La decisión de la postulación de Luiz Inácio Lula da Silva a las presidenciales del próximo octubre en Brasil, fue reafirmada durante el Congreso del Partido de los Trabajadores (PT), este miércoles 20 de julio en el marco de la XVI Reunión Nacional “Marcelo Arruda”, con una votación de 599 a favor, apenas dos abstenciones y 34 votos negativos, según indica la web de ese tolda política. El candidato estaría completando fórmula a la vicepresidencia con Geraldo Alckmin, exgobernador de Sao Paulo.
El PT irá en alianza con el Partido Comunista de Brasil, Partido Verde, Partido Socialista de Brasil (PSB), el jueves 21, luego de la Convención Nacional de Sao Paulo, se finiquitó la lista para inscripción en el Tribunal Electoral.
Durante el encuentro se aprobó la declaración política, que no solo habla de la situación que enfrenta el país, sino que además es un documento de trabajo que indica la línea política y el plan de gobierno que piensa implementar Lula de ganar las presidenciales.
Esta es la resolución completa, extraída de la web del PT:
“El XVI Encuentro Nacional “Marcelo Arruda” del Partido de los Trabajadores, realizado este miércoles 20, aprobó una resolución política sobre el momento del país, la urgencia de los cambios y la esperanza de Brasil en la elección de Lula.
A los ataques del bolsonarismo, la escalada de la violencia política y los discursos de odio, responderemos con cada vez más presencia de nuestra campaña en las calles, en las redes y en los mítines de Lula en todo Brasil. Responderemos con movilización y victoria en las urnas. Brasil necesita paz y necesita cambiar ahora.
El proceso electoral de 2022 es decisivo para superar la gravísima crisis social, política y económica en la que está sumido Brasil por la acción de fuerzas contrarias al proyecto de transformación democrática y socialmente incluyente del país, inaugurado con la primera elección del presidente Lula, en octubre de 2002. Por todas las razones, esta es la elección de la esperanza del pueblo brasileño.
El proyecto de un país con crecimiento, distribución del ingreso, políticas de bienestar social, libertades democráticas plenas y soberanía fue interrumpido por el golpe de destitución de la presidenta Dilma, en 2016, que llevó al poder un proyecto neoliberal e hizo retroceder a Brasil en logros sociales, políticas públicas e inversiones estatales para el crecimiento y la generación de empleo y renta.
La condena, encarcelamiento y anulación de la candidatura del presidente Lula, ahora reconocida como manifiestamente ilegal, llevó al gobierno de Jair Bolsonaro, que profundizó el proyecto ultraneoliberal, generó desempleo y pobreza, abandonó a la población durante la pandemia y devolvió el hambre al país.
Fueron años de entrega de bienes públicos a intereses privados, muchos de los cuales eran extranjeros, a través de la privatización de sectores enteros de Petrobras, más recientemente de Electrobras y la privatización en curso de Correios. Años de escalada de la deforestación en la Amazonía, crímenes contra el medio ambiente y de quienes los denuncian, como se comprueba con el reciente asesinato del indigenista Bruno Pereira y el periodista Dom Philips, contando con la omisión criminal de los poderes del Estado.
Además, de la disputa entre dos proyectos, el que interesa a la mayoría de la población y el que solo favorece a los más ricos, estas votaciones también se caracterizan por la elección del país entre la democracia y el autoritarismo que encarna Bolsonaro. Nunca antes un presidente electo había atacado de manera tan sistemática la Constitución, los derechos, las leyes, las instituciones, el civismo, la ciencia y las libertades democráticas.
Por sus actitudes antidemocráticas, especialmente en los últimos cuatro años, intensificadas a medida que se acerca el juicio en las urnas al peor gobierno de la historia, Bolsonaro deja cada vez más claro que no es solo un opositor electoral, sino un enemigo de la democracia y las libertades. que pretende mantenerse en el poder, aunque le cueste quebrar el país, por la inviabilidad fisiológica de los presupuestos públicos, desgarrar la Constitución, atentar contra las instituciones y quebrantar el Estado democrático de derecho.
Bolsonaro le tiene miedo a la gente, a las urnas, y por eso está tratando de sabotear la credibilidad del propio proceso electoral, emulando a su maestro en el engaño político, Donald Trump, cuando intentó dar un golpe al Congreso estadounidense.
El mundo vio con asombro la última maniobra insensata de Bolsonaro, cuando reunió a decenas de embajadores de países extranjeros en el Palácio da Alvorada para destilar mentiras en contra del proceso del voto electrónico, reconocido mundialmente como confiable, seguro y eficaz. Además de proferir ofensas a los ministros de los tribunales superiores y a Lula da Silva.
A esta última sucesión de delitos electorales y de responsabilidad, ante lo que, partidos de oposición, organizaciones de la sociedad y representantes del Ministerio Público abrieron procesos judiciales contra Bolsonaro, le siguió otro atentado de parte del presidente brasileño: el asesinato en Foz do Iguazú del camarada Marcelo Arruda, a quien honramos en este XVI Encuentro Nacional del PT.
Las armas de Bolsonaro son: la mentira y el odio, la corrupción y la violencia, los prejuicios y la discriminación. A las que debemos oponerles: la verdad y la solidaridad, la democracia y la paz, el respeto a los derechos individuales y colectivos. Tenemos que enfrentar un proyecto de reconstrucción y transformación de Brasil y hacer de él nuevamente un país donde el presente con empleo, ingresos y oportunidades para todos pueda, nuevamente, proyectar un futuro mejor.
Llegamos a este XVI Encuentro Nacional “Marcelo Arruda” habiendo construido ya una inédita unidad del campo popular, de izquierda y progresista, reuniendo a siete partidos, centrales sindicales y movimientos sociales. La expansión de la candidatura de Lula es confirmada por las manifestaciones de apoyo de artistas, líderes y organizaciones de la sociedad y, principalmente, en las multitudes que asisten cada vez más a los actos con Lula.
Estamos ante la siguiente etapa, el inicio oficial de la campaña, el 16 de agosto con nuestro candidato manteniendo el liderazgo en todas las encuestas electorales durante más de un año. El liderazgo de Lula refleja la esperanza que suscita, porque en ningún momento nos desviamos de la verdadera agenda del pueblo: enfrentar el desempleo, el costo de la vida, la pobreza y el hambre. Retomar el crecimiento con justicia social, soberanía nacional, derechos de la población y democracia con organización popular.
Es con estos compromisos que debemos inaugurar la próxima etapa, decididos a mantener y ampliar aún más nuestro movimiento por Brasil, conscientes de que nos enfrentamos a un adepto del uso ilegal e ilimitado de la máquina pública, que viene amplificando su industria. de mentiras en una guerra cada vez más sucia por mantenerse en el poder.
En esta disputa por los corazones y las mentes, cuanto más amplia y arraigada sea la organización social de la campaña (los comités populares, la movilización en torno al programa, la creciente ocupación de las calles) mayor será la posibilidad de obtener una gran victoria sobre el bolsonarismo y el neoliberalismo, además de cerrar el espacio a cualquier intento de irrespetar el resultado de las urnas.
A los ataques del bolsonarismo, la escalada de la violencia política y los discursos de odio, responderemos con cada vez más presencia de nuestra campaña en las calles, en las redes y en los mítines de Lula en todo Brasil. Responderemos con movilización y victoria en las urnas. Brasil necesita paz y necesita cambiar ahora.
¡Lula es la esperanza de Brasil!
