Por Nahir González
Pasqualina Curcio es economista por la Universidad Central de Venezuela (UCV) y Doctora en Ciencia Política por la Universidad Simón Bolívar, además de una destacada escritora y colaboradora de Correo del Alba. Razones suficientes para tocar su puerta y conversar acerca de la economía nacional, las sanciones de la administración Trump y el porvenir de la Revolución bolivariana, junto a su más reciente publicación.
¿Cómo debemos comprender la decisión de EE.UU. por incrementar las sanciones y atacar abiertamente nuestra economía?
Tanto el bloqueo financiero, comercial y económico en general, como el ataque a la moneda, son armas de guerra no convencional, multidimensional, que persiguen afectar la economía, con fines políticos. Han venido ensayando esto desde 2006 e intensificaron el boicot a partir de agosto de 2012, cada vez con mayor crudeza. Al principio fue de manera encubierta, impidiendo los pagos con las transacciones financieras en el exterior, presionando las navieras, entre otros; pero recientemente padecemos un ataque frontal, con los decretos de Donald Trump, los bloqueos a las transacciones en oro, el petro, el robo de Citgo. Ha sido una escalada, la Casa Blanca no ha cesado en su embestida y tampoco hay razones para pensar que vayan a cesar, al menos hasta que no logren su objetivo.
¿Cuál es ese objetivo?
Derrocar la Revolución bolivariana, ese es el origen del conflicto. Les molesta el hecho de que estemos en revolución y hayamos decidido ser soberanos. El plan de EE.UU. no es otro que apropiarse de nuestras riquezas.
¿Cuál es el alcance de los incesantes ataques a la moneda venezolana?
El ataque a la moneda es otra arma, quizás la más poderosa, porque tiene un patrón en su comportamiento: a veces intensifican, disminuyen, esto en dependencia del proceso político, electoral y de la coyuntura.
¿Cuándo y cómo comenzaron estas agresiones?
Comenzaron en 2006, cuando crearon el portal web “la lechuga verde”, conocido actualmente como DolarToday. La magnitud de las acciones es inconcebible, carecen de piedad alguna; desde agosto de 2012 a la fecha el ataque a la moneda ha sido de 90 mil millones por ciento. Cifra que cuando se pronuncia, asombra. Y es que cuando se habla de 100%, piensas en el doble; pero, imaginemos entonces 90 mil millones por ciento de ataque al bolívar.
En 2012, por cada dólar se pagaba 8 bolívares, y ahora –según esos portales– pagamos 78 mil bolívares por cada dólar. En efecto, si quitamos las cinco cifras a la derecha que tuvo la reconversión monetaria del 2018 y seguidamente arrancamos a esos 7.800.000.000 los cinco ceros, nos queda el monto que se publica actualmente en los portales: 78 mil bolívares por cada dólar.
No hay duda que han ocurrido muchas cosas en estos siete años en lo político, inclusive en lo económico, porque han atacado la industria petrolera –factor clave en las armas de guerra–. Pero no se justifica, desde el punto de vista económico, que el bolívar se haya depreciado en esa magnitud.
¿Cómo se enfrenta un escenario de esas características?
Junto con resistir tenemos que pasar a la ofensiva y dar un salto para combatir la guerra económica, necesitamos avanzar hacia lo que hemos querido hacer en la Revolución: el Socialismo Bolivariano del Siglo XXI.
¿Cuáles serían las propuestas para llevar a cabo esa ofensiva de la que habla?
Una propuesta sería respaldar el bolívar en un activo tangible, medible y cuantificable. ¿Por qué? Porque este tipo de armas de guerra no convencional se basa en el aspecto psicológico y manipula la confianza en la moneda. Eso ocurre desde 1971, cuando Richard Nixon se desprendió del respaldo o patrón oro y dijo que el precio de las monedas iba a ser calculado en base a la confianza, cualidad sumamente etérea que, por ejemplo, les permite indicar en los portales web, acompañados de una guerra comunicacional y psicológica, que el bolívar sencillamente no vale nada. Eso lo repiten una y otra vez, hasta que se pierde la confianza en el bolívar.
«Necesitamos avanzar hacia lo que hemos querido hacer en la Revolución: el Socialismo Bolivariano del Siglo XXI»
En concreto, ¿en qué consiste esta propuesta?
