Diplomacia en salud, diplomacia de paz

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Por Yoselina Guevara López

El mundo está viviendo una situación de pandemia que nos parecía insólita, ante todo el avance de la ciencia y la tecnología actual. Palabras pertenecientes a la historia como cuarentena, virus, cubre fuego,entraron súbitamente en nuestro vocabulario y cotidianidad. Un virus silencioso, invisible, que por su rapidez, facilidad y simultaneidad exponencial de contagio condiciona todo el accionar en la formulación de una estrategia gubernamental. Sin una vacuna o un tratamiento comprobado para su cura, la única alternativa de los gobernantes para evitar su propagación es la cuarentena y el distanciamento social; a parte de la atención inmediata de las víctimas.

En este escenario, las tensiones y los conflictos internacionales no han cesado, al contrario, han tomado otras aristas; aliados inusuales, aliados que se convierten en enemigos solapados, entre otros. Es una nueva forma de guerra que ha desencadenado el coronavirus, donde quedan expuestos los sistemas capitalistas y su relación entre el individuo, el Estado y la sociedad.

Guerra de suministros médicos

La pandemia del Covid-19 ha hecho que los materiales e insumos médicos sean las armas para combatir la propagación del virus. De esta manera, vemos cómo algunos gobiernos manipulan las cadenas de suministros que la rápida y simultanea multiplicación del virus hace escasos (mascarillas, respiradores, entre otros). Por ejemplo, según datos del Gobierno italiano, mensualmente el país necesita 100 millones de mascarillas, número que continuará una vez que pase la emergencia, porque se requiere usar la mascarilla antes alcanzar la completa normalidad. 

Alrededor del 1% de los pacientes de Covid-19, necesitan respiración artificial por los graves problemas respiratorios que desarrollan. Es decir, de 100 mil contagiados, al menos mil van a emplear respiradores, número aproximado que puede variar de acuerdo a la evolución del virus, siendo este totalmente nuevo y desconocido. Paradójicamente, el tejido productivo italiano cuenta con 107 empresas productoras de armas, que es el motor de las exportaciones nacionales, mientras que sorpresivamente solo una empresa produce respiradores, que son el insumo más importante para preservar la vida de un paciente en terapia intensiva por Covid-19.

«La diplomacia en salud tiene como principio que los bienes públicos no son exclusivos ni competitivos»

Diplomacia en salud, diplomacia de paz 

En medio de la crisis, surge en la palestra pública el concepto de la «Diplomacia en salud», siendo esta además un derecho que transciende los confines entre los países y conlleva a esfuerzos cooperativos de todos los Estados y poblaciones. La diplomacia en salud tiene como principio que los bienes públicos no son exclusivos ni competitivos. Los bienes públicos en salud son considerados de esta manera, porque benefician a toda la población. Entre otros, podemos mencionar como bienes públicos la investigación científica, los sistemas y planes creados para la erradicación de enfermedades, o los sistemas de vigilancia de enfermedades aprobados por el Reglamento Sanitario Internacional.

La Diplomacia en salud es un concepto que han llevado a la praxis países latinoamericanos con gobiernos abiertamente humanistas y solidarios, con Cuba a la cabeza, además de Venezuela, con una importante experiencia en los países de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América – Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP). Pero ir más allá del concepto y convertirlo en un valor de vida se le debe líderes como Fidel Castro y Hugo Chávez. En este sentido, son notables las intervenciones de las brigadas médicas cubanas en todo el mundo, llevando salud a los más necesitados. Memorables los logros de la Misión Milagro, otorgándole la visión y el derecho a la salud a más de ocho millones de latinoamericanos de escasos recursos económicos.

El continente europeo tenía que vivir una crisis sanitaria de esta magnitud para que Italia, en el momento más oscuro de la pandemia, recibiera la ayuda y cooperación de brigadas médicos de Cuba, China, Rusia y Albania, además de insumos médicos. Causa estupor que sus socios europeos, en el momento más álgido, le dieran la espalda a nivel sanitario, demostrando una falta de solidaridad. Cuando Italia solicitó mascarillas y otros materiales, ningún país miembro de la Unión Europea (UE) respondió. Ni siquiera Francia reaccionó, a pesar de haber insistido repetidamente en «la amistad histórica» con Italia. De allí que su ministro de Relaciones Exteriores, Luigi di Maio, directamente iniciará los trámites correspondientes con otras naciones, en una carrera frenética para solventar la emergencia y tratar de salvar el mayor número de vidas.

Especialistas en salud enviados por el gobierno de la República Popular China a Venezuela, 2020.

