Ecuador con elecciones atípicas y candidaturas ancladas en el bukelismo

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Hay un hartazgo en las denominadas clases subalternas, los sectores sociales y populares, en donde siete de los ocho binomios están en una arena política electoral al parecer alejada de las demandas de los sujetos sociales.

El clima electoral en estas elecciones atípicas evidencia una aparente tensa calma, la que podría verse agitada y matizada por márquetin y comunicación política en las redes sociales, en los próximos días y semanas.

Empero, para ello es importante que tengamos una breve lectura radiográfica que nos permita evidenciar por dónde van caminando cada uno de los binomios, ya que, debido al corto tiempo de campaña electoral, que será de 10 días, como determina Reglamento Electoral, es muy difícil conseguir el respaldo popular y sin sujetos sociales se torna muy incierto el panorama político. Mucho más cuando no se leen las necesidades y demandas ciudadanas que trascienden el ámbito específico de la seguridad, que se traducen en empleo de calidad, una vida digna, aseguramiento social, educación y salud dignas, infraestructura vial; es decir, una arquitectura social que debe tener como columna vertebral a seres humanos, que demandan el derecho de vivir en paz pero con justicia social.

Es muy peligrosa una corriente extraída del fenómeno político bukelista, que le apuesta a la mano dura, que no es otra cosa que apagar con balas la violencia e inseguridad que está erosionando al Ecuador, que se muestra como un país de los más violentos e inseguros en la región latinoamericana.

Jan Tópic, el candidato que proviene del ejército legionario o mercenario, cuya carta de presentación es la de haber estado combatiendo en Siria y Ucrania, promete erradicar las bandas armadas, lo que significa apagar el conflicto y flagelo con más combustible. Es decir, es obvio inferir que la violencia engendra más violencia, una acción trae como respuesta una reacción.

Alguna vez Mahatma Gandhi expresó: «ojo por ojo y el mundo terminará ciego». Lo que encaja perfectamente en el ajedrez político electoral ecuatoriano actual.

Es importante mencionar que Jan Tópic, un próspero y acaudalado millonario vinculado a empresas de seguridad, que dice ser un independiente y apolítico, no es así, porque desempolvando la memoria, hace más de dos años había manifestado su apoyo a la candidatura del nefasto presidente Guillermo Lasso y hoy pretende retractarse de esas declaraciones. De tal manera que es muy cuestionable su apoliticismo, que lo enmarca en un andarivel político de clara tendencia e identidad política e ideológica con la extrema derecha neofascista del Partido Social Cristiano (PSC), de larga data represiva, que ha desangrado al Ecuador mediante terribles violaciones de Derechos Humanos.

Esa organización política es corresponsable de los males que aquejan al país, ya que durante seis años ha tenido una fuerte incidencia política, cuatro con expresidente Lenín Moreno y dos con Lasso, ya que se convirtió en su mentora política, que terminó trizando la institucionalidad del Ecuador. No cesa su apetito de neoliberalismo autoritario para destrozar las empresas públicas estratégicas, incluida la seguridad social, a la que pretenden entregar entre gallos y media noche al sistema bancario privado, ya que es muy atractiva la cartera de activos del Banco del Instituto Ecuatoriano de seguridad Social (Biess), el manejo de la caja de pensiones, cesantías y otros fondos, concomitante las pretensiones de incrementar las tasas de pensiones de afiliados/as, y los años para la jubilación, configurando regresión y lesividad de derechos.

De todas maneras, más allá de la resistencia, y de una agenda política estratégicamente construida para continuar satanizando mediante la persecución política selectiva a líderes y lideresas sociales, a través del lawfare, fake news, que las han reactivado en contexto electoral, en donde afloran, como expresa un refrán muy popular, a flor de piel el odio en contra de adversarios y opositores políticos: caso específico del expresidente Rafael Correa Delgado.

Al presidente de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie), muy hábilmente lo sacaron de la lid electoral, ya que Pachakutik, su brazo político, con dos tendencias: una de izquierda representada por Leonidas Iza Salazar y otra neoliberal cercana al régimen, mantienen un litigio en el Tribunal Contencioso Electoral por el control de la coordinación nacional, que no se resolvió, impidiendo la inscripción de candidaturas a las diferentes dignidades de elección popular.