En fijar el precio del bolívar en un activo medible, de manera que no lo determine un tercero con intenciones políticas, sino que tenga su propio fondo respaldado.
Se ha hablado que ese activo medible pueda ser el oro, ¿por qué?
Por varias razones. Primero, porque históricamente el oro ha sido uno de los activos que sostiene el sistema monetario internacional, ya que es uno de los elementos que no se destruye ni se transforma, y ofrece facilidades para su transporte y guardado.
Segundo, porque Venezuela posee una de las principales reservas de oro del mundo, es decir, no es que tengamos que comprar oro para respaldar el bolívar, ya contamos con este elemento.
Tercero, porque va de la mano con lo que han venido haciendo China y sus países aliados. En marzo de 2018 Pekín hizo pública su decisión de respaldar el yuan en oro, alejándose toda especulación. De hecho empezaron a comprar petróleo con el yuan/oro, lo que se tradujo en un duro golpe al petrodólar papel. Esto confirma que la propuesta se enmarca en lo que pareciera ser un nuevo sistema monetario internacional, sin mencionar la necesidad que tenemos de desdolarizar nuestra economía.
Cuarto y último, porque urge recuperar y aumentar nuestras reservas internacionales. En la medida que un país tiene más reservas internacionales, fortalece su economía y su moneda, aunque no esté directamente respaldada. Y, como sabemos, las reservas internacionales son los ahorros de cada país. Entonces, ¿cuál es nuestra propuesta? Monetizar el oro. Desde los tiempos del comandante Chávez contamos con reservas probadas de oro en la cantidad de 4 mil toneladas. Inclusive ahora se habla de 7 mil toneladas de oro.

¿Cuánto representa eso?
Para que tengamos una idea, China tiene mil 300 millones de habitantes y en su Banco Central cuenta con mil 600 toneladas de oro. Por eso aconsejamos tomar una partecita de oro, sacarlo de las minas, certificar su pureza, monetizarlo, llevarlo al Banco Central y disponerlo como reserva internacional; además de ahorrarlo sin tocarlo.
Llevándole a otro frente de esa batalla, ¿cuál ha sido el papel de la mujer en el escenario de guerra que vive Venezuela?
Las mujeres venezolanas son luchadoras y tienen bastante conciencia, legado del comandante Chávez, quien nos enseñó el valor de la conciencia en el proceso revolucionario. Por eso tienen claras cuáles son las causas de lo que ocurre, y están dispuestas a cambiar de hábitos, porque aquí vivenciamos una transformación cultural. Recordemos que cuando comenzó la guerra económica no se conseguían los alimentos en los anaqueles, ni los productos de limpieza y del hogar; escasearon los medicamentos, lo cual afectó directamente los hogares familiares. Hubo que adecuarse y, como dije, cambiar de hábitos.
Pero te doy otro dato. En nuestro país la mitad del trabajo formal corresponde a las mujeres, pero después estas tienen una segunda jornada laboral, que es la del hogar, atender a los muchachos, los quehaceres. Hasta hay una tercera jornada laboral, que tiene que ver con la actividad social y política, porque la mujer venezolana es muy participativa desde el punto de vista político.
¿Cómo se refleja su última afirmación?
Por ejemplo, un caso típico de esa participación de la que hablo es la de los Comité Local de Abastecimiento y Producción (CLAP). La mayoría de las personas que organizan y se encargan de la distribución de los alimentos son mujeres. Pero igual destacan en las asambleas comunitarias, en la defensa del territorio, entre otras tantas actividades.
El presidente Nicolás Maduro anunció una profunda intervención en Petróleos de Venezuela (Pdvsa). Algunos analistas se adelantan a denunciar que se trata de una privatización de la industria. ¿Qué opinión tiene al respecto?
Ha habido noticias apuntando a que se trata de una privatización, o sea, pareciera que es la interpretación que se le da. Sin embargo, hay que decir que por Constitución eso es imposible, porque estableció que el petróleo es un recurso de todos los venezolanos y venezolanas. Lo anterior no significa o niega que se activen asociaciones estratégicas con algunas empresas privadas, siempre y cuando el mayor porcentaje de la sociedad esté de parte del Estado venezolano.
