Por Yoselina Guevara López
Con la propagación del Covid-19, la Unión Europea (UE) está siendo sometida a una prueba de fuego en lo que respecta a la solidaridad entre Estados. La historia reciente nos recuerda la crisis económica y financiera mundial de 2008, en la cual la respuesta del organismo fue totalmente ineficaz. En aquel momento se precipitó la aparente solidez económica de los países originando un desequilibrio de Portugal, Italia, Irlanda, Grecia y España (los llamados PIIGS), provocando que las agencias calificadoras incrementaran el riesgo en sus deudas soberanas, lo que a su vez repercutió en un debilitamiento de la moneda europea.
En el umbral de una recesión mundial, una nueva respuesta deficiente y poco solidaria puede profundizar las tensiones entre los Estados miembros de la UE y colapsar de manera inevitable su proyecto de integración; en la prospectiva de que cada vez más la Unión parece más un tigre de papel. Los principios y valores que su tratado ostenta son solo bellas palabras escritas sin llevarlas a la práctica.
El 9 de abril, los ministros de Finanzas de la Eurozona acordaron un apoyo de medio billón de euros para sus economías; pero, aunque esta cifra puede parecer jugosa, le lanzan la pelota a sus jefes de gobierno, a través del Consejo Europeo, para que sean ellos quienes decidan sobre el “plan de recuperación”, el cual carece de contenidos y cuyos contornos están por definir.
Propuesta de los ministros de Finanzas
De acuerdo a los documentos emanados de la reunión del jueves santo, los instrumentos concretos acordados por los ministros serían los siguientes:
-El primero, una especie de seguro especialmente creado para esta crisis y el cual consiste en préstamos a tasas cercanas a cero a los gobiernos, para cubrir el apoyo al desempleo. Este fondo pondrá 100 mil millones a disposición de todos los países interesados, siempre que los gobiernos paguen 25 mil millones en garantías. En esencia, se trata de un préstamo para los países más endeudados y necesitados en condiciones más ventajosas de las que encontrarían en el mercado .
-En segundo lugar están los préstamos movilizados por el Banco Europeo de Inversiones (BEI), que ha asignado 25 mil millones para garantizar préstamos de 200 mil millones, en este caso para empresas.
«En el umbral de una recesión mundial, una nueva respuesta deficiente y poco solidaria puede profundizar las tensiones entre los Estados miembros de la UE y colapsar de manera inevitable su proyecto de integración»
-En tercer lugar está el uso del Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEE), que ofrecerá a los gobiernos una línea de crédito de 240 mil millones para gastos sanitarios «directos o indirectos». Este último instrumento es considerado por sus detractores como la antesala de una nueva dictadura europea, siguiendo el modelo de la troika en la crisis griega. Es decir, la utilización de la inversión en salud o gasto sanitario –como lo llama el capitalismo–, como un mecanismo de presión a los Estados. No olvidemos que la austeridad fiscal impuesta por la UE en países como Italia, España y Grecia, con la llegada del Covid-19, reveló las terribles consecuencias de los recortes en el sector de los servicios públicos.
Solidaridad solo en Twitter
El 10 de abril el Comisario de Asuntos Económicos Europeos, Paolo Gentiloni, en un tuit ensalzaba el logro del apoyo con el medio billón de euros a los países de la UE, el cual finalizó escribiendo: “La Europa es #solidaridad”. Pero esta gentileza de la Europa con la cual el comisario le hace honor a su apellido llega tardíamente, después que el mundo conoció la trágica falta de solidaridad mostrada por Alemania, los Países Bajos, Austria y otros Estados miembros hacia Italia, España, por nombrar a los más afectados por la pandemia. La prohibición de exportar suministros médicos, el cierre de las fronteras y, sobre todo, la obstinada negativa a introducir formas de mutualización de la deuda. Pareciera que en retardo la UE se están viendo desnuda como el Rey del famoso cuento después que líderes como el primer ministro italiano, Giuseppe Conte, y su ministro de Relaciones Exteriores, Luigi Di Maio, subrayaran y agradecieran públicamente el apoyo recibido en suministros y personal médico de países como China, Rusia, Cuba y Albania. Esto último no deja de ser evidentemente un buen testimonio del sentimiento de profunda frustración con la situación política de la UEy lo cual puede significar el inicio de su muerte o resurrección, según el cristal a través del cual se mire.
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Yoselina Guevara López Corresponsal en Italia