En febrero, varios países latinoamericanos amantes del juego del béisbol dan inicio a la “Serie del Caribe”, evento al cual concurren muchas de las más sobresalientes estrellas del juego de la pelota. Los fanáticos hacen largas filas para adquirir sus entradas a los estadios y así poder aupar a sus equipos. El béisbol es una pasión y uno de esos fanáticos lo fue el Comandante presidente de Venezuela Hugo Chávez Frías, quien con una “clave” beisbolera ordenó dar inicio al Movimiento Cívico-Militar del 4 de febrero de 1992, acontecimiento del cual se cumplen 31 años. En una llamada al Comandante Francisco Arias Cárdenas desde el peaje de Tapa-Tapa en el estado Aragua, Chávez, mediante un teléfono público monedero, le dice a su compañero “Pancho, el juego quedó apretado, ganamos dos a uno”.Dos más uno es igual a tres. Esa clave era la orden para el inicio de la Operación Militar que arrancaría la noche del tres de febrero y se extendería hasta la madrugada y amanecer del cuatro de febrero. (Sánchez, 2014).
El 4F, a decir del capitán Diosdado Cabello Rondón, marcó un hito que divide la historia de la democracia venezolana en “un antes y un después” (Cabello, 2013). No se trata de una frase exagerada. El 4F fue la respuesta de la joven oficialidad del Ejército venezolano al cuadro de descomposición y podredumbre moral y ética que fue tomando cuerpo en Venezuela en el período 1958-1998 en todos los órganos del Estado. De aquella bonanza producto de los ingresos petroleros durante la década de 1970, los gobiernos de entonces destinaron inmensas cantidades de dinero para establecer y fortalecer una estructura político-clientelar fundada en el más desenfrenado populismo, apartándose de las verdaderas y más sentidas necesidades del pueblo, con lo cual, las desigualdades sociales existentes se acrecentaron. La indiferencia de quienes dirigían aquel Estado opulento, despilfarrador y corrupto, dio lugar al llamado “Viernes Negro” en febrero de 1983 que empobreció a millones de venezolanos con el aparecimiento de un proceso inflacionario producto de la devaluación de la moneda y la pérdida del valor adquisitivo del bolívar. La crisis moral y ética dio lugar al aparecimiento de situaciones nunca antes vividas por el pueblo venezolano, tales como el sicariato, asesinatos por encargos, el narcotráfico, secuestros, existencia de grupos de exterminio en el propio seno de los organismos de seguridad del país. Aquella democracia surgida del Pacto de Punto Fijo convirtió a las Fuerzas Armadas en un instrumento de represión, con órdenes precisas a los soldados de disparar contra sus propios hermanos. Las medidas neoliberales conocidas como “El Paquetazo”, desencadenaron gigantescas protestas populares que reclamaban con justeza mejores condiciones de vida. El 27 de febrero y el tres de marzo de 1989, ocurrieron los acontecimientos sociales conocidos como “El Sacudón” o “El Caracazo”, que, sin lugar a dudas, marcaron el rompimiento definitivo del pueblo con aquella dirigencia corrupta, cipaya y vendida al gran capital oligárquico nacional y trasnacional.
Al cumplirse el 31 aniversario del 4F, bueno es recordar los objetivos que se plantearon aquellos jóvenes militares que se atrevieron a soñar en una Venezuela distinta. La conformación de un gobierno de emergencia y la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente, eran los propósitos estratégicos para establecer los cimientos de una nueva República. El sello ideológico de aquellos valientes eran los pensamientos de Bolívar, Simón Rodríguez y del general del pueblo soberano, Ezequiel Zamora. El alzamiento militar justificó su accionar en el alto grado de ilegalidad e ilegitimidad del gobierno de entonces; el agotamiento de un modelo económico basado en el rentismo petrolero y la profunda crisis moral y ética expresada en una corrupción generalizada que se había regado por todas partes como un cáncer, infectando todo el cuerpo de la nación.
El 4F visto como una operación militar, no tuvo éxito y en aquella mañana fría del cinco de febrero de 1992, el propio Comandante Hugo Chávez, asumiendo su responsabilidad de jefe y líder de la intentona, anunció al país y a sus camaradas lo siguiente: “Compañeros, lamentablemente, por ahora, los objetivos que nos planteamos no fueron logrados en la ciudad capital…Les agradezco su lealtad, les agradezco su valentía, su desprendimiento, y yo, ante el país y ante ustedes, asumo la responsabilidad de este movimiento militar bolivariano”.
Siguiendo al profesor Amílcar Figueroa, (Figueroa, 2014), el 4F fue el inicio de una revolución política con basamentos ideológicos serios. Fue una intentona para luchar por la transformación social de un país que se había perdido en las manos de la partidocracia Puntofijista. Con ese movimiento dio inicio al enfrentamiento contra el imperialismo que había convertido a toda Latinoamérica en su “patio trasero”. Fue el regreso de Bolívar y de su espada redentora. Se abordó desde una visión geopolítica global que trascendía los límites latinoamericanos y caribeños. Era plantearse enrumbar la economía por nuevos derroteros que, vinculando la renta petrolera, diera inicio a un sistema verdaderamente productivo. Era plantearse el nacimiento del Poder Popular y Comunal como tránsito hacia el verdadero socialismo con características genuinas y propias aplicables al pueblo venezolano. Era, en fin, el inicio de un nuevo pacto social para que lo viejo muriera y naciera lo nuevo. A 31 años del 4F puede afirmarse que Venezuela cambió. Un nuevo texto constitucional es el traje que ahora luce esta patria linda. De aquella orden dada en clave beisbolera, un nuevo juego se desarrolla. Se cometen errores, sí, como en todo juego. Lo importante es realizar los ajustes necesarios para continuar y no perder el partido. Para ello es primordial no olvidar el legado de Chávez, el joven militar que aquella madrugada del cinco de febrero de 1992 despertó un mundo.
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Felix Roque Rivero Venezolano, abogado
