El Brutalista

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El sueño americano no es para todos. “Cuando estés en Roma, haz como los romanos”, dijo alguien. Haz como los romanos, sé otro romano. No los incomodes. Cambia tu nombre, tu credo, finge tus opiniones y creencias, intenta ser lo menos diferente. No seas un estorbo.

Eso pasa al emigrar, o al menos lo que se espera que se haga. Algo que ocurrió con las millones de personas que arribaron a los Estados Unidos desde su fundación. Debieron acomodarse a ellos.

Esta historia habla sobre los traumas de la guerra, las heridas que dejó el Holocausto en la población y del tormento de emigrar. Para poder encajar en esta nueva tierra hostil se debe cambiar.

El Brutalista narra la historia de László Toth (Adrien Brody), un judío húngaro que escapa del Holocausto y llega a los Estados Unidos. Su vida allí comienza siendo dura, despreciado por muchos, hasta que su trabajo es reconocido por un multimillonario llamado Harrison Lee Van Buren (Guy Pierce), quien se volverá su mecenas comisionándole la construcción de un masivo y monumental centro comunitario, gimnasio, teatro e iglesia. László, obstinado y obsesionado con su obra, intenta apegarse a sus ideas, mas debe seguir los caprichos de Harrison, aunque para este Toth es una forma de entretención y su obra un homenaje a su ego.

Al repasar brevemente los aspectos técnicos para concentrarnos en los mensajes les diré: ¿la fotografía, el arte, las actuaciones y el montaje? Todo es fenomenal. Sin algo que objetar. Es impresionante cada uno de esos aspectos.

Si bien tuvo críticas el que Brody haya ganado el Oscar, sobre todo por el uso de  Inteligencia Artificial (IA) en su actuación, lo cierto es que su desempeño es potente y no tiene cabida alguna a dudas que su interpretación merecía aquel galardón.

Hay una gran cantidad de mensajes expuestos en la cinta, pero me enfocaré en unos cuantos.

Esclavo y amo

Harrison y László tienen una dinámica de amo y sirviente. Aquel posee el dinero que utiliza para complacer sus caprichos y este es su títere usado para entretenerse. Llega al punto en que literalmente Harrison abusa de László: le ha quitado su dignidad, su trabajo, su honra. En la cinta se expone cómo László se vuelve más hostil y agresivo con la gente que está bajo su mando. “El sueño del oprimido es volverse el opresor”, diría Paulo Freire.

¿Mensaje sionista?

Sobre un cierto mensaje sionista que algunos han percibido en la cinta. No lo sentí así. No capté un mensaje de propaganda a favor del sionismo o de Israel. Solo hay momentos en que se habla de forma extensa, como la escena donde se oye el discurso de la fundación del Estado de Israel (acompañado con escenas de la fabricación de unos muebles diseñados por Toth); o cuando Zsófia, junto a su marido, anuncian su deseo de irse a vivir a Israel. Ante esto, Erzsébet y László cuestionan su decisión y le recalcan que es europea y no es nativa de la zona donde se ha establecido Israel. “¿Dónde vivirán?”, le pregunta, y de seguro la respuesta real y no la que le da Zsófia sería: “desplazando a palestinos de sus hogares”.

La escena final, con Zsófia hablando de la obra de László y anunciando que el arquitecto emigró a Israel, apunta a que este sigue siendo un extranjero, un ser alienado donde vaya. Él y toda la migración judía que llegó a Israel.

László nunca habla abiertamente sobre su experiencia durante el Holocausto. Es más, no menciona el haber estado en un campo de concentración, hecho que solo se intuye entre las cartas y las conversaciones que tiene con Erzsébet.

Con los roles intercambiados y Zsófia siendo la que habla y László el mudo, en un discurso en Venecia donde se homenajea la obra de Toth Zsófia pone palabras en la boca de László, habla sobre este y sus trabajos con cosas que nunca expresó el arquitecto. Zsófia usa ese estrado para meter sus pensamientos y puntos de vista sionistas dentro de la obra de László.

Al final, Toth sigue siendo utilizado por otros para conseguir sus fines, para sentirse bien con ellos mismos, para darles placer, como le habría dicho Harrison: “eres una perra”. Y lo siguió siendo hasta el final.

El uso de la IA

Se desató una gran polémica al revelarse que la producción usó IA para que los actores pudiesen hablar en húngaro con una mejor pronunciación.

Esta no es la primera película en usar IA y de ninguna forma será la última. Pero hay todo un tema ético respecto al empleo de la IA en las artes. Personalmente no le tengo miedo a la IA, siento que es un gran avance y mejorará y facilitará muchos aspectos de la vida y del trabajo en general. Espero entusiasmado qué grandes maravillas traerá el futuro acompañado del uso de esta nueva tecnología.

Eso sí, cuando se trata de arte desprecio a la IA.  Porque la IA es eso, artificial, no es natural, no contiene las emociones, la pasión y la capacidad de maravillarse que un artista podría tener. Un dibujo mal hecho por un aprendiz me resulta con más valor que cualquier imagen generada por la IA, por más sorprendente que se vea.

Y es que no fue solo en las voces en las que se usó la IA, sino que además para crear los edificios y la arquitectura de László Toth. O sea, la cinta predicando un mensaje que ellos mismos irrespetan.

Ganadora de tres premios Oscar. Es una buena película.  Es sorprendente. Es épica en su duración y su narrativa. Pero no es la obra maestra que anunciaban. Véanla, ustedes tomen la decisión final.

Ficha técnica
Dirección: Brady Corbet.
Año: 2024.
Producción: Nick Gordon, D.J Gugenheim, Andrew Lauren, Trevor Matthews, Andrew Morrison, Brian Young.
Guion: Brady Corbet, Mona Fastvold.
Música: Daniel Blumberg.
Fotografía: Lol Crawley.
Montaje: Dávid Jancsó.
Protagonistas: Adrien Brody, Felicity Jones, Joe Alwyn, Guy Pearce, Raffey Cassidy y
Stacy Martin.

VIDEO │ Tráiler de El Brutalista

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Sebastián López Correo del Alba

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