Por La Correo
A principios de octubre, un simple post de fondo rojo con la silueta de una persona empezó a circular en las redes sociales, contenía un mensaje: “No nos vamos porque queremos. Nos expulsan la violencia y la pobreza”. ¿Lugar, día y hora para la partida? Gran Terminal de San Pedro Sula, Honduras, 12 de octubre, 8 am.
Las casi 4.000 mil personas que atendieron la publicación, emprendieron la marcha el sábado 13, con dos objetivos en mente: primero, abandonar Honduras, y segundo, dirigir sus pasos a los EE.UU. Con los días esa cifra aumentó, sumó a guatemaltecos y salvadoreños, atravesó países y, al instante de escribir esta editorial, se halla en el centro-sur de México.

Lo que comenzó como una novedosa propuesta destinada a denunciar los abusos del presidente Juan Orlando Hernández, electo en 2017 mediante un grotesco fraude electoral, prontamente desveló la profunda crisis política y social que padece la nación centroamericana después de que fuera despojado ilegítimamente de la presidencia Manuel Zelaya, en 2009.
Con los índices de desarrollo humano más bajos de la región, una pobreza que comprende al 70% de la población, y una violencia –producto del narcotráfico y el pandillaje– que cobra la vida de 300 personas al día, el régimen de Hernández aparentemente tocó fondo.
La pasada edición de La Correo (No. 79) estuvo dedicada a las causas y efectos de las migraciones humanas en el mundo actual. También registró los altos números de migrantes de América Central. Finalmente la crisis ha estallado, mientras tanto Donald Trump autorizó el envío de 5.200 soldados a la frontera con México, para frenar la caravana. Su mensaje es claro: “Dense la vuelta. Nuestra frontera es sagrada. Ustedes son matones y pandilleros, gente muy mala”.