Lo nombro a él porque fue la cara visible de ese movimiento que tuvo otros líderes muy importantes, entre ellos Medgar Evers, asesinado en 1963 en la puerta de su casa, en Jackson, Mississippi, por un racista, miembro del Consejo de Ciudadanos Blancos, fachada del Ku Klux Klan. Años después ese mismo sistema se encargó de vigilar, perseguir, espiar y asesinar tanto Luther  King como a Malcom X y a otros líderes de ese movimiento. Muy a pesar de haber firmado la ley por los derechos civiles, después de la marcha del millón de hombres y mujeres, la cual sacudió las estructuras del sistema imperial y capitalista de los Estados Unidos por la diversidad de personas involucradas de diferentes etnias, visiones políticas e ideológicas. Se consideró una amenaza, aunque el Dr. King era partidario de la no violencia. Dicha firma fue un freno a las aspiraciones reales de las y los afroamericanos, porque eso no cambió las prácticas racistas ni las injusticias padecidas históricamente. Malcom X era contrario al planteamiento de la no violencia y proponía que si los atacaban había que responder a esos actos. Por otro lado, este internacionalizó la lucha de los afroamericanos buscando la solidaridad y llevándola al campo de los Derechos Humanos, para que el mundo se enterara de la violación sistemática de los derechos que sufrían en los Estados Unidos los afroamericanos.

Luego fue fundado el Black Caucus, en enero de 1969, como un Comité Selecto Democrático, por un grupo de miembros afroamericanos de la Cámara de Representantes. Dizque para tener vocería en esa institución legislativa, pero se convirtieron en burócratas que, por cierto, hasta ahora no se han pronunciado sobre el asesinato de Floyd.

Con estos antecedentes salen a la palestra pública las Panteras Negras de Autodefensa, organización política, revolucionaria, socialista y cultural, que insurge por los 60, a quienes una década después el FBI los declaró: “La mayor amenaza interna para la seguridad de ese país”. Las Panteras Negras, bajo el lema: «Black Power«, canalizaron las esperanzas de la comunidad afroamericana por la toma del poder político desde la conciencia y los derechos como ciudadanos. Poco se dice que ellos tenían un proyecto político, líneas programáticas sociales y políticas, planteando desde su visión el socialismo. La línea de la autodefensa fue el resultado de la experiencia de la firma de los derechos civiles que no resolvió los problemas. Después vino la criminalización del movimiento político de autodefensas, porque el Black Power estaba moviendo los cimientos de ese viejo y decadente sistema colonial e imperial y se convertía en una esperanza política social para la comunidad afroamericana.

Déjenme  señalar otro hecho reciente, no olvidemos lo que pasó en New Orleans con el Huracán Katrina, cómo «Mister Danger», George W. Bush, permitió que murieran muchos afroamericanos por no  prestarle  la ayuda y asistencia inmediata a la población. Otra prueba más del racismo e injusticia contra esa población.    

Para ir finalizando estos importantes sucesos históricos que nos permiten entender la tragedia por la cual ha atravesado la población afroamericana, no podemos dejar pasar lo que Chucho García en su momento llamo la “Obamamanía”. Barack Obama gobernó durante ocho años Estados Unidos y nos lo presentaron como el Salvador, que por su color de piel era una demostración de un cambio en la política social de esa nación, aunque al final se convirtió en el mayordomo de la Casa Blanca. Obama políticamente no es un afroamericano ni mucho menos un afrodescendiente, lo explico: la conceptualización política y social del término afrodescendientes aplica solo para los hijos del proceso de la trata, el colonialismo y la esclavitud, como lo estableció las Naciones Unidas en la Tercera Conferencia Mundial Contra el Racismo la Discriminación Racial, la Xenofobia e Intolerancia y sus Formas Conexas, realizada en Durban, Sudáfrica, en 2001. En consecuencia, Obama no es producto de ese proceso tan doloroso porque él, a pesar de que su padre es de Kenia, no fue parte de la trata; y su madre es una mujer blanca estadounidense; y él mismo nació en Honolulú. No quiero decir que no haya sufrido de racismo, solo aclaro que nos es parte de la diáspora africana que históricamente ha venido sufriendo las injusticias en las Américas y el Caribe.

En fin, lo que ocurre hoy en los Estados Unidos de AmeriKKK no es nuevo, sino que es el resultado de más 300 años de injusticias que comenzaron en África y de un sistema criminal capitalista e imperial que no se pude seguir ocultando. Como tampoco que muchos racistas agazapados, que nunca les importaron esas prácticas y actitudes, ahora de repente, para no quedar en evidencia, descubrieron que el racismo existe. En ese sentido, el gobierno de Trump, de las supremacías blancas y racistas, ataca los efectos y no las causas. No solo es George Floyd, son y fueron muchos afroamericanos que a través de la historia “no han podido y no pueden respirar” en las calles de ese país, o que han sido asesinados por manos de la brutalidad racial policial del sistema terrorista, criminal de justicia que tiene a esa nación asfixiada. Por los hechos que vemos por la prensa, los canales de televisión y las redes sociales, donde la grandes movilizaciones de condena, repudio y rechazo a los asesinatos por racismo y odio racial, creemos que la fuerza espiritual de las Panteras Negras volvió para acompañar las luchas de la comunidad afroamericana en este momento histórico. No sabemos  si es el momento del Black Power para tomar el poder político y realizar las grandes trasformaciones sociales y política por la justicia social. 

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Jorge Guerrero Veloz Investigador militante del Movimiento Afrovenezolano y diplomático

          

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