Continuando con lo planteado en la primera parte de este artículo, desde el enfoque a tierra, en febrero de 2022, inicia la operación especial de Rusia en territorio ucraniano con el fin de “desmilitarizar y desnazificar Ucrania”, país que se encontraba bajo un manto de rusofobia, principalmente en el oeste del país que se caracteriza por ser más “occidental”, mientras que el gobierno central de Kiev, desatendió regiones importantes por ser más proclives a la cultura rusa en fiel respeto de su historia y sus antepasados. Al tiempo, resonaban nuevamente las intenciones de adhesión de Ucrania a la OTAN, lo cual implicaba una amenaza directa a los intereses y soberanía de Rusia. Previamente, desde el 2014 con la Euromaidan, Occidente emprendió un conjunto de maniobras y estrategias desestabilizadoras que se incrementaron en el 2022, las cuales, cabe hacer la salvación, sólo han resultado en un efecto espejo, siendo el principal afectado el continente europeo. Sin embargo, el viejo continente persevera exacerbadamente en el envío de armamentos de mediano y gran calado a Ucrania para mantener un conflicto perdido con las dolencias de un país que se encuentra en bancarrota y altamente endeudado con Europa y Estados Unidos.
Entre las estrategias comúnmente usadas por Occidente para sancionar con el fin de hacer cumplir sus intereses, se encuentran las sanciones económicas comerciales que prohíben a sí mismos y a otros países realizar transacciones comerciales con los países sancionados, así como también en el mundo de los sistemas económico financiero, el sistema de pagos usado internacionalmente para realizar transacciones en monedas extranjeras es el Swift, del cual países como Rusia, Palestina, Irán y Venezuela, entre otros, están bloqueados del sistema o permanecen bajo “alertas financieras” que imposibilitan de sobremanera el uso del sistema. Motivo por el cual Rusia y China llevan años desarrollando sistemas no dependientes de Occidente y han comenzado a realizar sus transacciones bilaterales en monedas nacionales (rublo y yuan), ocasionando un detrimento importante al ya debilitado dólar.
El sistema imperante en la actualidad, el capitalismo, se basa en la constante absorción de las pérdidas económicas por las gubernamentales o políticas, mientras que los beneficios o ganancias económicas suelen ser distribuidos o concentrados en manos de actores privados, como empresas o individuos. Esas manos privadas, están personificadas hoy día, y desde el siglo XIX, en los Rothschild, JP Morgan Chase y BlackRock.
Siguiendo la misma línea de ideas, esto ha desarrollado una guerra en el plano financiero, los conglomerados establecidos antes mencionados y el mecanismo de Occidente para hacer cumplir con sus intereses, contra el despertar y la concientización del bienestar común, la multipolaridad, el desarrollo compartido y el crecimiento sostenible del sur global. El bloque asociado a la multipolaridad ha generado nuevas instituciones como lo es el Nuevo Banco de Desarrollo, banco impulsado por el Brics como inicio de la nueva arquitectura de seguridad y finanzas para la mayoría global.
Sin embargo, un tema que se mantiene en un álgido debate, bajo la coyuntura de imposición de sanciones a Rusia, es la confiscación de bienes y activos rusos en el extranjero (Europa principalmente) para destinarlos “a Ucrania”. De igual manera, ante estas pretensiones de Occidente, el alto ejecutivo ruso, anunció la firma de un decreto facultando a tribunales nacionales a embargar bienes estadounidenses en el país para compensar los daños como medida de represalia en caso de Occidente aprobar la confiscación de bienes rusos. La decisión definitiva de Occidente en la confiscación de los bienes rusos supondría una desconfianza plena para todos los países que mantienen sus reservas y activos en Europa, lo cual podría desencadenar un retiro de sus bienes, y a su vez, una estrepitosa caída de la banca europea y, en consecuencia, el debilitamiento definitivo del euro.
Siendo así, Europa estaría rompiendo con su fuerte aparato económico financiero, sector que se basa plenamente en la confianza, aunada a la oleada de ultraderecha que está arropando a los países europeos, los cuales se pueden tornar en proteccionistas, generando mayores fisuras a la ya gastada organización regional de la UE, debilitando en mayor medida la concepción ideológica del capital.
Por consiguiente, esgrimidas las aristas de manera superflua pero convincente, se puede desprender de las mismas la existencia de una guerra multidimensional y multiforme que está presenciando el mudo entero en la actualidad.