Revolución Ciudadana tiene al binomio compuesto por Luisa González, candidata a la Presidencia de la República del Ecuador, y Andrés Arauz, a la Vicepresidencia.

La candidatura  de Luisa González presumimos que se empezó a construir en contexto del triunfo electoral seccional del  5 de febrero, en donde, como es de conocimiento, esta organización política consiguió la mayor cantidad de gobiernos autónomos descentralizados en sus tres niveles, como son prefecturas, alcaldías, concejalías y vocalías de gobiernos parroquiales, que evidencian  una gran estructura territorial, con acción y formación política, organizativa, y desde la unidad en la diversidad han aprendido a convivir internamente diferentes tendencias que fácilmente se reactivan en cada proceso electoral. Tendencias, por mencionar, que vienen desde los feminismos defensores de los derechos de la mujer, erradicación de las violencias estructurales, el femicidio, transfemicidio, condena a la homofobia, xenofobia; el ecologismo social, el antineoliberalismo y antiimperialismo,el internacionalismo solidario, defensa de la libre autodeterminación de los pueblos, de la inclusión de otredades socioculturales, sexogenéricas, juventud, el enfoque de género, generacional; hasta una corriente defensora de la doctrina social de la Iglesia.

Sin embargo, avanzan y se consolidan en torno a una propuesta y Plan de Gobierno, que se sustenta en la recuperación de la democracia para construir justicia social y política pública.

Es evidente que la embajada de los Estados Unidos en Quito tiene a dos de sus candidatos estratégicos a la Oresidencia, uno de ellos es Fernando Villavicencio, del movimiento político Construir, y a la vez es el candidato de Carondelet, anclado en su discurso anticorreísta que desnuda todo el odio y parafernalia a todo lo que significa la década de la Revolución Ciudadana.

Su nefasto paso por la Asamblea Nacional del Ecuador, como expresidente de la Comisión Legislativa de Fiscalización y Control Constitucional, puso en evidencia su afán e intento de boicotear el proceso de juicio político, de censura y destitución en contra de presidente Lasso.

En los recorridos que viene realizando por el país, su agenda en la tarima política-electoral se caracteriza por diseminar odio a Rafael Correa y a la Revolución Ciudadana, fustiga a la corrupción sin la sustentación y fundamentación al respecto.

Su objetivo y fin en mente evidencian que su candidatura responde a los intereses de la oligarquía neofascista de Quito y los tanques de pensamiento estadounidenses.

Durante seis años funcionó el libreto, de encuadre y narrativa massmediática y comunicacional, de despotricar, difamar, pero ahora los sujetos sociales empiezan a darse cuenta que esa es una perversa construcción de los laboratorios de inteligencia norteamericanos. Se ha evidenciado que cuando los líderes políticos no se someten y subordinan a su tutela, intereses y alteridad de poder imperialista, son sometidos a la persecución y guerra judicial, hasta proscribirlos políticamente.

Yaku Pérez Guartambel, el mestizo que dice ser indígena, representa al denominado progresismo neoliberal, al que subyace una clara construcción de la Embajada estadounidense, auspiciado por Democracia Sí, Unidad Popular, Partido Socialista, que han sido colaboradores en el nefasto régimen de Moreno y que contribuyeron con el voto al que calificaron de ideológico que fue abonado al triunfo del banquero presidente. Cuenta con un gran enracimado de oenegés articuladas al ecologismo, el auspicio y financiamiento de las diferentes agencias norteamericanas, fantasmagóricamente articuladas al desarrollo, la democracia, que son la punta de lanza bifacial para combatir los progresismos que cada vez se consolidan más en la Región, porque contienen un diverso matiz político e ideológico.

En 2021 atacó abiertamente a los gobiernos progresistas, y en su ego se esconde el repudio a los gobiernos de Cuba, Nicaragua y Venezuela bolivariana, que defienden la libre autodeterminación de los pueblos, condenan el bloqueo, las Medidas Coercitivas Unilaterales (MCU). En archivos de medios de comunicación consta que cuando le preguntaron a quién apoyaría en el balotaje electoral de 2021 entre Andrés Arauz de la Revolución Ciudadana y Guillermo Lasso de CREO, manifestó que era preferible en Ecuador un banquero y no una dictadura.

