Escribir después de tantos años sobre el ejemplo –práctico-político– de Che Guevara representa un desafío que escala a medida que avanza el proceso de lectura de sus documentos y reflexión sobre los artículos, que inundan páginas, libros y folletos exponiendo la vastedad de su pensamiento. No obstante, la complejidad que va adquiriendo esta tarea se hace menos ardua cuando en esa misma medida nos permite superar la nostalgia de su partida y recuperar la lucidez de su palabra y su legado de hombre acción y de ideas.
Su temprana partida abrió espacio a diversas especulaciones que por largo tiempo encubrió lo más indeleble de su trayectoria, “consintiendo muchos” ser portavoces casi exclusivamente de su ejemplo de lucha y coraje sin indagar en su trabajo metódico de lectura y autoformación intelectual. Nos quedamos por demasiado tiempo anclados en la imagen de su boina de combate, elevándolo al olimpo remoto de lo inalcanzable. Fue más fácil pronunciar alguna de sus frases de memoria o cantar los homenajes épicos que despertar sus textos que dormían en armarios o estantes empolvados, y embelesarnos por sus extensos recorridos desde las pampas latinoamericanas hasta los cañaverales, serranías y selvas tropicales. Contradicción inentendible cuando el propio Che se empeñó en proponer y revisar las características propias tanto de la Revolución cubana como los procesos revolucionarios y de liberación nacional que se acrecentaban por el mundo periférico en los años 60.
Su crítica de las armas fue tan trascendental y señera como su pensamiento económico y sus cuestionamientos al denominado socialismo real. Devenimos casi sin pensar, prisioneros de la estandarización que el mismo Che cuestionó ejerciendo la crítica desde la praxis. Como nos recuerda María del Carmen Ariet, “resulta una distinción incuestionable para el Che, y de extraordinaria eficacia, asumir la política como una revolución donde la ética, la educación y la cultura impongan nuevos modos de conocer y transformar, haciendo valer el sentido de la filosofía de la praxis”.
Che Guevara simboliza al vital teórico y práctico del socialismo de América Latina, casos como los de Che son excepcionales, aunque no exclusivos. Desde su asesinato en la alta serranía boliviana Che ha sido recordado por largos años, demasiados quizás, como el guerrillero heroico, abarcando páginas y citas innumerables mientras su análisis y legado teórico fue relegado a un segundo plano[i].
El estudio contemporáneo del pensamiento guevarista cobra aún más relevancia cuando comenzamos a percibir y a experimentar la sociedad que se yergue sobre la Humanidad, como consecuencia de la ambición, avaricia y delirio consumista. El análisis de una lectura en profundidad del pensamiento del Che, sin duda, aportará a la construcción de un mundo para que la Humanidad sobreviva a la catástrofe de la sobre explotación de los recursos naturales, la polución ambiental, el cambio climático como una de las consecuencias trágicas más palpables del capitalismo que ponen en riesgo el futuro del planeta y la Humanidad, a la que nos empuja la codicia extractivista del sistema capitalista.
El Che se emplaza en el sur del mundo, pensando el planeta desde la periferia sea África o América Latina. Y nos sigue interpelando, como lo hacen Mariátegui y Fanon a pensar y actuar desde nuestra realidad, indo-afro-mestiza-latinoamericana.
Pensamiento Crítico (propio)
Por ello salimos a reencontrar las ideas del Che, situados en y desde la América Latina, al sur del mundo, tal como Aurelio Alonso parafrasea al Che, “la tarea de la construcción del socialismo en Cuba debe encararse huyendo del mecanicismo como de la peste”, nos alertó. Esta afirmación fue válida ayer y más vigente hoy que ayer, pues en el estado actual del capitalismo no podemos escapar ni menos derrotarlo con sus mismas armas. Ese fue el emplazamiento y crítica del Che, desde las armas y desde las ideas. También nos alertaba sobre los peligros del orden internacional existente y nos convocó desde África y América Latina a transformar las relaciones económicas desiguales por las del intercambio y reciprocidad solidaria entre los pueblos del mundo, señalando que ¡si había que transgredir las reglas del sistema capitalista para propiciar un nuevo orden mundial, no quedaba más que hacerlo!