«Aconsejamos tomar una partecita de oro, sacarlo de las minas, certificar su pureza, monetizarlo, llevarlo al Banco Central y disponerlo como reserva internacional»
Con respecto a la conveniencia o no de la propiedad estatal del petróleo, más allá de lo legal y del discurso de la superación del modelo rentista petrolero, esta históricamente ha generado el 98% del ingreso de divisas al país. Mientras que el sector privado no ha aportado más del 2% de las mismas.
¿Con eso quiere ilustrar la incompetencia de los privados venezolanos a la hora de generar divisas?
Claro, porque a veces se nos trata de confundir con eso de que el problema de los venezolanos es que como tienen mucho petróleo viven solo de eso. Pero el problema real es que ese otro sector no exporta más del 2%, no genera divisas, y no contento con esto, se ha llevado las divisas que produce el petróleo.
¿Cuál es el mayor aporte del petróleo a nuestra economía?
Primero, nos permite poder importar lo que necesitemos para la producción nacional: insumos, materias primas, tecnologías o el bien final, medicinas, alimentos, entre otros. Segundo, nos posibilita cumplir con nuestros compromisos de deuda externa. Y tercero, nos brinda la oportunidad de ahorrar y ensanchar las reservas internacionales que comentaba.
En cualquier caso, privatizar implicaría que buena parte de lo que se produzca de petróleo vaya directamente al sector privado, lo que económicamente no es lo más recomendable y legalmente es imposible. Incluso pienso que la Asamblea Nacional Constituyente se preocupará por resguardar la soberanía no solo del petróleo, sino del conjunto de recursos naturales que están debajo o encima de la tierra.
Para terminar, queríamos pedirle nos hable del libro que acaba de publicar, La economía venezolana. Cuentos y verdades.
Es un libro que nace con la intención de desmontar mitos sobre la economía y sociedad venezolana. Son cuentos que nos han echado desde hace décadas y que ya forman parte de nuestra cultura, pero que no necesariamente son verdaderos. Los desmontamos con datos y gráficos. Estos últimos son las ilustraciones de los cuentos.
Se hizo un esfuerzo para escribirlo de manera sencilla, sin esos tecnicismos, términos y conceptos económicos que son indescifrables para muchas personas. La idea es que sea un libro para el debate, que todos puedan tener acceso, leerlo, discutirlo y analizarlo.
¿Nos puede comentar algunos de esos mitos?
Por ejemplo, uno de los mitos es que los venezolanos somos vagos y flojos. Eso es algo que uno comienza a escuchar desde que tiene uso de razón. Nos dicen que no nos gusta trabajar y que tampoco es necesario si se vive de la renta petrolera. Ese es el cuento. Pero, cuando uno contrasta aquello con la realidad observable, se da cuenta de que hay algo que no cuadra: a las cinco de la mañana, en las paradas de las camioneticas hay gente esperando para ir al trabajo. Son mujeres que se levantan a las cuatro, preparan todo, llevan a los niños y niñas al colegio, van a su trabajo formal, luego regresan a la segunda y tercera jornada que hablamos. Ahí uno dice: “Ya va, ¿cómo es que el venezolano no trabaja y aquí todos están trabajando?”. Y si le preguntas a alguien: “¿Tú vives de la renta?” Te responderá que no, que vive de su salario y de su esfuerzo. Por eso, cuando se revisan los datos, se constata que en Venezuela desde 1920 hasta hoy, la economía ha crecido 14 mil 700% –medida por el Producto Interno Bruto (PIB)–. Eso no es cualquiera cosa.
¿Algo más que quisiera agregar?
El libro tiene un prólogo del profesor Mario Sanoja Obediente, quien ha trabajado el tema desde la historia económica y social. Igualmente participa la profesora Iraida Vargas, que ha tratado el aspecto cultural del tema de las mentiras y cuentos. Participa David Nieves, porque el libro está dedicado a él, como un reconocimiento a su lucha revolucionaria, su lealtad y honestidad. Y, por supuesto, Amílcar Figueroa, por Editorial Trinchera.

LIBRO
La economía venezolana. Cuentos y verdades
Autora: Pasqualina Curcio
Categoría: Economía
Editorial: Trinchera, 2020
Páginas: 125
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Nahir González Analista política