Por Francisco Yofre
El avance de las tropas sirias en su lucha contra el Daesh, el intento de Israel de profundizar su ahogo contra la resistencia del pueblo palestino y las sanciones que la Casa Blanca pretende imponer contra Irán, fueron algunos de los hechos más relevantes del año en Oriente Medio.
Liberación siria
El ejército del presidente Bashar al Asad logró significativos avances en la recuperación de su territorio en 2018. El Daesh controla sólo el 10% del total de Siria. Las fuerzas gubernamentales derrotaron a los terroristas en la provincia de Daraa, en el sur del país. En julio se pudo reabrir el paso fronterizo de Nasib, límite con Jordania, que estaba en manos de los terroristas desde 2015.
Al mismo tiempo, mantienen una tenaz ofensiva en el noreste. Esa región está bajo la influencia de las denominadas Fuerzas Democráticas Sirias, una milicia financiada y armada por Estados Unidos.
El avance de las fuerzas de Bashar al Asad tiene importantes consecuencias políticas. Por un lado, tonifica y fortalece a la alianza militar y diplomática sirio-rusa, acompañada por Irán y El Líbano en su denodada lucha contra el terrorismo. Igualmente, a medida que el ejército sirio se acerque a los Altos del Golán, será Israel quien se preocupe, ya que ése es uno de los tantos territorios ocupados por los israelíes.
La exitosa ofensiva siria ya permite hablar de lo que será el futuro del país cuando sea derrotado el Daesh. Entre el 18 y 19 de junio se realizó una cumbre tripartita entre Irán, Rusia y Turquía, convocada por Staffan de Mistura, el enviado especial de las Naciones Unidas para Siria. En la agenda figuró la formación de la comisión constitucional establecida en la conferencia celebrada a fines de enero en la ciudad de Sochi, Rusia. Allí se alentó a la conformación de una comisión integrada por 150 representantes del Gobierno y de la oposición para que redacte una constitución basada en la soberanía e independencia de la República Árabe Siria.

Por otra parte, este año se ha desenmascarado el apoyo de Estados Unidos e Israel a los terroristas. Hubo varios hallazgos de armamento de esos países que eran usados por las fuerzas del Daesh. En junio, en la provincia de Daraa, se encontró un enorme arsenal israelí junto a armas de fabricación estadounidense. Además, EE.UU. envió decenas de vehículos Toyota a la oposición armada, que posteriormente cayeron en manos de integrantes del Daesh, según diversos informes y de acuerdo a fotos e imágenes donde se ve a los terroristas en estas camionetas.
Israel: un régimen etnocrático
Israel fue también un destacado protagonista del año intentando profundizar aún más la persecución y expoliación al pueblo palestino. El 19 de julio, la Knesset –el parlamento israelí– adoptó con rango constitucional una ley que define a ese país como “Estado-nación del pueblo judío”. Se trata de un enorme triunfo del gobierno más derechista que ha tenido Israel en su historia. La norma prioriza a la judeidad en la definición del Estado. Esto hace que muchos de los artículos de ese texto afecten los derechos de los dos millones de ciudadanos que no son judíos, entre ellos los árabes. La nueva ley llega al punto de decir expresamente que “sólo los judíos pueden ejercer exclusivamente su derecho natural, cultural, religioso e histórico a la autodeterminación en el Estado de Israel”.
Otro hecho significativo fue la crisis política que desató en el Gobierno de Benjamín Netanyahu la renuncia de su ministro de Defensa, Avigdor Lieberman, ocurrida en los primeros días de noviembre. La dimisión se debió a su oposición al alto al fuego en la Franja de Gaza. Era uno de los funcionarios más radicales y un halcón del ultranacionalismo israelí. En 2003, Lieberman había dicho acerca del pueblo palestino que “sería mejor ahogar a estos prisioneros palestinos en el Mar Muerto, si es posible, ya que es el punto más bajo de la Tierra”.
La resistencia palestina en 2018 no dejó de crecer. Entre el 30 de marzo y el 5 de junio se realizó la Gran Marcha del Retorno con manifestaciones semanales junto a la frontera de territorios ocupados por Israel. El día de finalización de esas marchas es la fecha en que se conmemora el inicio de la Guerra de los Seis Días en 1967, cuando comenzó la ocupación israelí de los territorios palestinos y el Golán sirio.

La debilidad del aislamiento a Irán
Por su parte, Estados Unidos incrementó sus intenciones injerencistas con el ya mencionado protagonismo en Siria, pero también con una verdadera provocación contra Palestina al trasladar su embajada de Tel Aviv a Jerusalén. Esta afrenta otorga a esa ciudad rango de capital del Estado israelí. El pueblo palestino salió a las calles y la respuesta fue una brutal represión con cientos de muertos y heridos.
La medida fue tomada a pesar del repudio internacional que tuvo. Casi un tercio de los embajadores no estuvo presente en la inauguración de la nueva sede diplomática. Rusia, China, Egipto, México y Francia, junto a decenas de naciones, criticaron la medida.
La Casa Blanca a lo largo del año profundizó su hostilidad contra Irán con la implementación de nuevas sanciones económicas al país persa. Sin embargo, pocos respetan el boicot. Potencias como China ignoran absolutamente la pretendida exigencia de Trump para que le compre menos hidrocarburos a Irán.
Incluso, la Corte Internacional de Justicia (CIJ) ordenó a EE.UU. levantar las sanciones, ya que esas medidas unilaterales perjudican la salud y la vida de los habitantes iraníes. La decisión de Trump de bloquear esos bienes a Irán es parte de la agresividad del magnate contra ese país, que ya había quedado evidenciada con la ruptura del pacto nuclear rubricado en 2015.
El país persa basó su reclamo en un acuerdo bilateral de 1955, cuando ambas naciones tenían buenos vínculos, cuyo nombre es Tratado de Amistad, Relaciones Económicas y Derechos Consulares.
Oriente Medio ha sido así escenario geopolítico en el que potencias como Estados Unidos, la Unión Europea y Rusia protagonizan conflictos en Siria, Irán, Palestina e incluso Yemen, disputándose territorios claves para su desarrollo. El gas como fuente de energía y las rutas fluviales y marítimas para transportar hidrocarburos son algunos de los motivos que provocan tanta hostilidad.