Declaración conjunta a favor del desarme nuclear: ¿un dique contra la expansión de China?

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Este 3 de enero, cinco de las naciones más poderosas del mundo poseedoras de armamento nuclear emitieron una declaración conjunta en la que afirman que “no se puede ganar una guerra nuclear y no se debe librar nunca”, un documento a favor del desarme nuclear.

Los países firmantes (Rusia, Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia y China) son los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, también conocidos como P5 o N5. Este grupo de naciones acordó “continuar las negociaciones, de buena fe, sobre medidas efectivas relacionadas con el cese de la carrera de armas nucleares y el desarme nuclear”. El P5  también afirmó que la “reducción del riesgo estratégico”,  es necesaria para garantizar que las tensiones mundiales nunca puedan desembocar en un conflicto nuclear, la cual es una de sus principales responsabilidades. Señalaron “insistimos en nuestro deseo de trabajar con todos los Estados para crear un entorno de seguridad más propicio para el progreso del desarme”.

Un documento poco frecuente

La declaración conjunta ha sido calificada por varios analistas como un esfuerzo poco frecuente para reducir el riesgo de que se produzca un conflicto a nivel nuclear.

Este poco usual documento se produce en un momento de especial tensión internacional en materia de seguridad mundial. Por un lado, es relevante mencionar el despliegue de más de 100.000 soldados rusos a lo largo de la frontera con el este de Ucrania, mientras crece el temor de que Moscú pueda estar planeando una invasión a gran escala del país. Por otro lado, no se puede dejar de mencionar las amenazas que China plantea a Taiwán, especialmente después  que Pekín señalara su disposición a utilizar la fuerza militar contra Taipéi. En diciembre, Estados Unidos acusó a China de poner en peligro la paz y la seguridad en la región asiática.

China y el poderío nuclear

El crecimiento de China como potencia económica y política mundial y la multiplicación de sus intereses han hecho inevitable el fortalecimiento de su poder militar, que se expresa tanto por  tierra, aire, mar así como también  a nivel espacial , cibernético y nuclear.

Desde la primera prueba atómica en 1964, Pekín ha declarado que no sería el primero en utilizar las armas atómicas, ni amenazaría con su uso a otras naciones. Posteriormente, China se comprometió incondicionalmente a no utilizarlo contra los Estados que no posean armamento nuclear. De las restantes potencias nucleares, sólo la India ha adoptado hasta ahora la doctrina del “no ser los  primeros en  usarlas”, a pesar de que su rival, Pakistán, no descarta en absoluto el primer uso.

Lo que podemos calificar como una moderación en el uso del armamento nuclear por parte  de China se ve corroborado en términos cuantitativos por el número de ojivas, presumiblemente en torno a las 300, que es más de diez veces inferior a las que poseen las «superpotencias» nucleares estadounidense y rusa y se sitúa, al menos por ahora, al nivel de los arsenales de potencias nucleares consideradas menores como Francia, Reino Unido, India y Pakistán. No obstante no hay ningún compromiso que impida a Pekín modernizar su arsenal y aumentarlo. Estados Unidos y China son dos de los pocos países que aún no se han adherido al tratado CTBT que prohíbe las pruebas nucleares, uno de los pilares de la paz y la seguridad internacionales».

Estados Unidos guerras y declive

No cabe duda de que en la fase histórica que estamos viviendo, se está produciendo un desplazamiento y una reordenación de los principales polos de poder conocidos hasta ahora. Esto concierne especialmente a los Estados Unidos, que se encuentra en un proceso inevitable de declive que podría llevarlos  en un  corto o mediano plazo  a una fase de colapso. En este sentido, el espectáculo de la desastrosa retirada de Afganistán, además del asalto al Capitolio por parte de los partidarios de Trump, el alto índice de violencia racial y el clima de guerra civil dentro de los Estados. Son señales del debilitamiento del Imperialismo norteamericano y de su supuesto mito de invencibilidad.

En cuanto a conflictos armados, el actual presidente norteamericano Joe Biden afirmó en la Asamblea General de la ONU, el 21 de septiembre de 202, que «por primera vez en 20 años, Estados Unidos no está en guerra. El tiempo de las guerras interminables ha terminado, ha llegado el momento de la diplomacia. Permítanme ser claro: competiremos vigorosamente en los mercados, defenderemos nuestros intereses vitales y nuestros valores fundamentales. Pero sólo utilizaremos la fuerza militar como último recurso». Pero en política se suele no decir la “realidad” o la sustancia, el accionar de los Estados Unidos bajo la administración Biden tiene como línea directa crear formatos de alianza para la conformación de cinturones de contención en torno a China y a los territorios y mares en los que el poder de Pekín se expande como un reguero de pólvora. Ejemplos de esto sobran, el Pacto Aukus, o la Cumbre Cuadrilateral donde líderes de Australia, Japón e India se reunieron para  discutir abiertamente un plan contra la expansión desbordante de China.

Taiwán la isla de la discordia

Es posible que esta declaración conjunta forme parte de ese dique que está tratando de construir Washington en torno a Pekín, aunque evidentemente es un documento no vinculante, una especie de pacto de caballeros. La situación se complica más allá de lo que pueda pasar con Ucrania, es mucho más delicado el tema de Taiwán.  Si llega a estallar una guerra entre los Estados Unidos y China será por la vía de esta isla que Pekín considera parte de su territorio. Un tema que debe ser analizado por una parte por la ubicación geoestratégica de Taiwán, que se convierte en una posible base de operaciones a solo 140 kilómetros de la costa de la República Popular China , y que además permite dominar los mares asiáticos y acceder al Océano Pacífico.

Taiwán, por ahora, es un protectorado norteamericano que funciona como un misil apuntando día y noche  a Pekín. Por ello, para el dragón asiático su reconquista significa romper el cerco estadounidense, una redención psicológica, y un paso agigantado hacia la hegemonía total. Por su parte, para Tokio, se trata de un último recurso que le devuelve a la historia, a su eterno conflicto con su rival chino. Pero para Washington, significa aún más,  es una línea roja inquebrantable, el primer elemento de asfixia de los demás, el emblema de la supremacía mundial que está tratando a toda costa de no perder.

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Yoselina Guevara López Corresponsal en Italia

Juan José Peralta Ibáñez
Fotógrafo documentalista, fotoperiodismo, naturaleza, video, música

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