Irán finalizó la primera semana de junio con la continuación de una serie de protestas debidas al recorte gubernamental de subvenciones para algunos productos de primera necesidad como la harina y el trigo, lo cual es una de las consecuencias del conflicto entre Rusia-Ucrania, países que son los principales exportadores de grano a nivel mundial. La decisión de las autoridades iraníes provocó un aumento de los precios de alimentos esenciales, como el arroz, la pasta, el pan, el aceite, la carne y los huevos.
En mayo se produjeron las primeras manifestaciones, hasta ahora pacíficas, las cuales se han extendido en, al menos, unas siete provincias del país. Pero, además, de reclamar el aumento de los rubros básicos, estas protestas han adquirido rápidamente una connotación política, con críticas dirigidas a las autoridades religiosas, acusadas de ser insensibles a las dificultades de la población. A las movilizaciones se han ido sumando diferentes gremios como el de los educadores y el transporte, que llevan meses reclamando mejores salarios.
Hasta ahora, las autoridades de Teherán, a través de las fuerzas de seguridad han logrado controlar las iniciativas, aunque esto ha conllevado al cierre de internet que es un medio que utilizan los manifestantes para preparar y difundir la información para organizar las protestas.
Economía en colapso tras sanciones norteamericanas
No cabe duda de que esta ola de disturbios tiene su raíz en las duras sanciones que Estados Unidos le ha infringido a ese país, desde el triunfo de la revolución iraní en el año 1979, es decir, durante 43 años dentro de los cuales no se han disminuido sino intensificado.
Las protestas son un síntoma de la creciente frustración de la población ante los problemas de la economía iraní, que se enfrenta a una inflación galopante, agravada por el constante debilitamiento de la moneda nacional. Con el objetivo de minimizar la reacción a las reformas de los subsidios, el presidente Ebrahim Raisi, anunció recientemente un nuevo programa de transferencia de dinero en efectivo (basado en diferentes tramos de ingresos) para compensar a los ciudadanos iraníes. Sin embargo, esta disposición puede no ser suficiente para compensar el aumento de los precios de los bienes y servicios. Si no se suavizan las duras sanciones de Washington a Teherán, es muy poco probable que las condiciones macroeconómicas de la República Islámica mejoren significativamente.
De acuerdo con cifras oficiales, Irán pierde mensualmente por efecto de las sanciones norteamericanas entre cuatro mil y cinco mil millones de dólares al mes en ingresos potenciales por la comercialización del petróleo. Además, no tiene acceso a 100 mil millones de dólares en fondos congelados. En cuanto a la inflación, esta sigue en aumento, tan solo al inicio de las protestas se ubicaba en un 40%; al igual que el tipo de cambio subvencionado que se ubica en 42 mil riales (moneda iraní) por dólar, aplicado a las importaciones de bienes esenciales, como medicamentos, carne y trigo. Una situación económica que se repite, casi con las mismas características en todos los países que han sido sancionados de manera injusta por los Estados Unidos. De llegar a un entendimiento con Washington sobre un retorno mutuo al cumplimiento del Acuerdo Nuclear Jcpoa, con una apertura al bloqueo económico y financiero, ese dinero podría ayudar claramente a aliviar la situación económica actual, fortaleciendo el rial y amortiguando la inflación.
Pero, el panorama hasta ahora no es alentador; Estados Unidos se ha mantenido firme en su posición de no retirar la calificación de “Organización Terrorista Extranjera” al Cuerpo de Guardias Revolucionarios Islámicos. Además, Rob Malley, uno de los enviados de Washington para el Acuerdo Nuclear, señaló en el senado norteamericano, el 25 de mayo pasado, que las perspectivas de llegar a un acuerdo son “débiles”.
Juzestán sequía, desertificación y corrupción
La región de Juzestán, en el sureste de Irán, es una de zonas donde se han intensificado las protestas, pero además estas no son nuevas en este territorio. Esta región es ampliamente conocida a nivel mundial por ser poseedora de grandes reservas de petróleo y, por ende, como motor de la economía de Irán.
Asimismo, en esta provincia como consecuencia del cambio climático y la falta de intervención gubernamental, se han ido generando con más frecuencia tormentas de arena que inclusive pueden durar hasta una semana. Estos fenómenos meteorológicos provocan cortes de electricidad, cierre de escuelas, paralización de la administración pública, servicios privados y prácticamente la realización de la vida normal.
En el año 2017, expertos denunciaban que la construcción de represas en la región de Juzestán estaba llevando irremediablemente a la desertificación que influye en la producción de las tormentas de arena; por ello no es una novedad que las manifestaciones vayan en aumento en esta zona. Por ejemplo, en el verano boreal de 2021, se llevaron a cabo protestas en varias ciudades de Juzestán por los continuos cortes de agua y electricidad mientras estaban sufriendo temperaturas que iban desde los 55 a los 57 grados centígrados.
En este sentido, en esta nueva ola de protestas los manifestantes alegan que el actual gobierno iraní se ha abocado en la realización de una serie de proyectos que garantizan, sobre todo, el agua a las grandes ciudades como Teherán, Isfahán, Shiraz, Mashhad y Tabriz, abandonando a su suerte a las ciudades de las provincias. Si bien, las autoridades alegan y culpabilizan únicamente al cambio climático de esta desertificación y escasez de recursos hídricos, pareciera que la población también necesita que el gobierno de Teherán actúe, no solo para aplacar las protestas, sino también para abordar de manera responsable el tema ambiental.
Igualmente, en la ciudad de Abadán, Juzestán, en mayo se derrumbó un edificio en construcción de 10 pisos: el Metropol, causando la muerte de 31 personas. Un hecho que deja en evidencia la falta de medidas de seguridad para los trabajadores, la violación de las normas de construcción, etc. De acuerdo al análisis de especialistas, el edificio debía tener solo seis plantas y se le añadieron, de manera ilegal, cuatro pisos más bajo la venia de las autoridades responsables de otorgar las respectivas licencias. Por el incidente están detenidas 10 personas, entre ellas el jefe de la empresa constructora, el actual alcalde de la ciudad de Abadán y dos de sus predecesores en el cargo.
La gravedad del hecho, además de la pérdida irreparable de vidas humanas, es porque para la población de Juzestán el edificio derrumbado (Metropol) se ha convertido en el símbolo de la corrupción que los manifestantes alegan se encuentra enquistada en el seno del gobierno iraní y de las autoridades religiosas.
Por ahora, el presidente Ebrahim Raisi, tendrá que seguir tratando de aplacar la ira de la población iraní en al menos una veintena de ciudades; una rabia que, pese a la actuación a veces desmedida de las fuerzas de seguridad, no parece contenerse sino exacerbarse.
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Yoselina Guevara López Corresponsal en Italia
