Por Tamara Núñez del Prado
Realmente me dio pena Waldo Albarracín Sánchez, actual rector de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA) de La Paz, una persona a la que siempre admiré y quiero mucho desde la Asamblea Permanente de Derechos Humanos (DD.HH.), tras pronunciar frases de carga tan despectiva en contra del primer presidente indígena de Bolivia: “Una persona que no sabe qué es una profesión, no tiene por qué hablar de las universidades. Si él se hubiera esforzado por estudiar algo, sabría…”. Y lo peor: “el burro hablando de orejas”. Palabras que sólo inducen al odio y discriminación y que claramente no son expresiones que lo dignifiquen como autoridad universitaria.
Con ese prisma, el ex presidente Carlos Mesa o el vicepresidente Álvaro García Linera ¿no podrían hablar de educación superior? Ambos carecen de un cartón que los acredita como profesionales. Claro, tampoco Waldo Albarracín podría hablar del Presidente porque nunca ha sido presidente del país, como un esclavo no podría hablar de libertad porque nunca fue libre. Sobre todo donde el sistema capitalista, voraz del ser humano, provocó que las clases más vulneradas –por este sistema– jamás tuvieran acceso a la educación y ni siquiera se les permitiera hablar su idioma originario en el colegio.
Por lo señalado, es un deber moral y revolucionario conversar de las universidades, para mejorar el acceso y la calidad de la educación superior.
Waldo amigo, Waldo defensor, Waldo rector, Waldo candidato, Waldo opositor: ¿quieres ser alto dignatario y decidir las políticas públicas? ¿Que la gente vote por ti? Haz que la UMSA figure en el ranking mundial de universidades, quita a los catedráticos corruptos y “rosqueros”, a los acosadores de mujeres y facilitadores de la violencia de género, a los homofóbicos y discriminadores.
Actualmente la UMSA no es vanguardia de nada, y resulta increíble que en los pénsum no se incluya el análisis marxista, mientras en la universidad estadounidense de Yale se imparten maestrías en economía y pensamiento de Karl Marx. Igualmente no es posible que los estudiantes bolivianos no sepan nada del pensamiento de Antonio Negri, entre muchos otros intelectuales y filósofos contemporáneos. Por supuesto, con lo que sí contamos es con estudiantes que no leen, con casas de estudios que no producen conocimientos ni riquezas, que no invierten en investigaciones, todo esto en un país donde ninguna universidad contribuye al PIB, por el contrario, lo depreda.
En los últimos 20 años la UMSA nunca tuvo tanto dinero como hoy, pero el tema nodal es que las universidades públicas jamás se adecuaron a la nueva Bolivia, a la actual Constitución Política del Estado, viven en discordancia a la visión-misión país, no acompañan los procesos de desarrollo nativos, e incluso su propia normativa no se modificó para adaptarse a toda la batería de nuevas normativas para sacar al país de la pobreza y rezago.
En fin, si Albarracín no puede ubicar a la UMSA en un mejor lugar internacional, con mejor calidad en todo sentido, que no piense que podrá hacerlo con Bolivia, menos si nunca fue presidente; sólo aplicó la lógica evidenciada en su frase peyorativa.
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Tamara Núñez del Prado. Ex defensora del pueblo.