Por Nahir González
Hoy es el cumpleaños 121 de Federico García Lorca, uno de los dramaturgos y poetas españoles que más me gusta; la irreverencia y profundidad de su verso no tiene comparación. Cuando pienso en Granada, su ciudad natal, me paseo imaginariamente con la voz de Lorca describiendo los balcones oscuros en los que Yelma lloraba, en la casa de Bernarda Alba, donde se sembró la tragedia, que luego fueron unas bodas de sangre…
Me enamoré de Lorca desde niña, mi hermano me recitaba uno de sus poemas que, junto a los cuentos de mi madre, despertaron la curiosidad y el amor por la lectura, esa mariposa del aire dorada y verde que volaba en mis sueños en aquella época en que no era noctámbula.
A Federico lo arrancaron de la vida con apenas 38 años, por ser maricón y rojo. En ese tiempo era una plaga ser revolucionario y este hombre rompió con furia las mentalidades falangistas asesinas. Hoy lo recuerdo porque a la derecha se le olvida que hay muertos que así pasen 100 años seguirán más vivos y presentes que nunca, la pluma de Lorca vive en mí y los niños que nazcan en mi familia oirán ese hermoso poema, para que cambie en ellos lo que hace años logró transformar en mí.
Mariposa del aire,
qué hermosa eres,
mariposa del aire
dorada y verde.
Luz del candil,
mariposa del aire,
¡quédate ahí, ahí, ahí!
No te quieres parar,
pararte no quieres.
Mariposa del aire
dorada y verde.
Luz de candil,
mariposa del aire,
¡quédate ahí, ahí, ahí!.
¡Quédate ahí!
Mariposa, ¿estás ahí?
¡Viva Federico García Lorca!