Por ello, en Derecho expresan los juristas: «a confesión de parte relevo de prueba».

Xavier Hervas Mora, hace dos semanas fue impugnada su candidatura, pero el Tribunal Contencioso Electoral (TCE) no dio paso a la misma, quedando inscrita. Desde el periodismo de investigación se había denunciado que tenía inversiones en un paraíso fiscal de Panamá, lo cual está censurado y prohibido en la Constitución, el Código de la Democracia y el marco legal vigente en el Ecuador.

Daniel Noboa Azin, un joven perteneciente a la oligarquía guayaquileña pero no neofascista, con un escueta orientación e inclinación al populismo demagógico, hijo del magnate Álvaro Noboa Pontón, algunas veces candidato a la Presidencia, uno de los empresarios más fuertes del país, pero que busca posicionar en la retina del pueblo que el hombre más rico del Ecuador es honesto, pretendiendo ocultar que tiene una gran habilidad para cometer evasión y elusión tributaria, convertidas en delitos.

Otto Sonnenholzner, un candidato que fue exvicepresidente en el régimen del nefasto expresidente Moreno, de conocida trayectoria durante la pandemia del Covid-19 y sus secuelas letales, que terminaron apagando la vida de miles de ecuatorianos/as, con la opacidad de  una enorme ola de corrupción que se materializó en las denominadas vacunas VIP, que terminaron beneficiando a cognados y agnados del neofascista régimen de Moreno, que como ya hemos manifestado en otros artículos desnudaron diferentes modalidades de corrupción, que no son motivo de análisis en el artículo pero que profundizaron la precarización de derechos, el surgimiento de pobreza multidimensional, injusticia, inequidad, con violación de Derechos Humanos en el levantamiento social y popular de octubre del 2019. Hoy esos delitos cometidos permanecen en la impunidad, a pesar de existir un sendo informe de la Comisión de la Verdad y que mantiene en prisión más de dos años al exdefensor del Pueblo, víctima de la guerra judicial.

Bolívar Armijos, un joven aparentemente progresista, pero identificado con una corriente populista, que no ha dejado de recurrir al discurso asistencialista y paternalista y que dice encuadrarse en una especie de copy y paste de lo realizado por la Revolución Ciudadana.

Abundan las encuestas y obviamente tenemos que ser muy selectivos al respecto, sustentando el análisis no en nombres de las mismas, sino en la calidad.

Ergo, es importante mencionar que son una foto diagnóstica del momento que puede permitir a las siete candidaturas saber el qué y el cómo darán sostenibilidad y sustentabilidad programática a su plan de gobierno, en el caso específico de que uno de estos binomios resulte ganador del proceso electoral venidero, que se realizará el 20 de agosto.

Por lo tanto, es evidente una especie de letargo o adormecimiento del pueblo ecuatoriano en el proceso electoral atípico en marcha, con cierta dosis de desconfianza y que se manifiesta en un quemeimportismo, el cual tendrá que ser zanjado por la recuperación de la democracia para imprimir justicia social, desarrollo social sostenible, con pleno ejercicio y conquistas de derechos, es decir, políticas públicas para seres humanos enclave estratégico del principio constitucional del Buen Vivir.

El pueblo ecuatoriano tendrá que aprender a discernir muy sabiamente entre la única candidata a presidenta, que garantiza seguridad sin recurrir al bukelismo violento y discriminante, es decir, con  justicia social, políticas públicas, a la que debe sumar la experiencia aprendida y acumulada de un proyecto político, que tuvo importantes logros durante una década, y que también devuelva la confianza a todo el tejido social para seguir cambiando y transformando al Ecuador.

La propuesta bukelista y seguritista es una solución cortoplacista o inmediatista con un alto contenido de violación de Derechos Humanos. Por ello en las manos del pueblo reside la soberanía popular para cambiar y construir un país del tamaño de los sueños de todas y todos.

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Luis Ernesto Guerra Ecuatoriano, analista político y activista de Derechos Humanos

Las opiniones expresadas en esta sección son de exclusiva responsabilidad del autor/a

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