En un discurso en San Petersburgo, el presidente ruso Vladimir Putin, advirtió que “si alguien pretende intervenir desde el exterior en los acontecimientos en curso en Ucrania, creando amenazas inaceptables para nosotros, debe saber que nuestra respuesta a los contraataques será rápida como un rayo”. El presidente de la Federación Rusa subrayó que posee “instrumentos (armas) de los que nadie puede presumir y que estamos dispuestos a utilizar si es necesario”. El Ministerio de Asuntos Exteriores se hizo eco de sus palabras a través de la portavoz Maria Zakharova “Occidente está pidiendo abiertamente a Kiev que ataque a Rusia con las armas que le han proporcionado; no recomendamos poner a prueba nuestra paciencia”.
Estas declaraciones de la Federación Rusa deben ser motivo de preocupación sobre todo para Washington, que es bien sabido que mueve los hilos en Kiev, y que este conflicto es sobre todo entre los Estados Unidos y Rusia. De hecho el jueves, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, pidió al Congreso norteamericano que autorizara un desembolso de unos 33 mil millones de dólares para Ucrania, incluidos 20 mil millones desde ahora hasta el mes de septiembre para ayuda militar. Estas son cifras exorbitantes, son mucho más de lo que países como España, Turquía y Brasil gastan en un año en sus sistemas de defensa.
Poseidón 2M39
Pero, lo que inquieta a los Estados Unidos de las declaraciones del presidente Putin, es probablemente la presunción de que el Jefe de Estado se esté refiriendo a un súper torpedo nuclear denominado Poseidón 2M39, equipado con un reactor nuclear, del cual la Federación realizó las pruebas el año pasado en el Ártico, y es capaz de crear tsunamis radioactivos. Es decir, es un arma indetectable por los sistemas de radar y puede generar olas de grandes dimensiones que podría en minutos arrasar a las ciudades costeras de los Estados Unidos, inclusive kilómetros de tierra firme, pero además por la carga radioactiva podría dejar inhabitables durante décadas las costas norteamericanas. El saldo positivo es que los daños causados a otras naciones serían considerablemente menores; este puede ser el as bajo la manga de Putin.
El ajedrez continúa
Por ahora, Moscú sigue sin estar desesperado ni tener prisa por conseguir mayores resultados en el campo de batalla ucraniano. Quienes apostaron a que un conflicto largo en el tiempo podía debilitar a Rusia, parece que se equivocaron. La escasez de combustible, municiones y personal de combate en las filas de Kiev está jugando a favor de Moscú, no obstante Occidente sigue actuando bajo la premisa de enviar armas a Ucrania. Esto es algo que evidentemente irrita al Kremlin; porque la lectura es que el armamento no está destinado a una rápida victoria de Kiev, sino a la continuación del conflicto contra Rusia. El presidente Putin juega sus piezas, y muestra de ello es que cumplió su palabra y suspendió a Polonia y Bulgaria el suministro de gas, con ello Moscú pone a prueba la unidad europea en materia de sanciones.
La apuesta del Kremlin es que los países más dependientes del gas ruso, como Italia y sobre todo Alemania, antepongan sus propios intereses económicos a las órdenes de Washington. Si Berlín cede, pondría en cuestionamiento la eventual unidad de la Unión Europea, dejaría de estar dentro del redil de la Casa Blanca que los está llevando a un abismo de crisis económica, perdidas de empresas, etc. A Estados Unidos le conviene no tentar al temible dios griego de los mares, sin embargo, su falta de sensatez y negociación ha sido evidente, su engreída creencia y afán de que el mundo continúe siendo unipolar le puede costar caro no solo a Norteamérica, si no a toda la humanidad.
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Yoselina Guevara López Corresponsal en Italia