Equilibrio internacional
El Presidente de la India, Narendra Modi, el Presidente de Brasil, Lula Da Silva y el Presidente de Türkiye, Recep T. Erdogan, han demostrado en sus respectivos periodos, ser buenos negociadores, nacionalistas e importantes líderes regionales que juegan un papel importante en sus regiones y en el tablero internacional mundial. De los tres países, dos pertenecen a los miembros fundadores del Brics, y Türkiye es Estado miembro de la OTAN, sin embargo, el manejo de la política exterior de estos países, se podría catalogar como de mediadores, buscando una resolución de los conflictos saludable a nivel mundial y salomónica, huyendo al belicismo y abogando por la paz.
Si bien esos líderes han jugado un papel importante, el Presidente chino, Xi Jinping y su homólogo de Rusia, Vladímir Putin, se les debería atribuir que hoy por hoy no se haya librado una guerra mundial convencional con el uso de armas de destrucción masivas que culminarían con lo que conocemos como humanidad. Se les podría considerar a estos como los verdaderos mantenedores y protectores de la paz. Esto se afirma como hecho por el conjunto de políticas y acciones tomadas por Occidente catalogadas como bélicas y hostiles, hostigadores de la guerra y la violencia, a las cuales, los dos mandatarios mencionados, han sabido sortear y responder de manera adecuada, evitando confrontaciones directas, aun teniendo los argumentos necesarios para represalias de grandes magnitudes.
Fracaso de la ONU
Al llegar a este punto crítico, y tomando en consideración las premisas y objetivos pregonados con la creación de la Organización de las Naciones Unidas, la cual en el artículo 1 de su Carta Magna determina sus propósitos:
- Mantener la paz y la seguridad internacionales, y con tal fin: tomar medidas colectivas eficaces para prevenir y eliminar amenazas a la paz, y para suprimir actos de agresión u otros quebrantamientos de la paz; y lograr por medios pacíficos, y de conformidad con los principios de la justicia y del derecho internacional, el ajuste o arreglo de controversias o situaciones internacionales susceptibles de conducir a quebrantamientos de la paz;
- Fomentar entre las naciones relaciones de amistad basadas en el respeto al principio de la igualdad de derechos y al de la libre determinación de los pueblos, y tomar otras medidas adecuadas para fortalecer la paz universal;
- Realizar la cooperación internacional en la solución de problemas internacionales de carácter económico, social, cultural o humanitario, y en el desarrollo y estímulo del respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales de todos, sin hacer distinción por motivos de raza, sexo, idioma o religión; y
- Servir de centro que armonice los esfuerzos de las naciones por alcanzar estos propósitos comunes.
Se puede determinar entonces, que los problemas globales de seguridad en la actualidad, se deben a un fracaso del sistema construido el siglo pasado, que se creó servil e afuncional, con un Consejo de Seguridad incapaz de la toma de decisiones requeridas para hacer cumplir lo establecido en la Carta y que responde a los intereses de los cinco miembros permanentes, disminuyendo la voz del consenso de la semiperiferia y la periferia, tornando en una mayor complejidad el relacionamiento en esta instancia.
En contraposición, está la posibilidad de plantear, a nivel global, un nuevo sistema, una nueva organización internacional mundial cuya estructura carezca del carácter burocrático pregonero de la desigualdad y la disparidad, y posea un organismo balanceado, de democracia participativa, de cooperación activa entre los pueblos y naciones en favor de una comunidad global unida, una organización que represente a un gobierno mundial socialista.
En este sentido, la diplomacia internacional, el multilateralismo y la cooperación entre los países son fundamentales para abordar y solucionar los desafíos comunes que enfrenta la comunidad internacional. La promoción de la paz, los derechos humanos, el desarrollo sostenible y la justicia social son objetivos que requieren un compromiso colectivo y una acción coordinada a nivel global.
El panorama actual del escenario internacional está marcado por una compleja interacción de factores políticos, económicos, sociales y tecnológicos. La historia reciente nos ha enseñado que los desafíos globales requieren respuestas globales, basadas en el diálogo, la cooperación y el respeto mutuo entre las naciones. El futuro del mundo dependerá en gran medida de nuestra capacidad para trabajar juntos en busca de un mundo más justo, seguro, próspero, equitativo y con la mayor suma de felicidad posible para las generaciones futuras.
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Loana Salcedo Soto Venezolana, analista política internacional