La derrota de Israel 

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Las reglas de la guerra están cambiando aceleradamente. Los sistemas de armas son cada vez más rápidos, certeros y destructivos y su compra en el mercado mundial es más posible.   

Las antiguas diferencias entre grandes y pequeños ejércitos se han achicado, dándole paso a las mejores estrategias, adecuado uso de los medios de guerra y el control del territorio como elementos esenciales para definir combates, batallas y la guerra misma.

Sin embargo, la preparación militar, la capacidad de conducción de una fuerza en maniobra de combate y la moral combativa de la tropa, sigue teniendo un papel importante en el curso de la contienda y su resultado definitivo.          

La Operación «Inundación de Al Aqsa”, lanzada por la rama militar del Movimiento de Liberación, Hamas, en contra del Estado de Israel y sus poderosas fuerzas militares, policiales y de inteligencia, vino a confirmar que, en el escenario de la guerra convencional o irregular, pueden producirse resultados sorprendentes como los de las guerras de Vietnam, Corea, Afganistán contra Estados Unidos y sus aliados de la OTAN. 

Países con escaso territorio, poca población, bajo nivel de desarrollo y medios militares inferiores a sus oponentes, fueron capaces de resistir durante años una guerra altamente destructiva y con cientos de miles de víctimas para, al final, derrotar a sus enemigos u obligarlos a pactar una retirada deshonrosa para su estamento militar y vergüenza para sus gobiernos.    

La Franja de Gaza es un territorio de apenas 324 kilómetros cuadrados donde viven menos de dos millones de palestinos, rodeados totalmente por muros de 15 metros de altura, con acceso vigilado por Israel, Egipto y Jordania y, con un espacio de mar permanentemente patrullado por la Armada y la Aviación israelí; por lo que resulta difícil explicar cómo pudo organizarse, entrenarse y lanzarse al combate una fuerza militar por aire, mar y tierra que ocupó y controló campamentos militares y ciudades pequeñas y medianas, y disparar al territorio israelí más de cinco mil cohetes y misiles de diversas dimensiones, potencias y alcances y dar de baja a un número importante de efectivos militares, policiales y paramilitares israelíes y logrando decenas  de prisioneros  civiles y militares, detener civiles sin que la sus famosos órganos de inteligencia Sinn Beit y Mossad no se hubieran percatado ni tampoco sus estrechos aliados de la Agencia Central de inteligencia, CIA, de Estados Unidos ni el MI6 del Reino Unido.        

Podría especularse mucho sobre esta sorpresa, pero lo es indiscutible es que no pudo haber sido el resultado de un solo factor sino de la acertada combinación  de varios; el primero y principal, el absoluto hermetismo de la planificación, preparación e inicio de las operaciones militares, para lo cual seguramente utilizaron vías y espacios de entrenamiento, depósito de armas y municiones subterráneos, desconcentración de unidades estratégicas de élites, prescindencia máxima de las comunicaciones electrónicas abiertas y, la construcción de un eficiente servicio de espionaje y contraespionaje en el territorio bajo el control de Israel que suministró información acertada sobre las tropas enemigas.

A ello, podría agregarse las acciones distraccioncitas de Hamas en el campo de refugiados de Yenin, Cisjordania, que condujo erróneamente a las fuerzas de defensa de Israel, FDI, a invadir en dos oportunidades ese poblamiento influenciado por Hamas, con saldo de varios supuestos militantes de Hamas abatidos y capturados, lo que desvío su atención lejos de la Franja de Gaza y, además,  a llevar a los mandos políticos y militares israelíes a subestimar la preparación combativa de esta importante organización de la resistencia palestina que controla política y militarmente a la Franja de Gaza y tiene una creciente simpatía y apoyo entre el pueblo palestino, rivalizando con la organización Al Fatta, del legendario líder Yasser Arafat, fundador de la Organización para la Liberación de Palestina.   

Cualquiera sea el resultado de la operación «Inundación de Al Aqsa» y la respuesta militar anunciada por el Estado de Israel, ya se reconoce una victoria política y militar en favor del movimiento Hamas y la causa palestina y,  la consecuencia inevitable de la misma deberá ser el reconocimiento de  Hamas como actor  político-militar legítimo en el conflicto palestino israelí y, la aparición de algunos  movimientos geopolíticos de las grandes potencias dirigidas a mover el escenario de ese viejo problema del Medio Oriente, especialmente provenientes de la federación de Rusia y la República Popular China, con el posible acompañamiento de Arabia Saudita y la Liga Árabe.           

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Yoel Pérez Marcano Venezolano, exembajador en San Vicente  y las Granadinas y Belice

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