Al parecer, quienes aspiramos a subvertir el orden capitalista, no hemos tenido la sabiduría y creatividad para recoger el legado integral del Che y nos fuimos permeando con el facilismo y exaltación ideológica resaltando lo glorioso de su vida y la expedición épica de su condición de guerrillero heroico. En el escenario actual del avance neoliberal, tenemos el deber de empinarnos por sobre las singularidades de la historia de su vida para acercarnos a la profundidad de su complejo ideario en términos económicos, transformación individual, solidaridad e internacionalismo casi olvidados del vocablo de la izquierda latinoamericana.
El Che fue, como tantos luchadores antiimperialistas –hombres y mujeres–, asesinado y hecho desaparecer en lo que podríamos señalar como las primeras andanzas del plan Cóndor en el Cono Sur Latinoamericano. A pesar de ello jamás dejó de existir y batallar, nunca desapareció de las luchas populares. Le vimos en la resistencia contra las dictaduras militares en América Latina y Centro América, en las movilizaciones contra la ya defenestrada Área de Libre Comercio de las América (ALCA) y la creación de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) y sus movimientos sociales, en la ancestral resistencia indígena a los designios de la cultura occidental y en la destacada dignidad del pueblo de Cuba ante las amenazas y ataques orquestados por Washington.
Con su asesinato su legado quedó escindido e inconcluso, pero no fue menos fértil e inmanente a la lucha continua de los pueblos del mundo. Desde diversas latitudes y complejidades la resistencia a los designios imperiales aspira a construir otro mundo que supere al capitalismo. Y finalmente el afrentado traje de campaña del Che lo cortejó de regreso a Cuba[ii].
Para el Che era axiomático que no había una sola matriz de análisis para entender el mundo y menos para cambiarlo, por tanto nos invita desde la historia profunda a romper con inmovilismos y dogmas, aunque él profesaba uno, quizás el más esencial de todos los tiempos, el de la necesidad de la “revolución”.
Es difícil suponer que el reduccionismo con el que se describió su papel de líder revolucionario haya sido una maniobra para silenciar las ideas y la acción crítica de su reflexión. En justicia, también hubo quienes desde poco después de su muerte intentaron recoger la otra gran dimensión de su legado que expresaba una poderosa corriente de pensamiento crítico. Esta vertiente, además de desconocer centros ideológicos totalizadores, buscaba entender la política desde los países de la periferia capitalista, lugar de encuentro a la vez de los pueblos que luchaban por liberarse del colonialismo, esencialmente en África. Y por otro lado los movimientos de populares, que bregaban por transformar sus condiciones de vida aspirando a construir el socialismo como sistema de superación del capitalismo en nuestra Región.
Che miraba al mundo desde América Latina, sin embargo, buscaba nuevos instrumentos de análisis que permitiesen comprender la realidad de los países del Sur como, asimismo, a pensar y actuar en función de romper con ataduras uniformes, absolutas y obsoletas. Como nos recuerda el fallecido compañero Fernando Martínez Heredia: “el Che restablece la continuidad de la propuesta anticapitalista socialista, una corriente específica de rebeldía y de ideas que tiene una historia desde el siglo XIX hasta el presente”.
Es imperioso y necesario contribuir a un debate amplio y diverso, culturalmente tan complejo como múltiple sobre los caminos venideros, que sin duda arrancan de la historia de un continente sometido a la barbarie colonial-imperial. Y que indague y retome raíces propias en la acción y pensamiento crítico –tal como hiciera el Che–, que permita superar este trance de dominación capitalista neoliberal que somete y paraliza seduciendo a los de entonces y a los de ahora. Con la boina calada del Che, pero sin convicción ni certidumbre, y sin el pensamiento, la crítica y la práctica que nos aproxime a las ideas revolucionarias y transformadoras del comandante Ernesto Guevara de la Serna.
_____________________________________________
Carlos Torres Chileno, exmilitante del MIR
[i] Femando Martínez Heredia asevera que, “El Che pensador revolucionario sigue siendo bastante desconocido. En El Horno de los 90. Página 91.
[ii] La Revolución cubana nunca abandona a sus combatientes, y así pasó con la búsqueda de los restos de Ernesto Che Guevara, por 30 años, hasta retornarlos a Cuba el 12 de julio de 1997. Fue hace 25 años cuando el comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, su familia y su pueblo los recibieron emocionados. Ver https://www.granma.cu/cuba/2022-07-12/a-25-anos-del-regreso-victorioso-de-los-restos-del-che-a-cuba