El presidente Hugo Chávez es recordado como un pelotero de corazón, como un alma vieja que miró desde joven con sueños de afición y grandeza al deporte rey en Venezuela, que dignificó y atendió las políticas para el desarrollo del deporte nacional, y hasta en estos tiempos el pueblo presencia los últimos y más grandes proyectos de su mandato, como lo fue acoger la Serie del Caribe Gran Caracas 2023 en el nuevo y magnífico Estadio Monumental Simón Bolívar.
En sus años de formación, Chávez siempre fue apasionado por el béisbol. Ingresó en la Academia Militar en Caracas con el fin de acercarse al centro del béisbol, contrario a los deseos de sus padres que anhelaban que estudiara educación; curiosamente una decisión que lo encaminó en una carrera militar y política que lo llevaría a su destino, al trazar el gran sueño bolivariano que vivimos y construimos hasta el día de hoy.
La memoria de Chávez es recordada como la de un líder amante del deporte que nos legó su amor y afición, siempre en buena forma y deseoso de practicar con el bate o hacer alguna actividad física. Concibió la necesidad de protagonizar el deporte como objetivo del compañerismo, competitividad y esfuerzo en todos los rincones del territorio, descubriendo y conduciendo a la «generación de oro» para alcanzar su tan deseado sueño: Ver a Venezuela convertida en una potencia deportiva a nivel mundial.
Al establecerse el Artículo 111 en la Constitución de 1999 se da el primer el paso que encamina los objetivos y oportunidades del deporte nacional e internacional venezolano hacia el sueño de la “generación de oro”, concretando una identidad deportiva multicéntrica nunca vivida en nuestra historia.
«La arañera de Sabaneta» hizo cumplir enérgicamente el abrir las puertas hacia la creación de espacios y vías para el estudio y práctica del deporte, dio la oportunidad a los venezolanos de tener presente y con orgullo la dicha de ser protagonistas y partícipes del mundo del esfuerzo, la habilidad, el espíritu y el uniforme. Nos regaló el camino del deporte hacia el destino de todas y todos.
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Martín González Correo del Alba