Solidaridad hacia afuera

Tal vez los gobernantes de las naciones europeas olvidaron esa palabra clave, que se repite en muchas Constituciones y documentos internacionales; que aparece en varios lugares en el Tratado de Lisboa, firmado el 13 de diciembre de 2007 por los 27 socios europeos, y que sobre todo da el título a uno de los capítulos de la «Carta de Derechos Fundamentales de la Unión Europea». Esta palabra es «solidaridad»; quienes viven en naciones bloquedas injustamente por el Gobierno de los Estados Unidos, como Cuba y Venezuela, conocen gracias a sus líderes el valor y profundidad de ser solidarios no con lo que nos sobra, sino compartir lo que tenemos, como profesaba Fidel Castro.

En Venezuela, el presidente constitucional, Nicolás Maduro Moros,  ha recibido ayuda de Cuba, China y Rusia. Desde el coloso asiático han enviado al país, para afrontar el Covid-19, más de 55 toneladas de insumos médicos y sanitarios que incluyen respiradores, tomógrafos, desfibriladores, mascarillas, trajes de aislamiento, lentes de seguridad, guantes, medicamentos antivirales, entre otros.

En un acto de profunda humanidad y solidaridad con la vecina Colombia, Maduro anunció el envío de dos máquinas para detectar el Covid-19, demostrando con ello que la vida y la salud del pueblo colombiano están por encima de las hostilidades del Gobierno de Iván Duque.

Solidaridad hacia dentro

No sorprende que los gobernantes de países como el Reino Unido y Estados Unidos, ante el inicio de la pandemia, hayan respondido explícitamente con la defensa de las empresas e industrias, en desmedro de la salud de los ciudadanos. Boris Johnson sorprendió al mundo, y sobre todo a los impávidos ciudadanos ingleses, justificando su postura con la supuesta “inmunidad de rebaño”, que haría que miles de ingleses murieran irremediablemente. Ante el posible colapso de los sistemas sanitarios y por ende de los países, las autoridades de ambas naciones han tomado tardíamente las medidas de cuarentena, que probablemente no impedirán el aumento del número de fallecidos. Esa misma extrema derecha, representada por Jair Bolsonaro, en Brasil, trae a colación lo que se puede considerar la aplicación del darwinismo social o la sobrevivencia de los más fuertes. Quedaron para la posteridad las declaraciones de Bolsonaro al afirmar :»¿Algunos van a morir? Van a morir, lo siento. Así es la vida. No se puede detener una fábrica de automóviles porque hay muertes en accidentes de tráfico».

«Hay 25 millones de refugiados y 40 millones de personas desplazadas en el planeta, a menudo concentrados en campamentos donde las condiciones de salud son extremadamente difíciles»

Preservar la vida en el planeta

Dice un conocido refrán popular chino que “el leve aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del planeta”. Hemos comprobado que lo que sucede en tierras que nos parecen lejanas, puede tener repercusión en nuestras vidas. Somos los pasajeros de un única nave espacial que es la Tierra, como nos dice el periodista venezolano Wálter Martínez. Por esta razón es necesario mirar con atención lo que está sucediendo, por ejemplo, en los territorios donde, a pesar de la presencia del Covid-19, no han cesado los conflictos armados, y que en este momento pudieran estar expuestos a una interrupción de los suministros humanitarios.

¿Cuál será el impacto de la epidemia en la enorme prisión al aire libre que es la Franja de Gaza, donde ya se han producido los primeros casos de Covid-19? ¿Qué está sucediendo en Libia? Un país con un sistema sanitario devastado, con un alto porcentaje de fuga de personal de la salud y la pérdida del control territorial. ¿Qué pasará con los miles de migrantes recluidos en condiciones inhumanas en los centros de detención de Libia, o abandonados en las calles?

Hay 25 millones de refugiados y 40 millones de personas desplazadas en el planeta, a menudo concentrados en campamentos donde las condiciones de salud son extremadamente difíciles y el distanciamiento social es imposible. Conocemos los alcances del virus en los inmensos campos de refugiados de Yemen y las islas griegas, donde hay falta de agua y jabón, un insumo básico para combatir la pandemia.

Estas son bombas epidemiologicas más potentes que una bomba nuclear. Ya sabemos que el Covid-19, el enemigo invisible, puede colapsar los sistemas sanitarios y la vida de los países desarrollados, y con ello ar cualquier país que no paralice la propagación del virus. 

El legado del presidente Chávez continua latente, en el «Plan de la Patria», decretado ley por el presidente Maduro, documento visionario donde formuló en el Quinto Objetivo Histórico: «Contribuir con la preservación de la vida en el planeta y la salvación de la especie humana». Solo nos resta saber qué harán los gobiernos y qué haremos nosotros mismos para salvar la humanidad.

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Yoselina Guevara López Corresponsal en Italia

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