El pasado domingo 10 de abril, se celebró la primera vuelta de las elecciones presidenciales francesas en medio de las tensiones por el conflicto entre Rusia y Ucrania. Para estos comicios participaron el 74,8% de los votantes con derecho a voto, lo que supone un descenso de tres puntos porcentuales respecto a las elecciones de 2017.
En la segunda vuelta, el próximo 24 de abril, el presidente saliente Emmanuel Macron, cuyo movimiento “La république en marche” obtuvo el 27,6% de los votos, se enfrentará a la ultraderechista del partido rassemblement National Marine Le Pen, que alcanzó el 23,4% de los votos. Es de resaltar la hazaña de la izquierda radical, que quedó fuera de la votación por muy poco “La France insoumise” de Jean-Luc Mélenchon conquistó un 22,2%, un electorado joven en su mayoría, además de los territorios franceses de ultramar, un muy buen signo en lo que pudiera ser el futuro del país.
Los comicios presidenciales de 2022 están también marcando el declive, quizá definitivo, de los partidos tradicionales franceses. Valérie Pécresse, la candidata del Partido Republicano del expresidente Nicolas Sarkozy, se mantuvo por debajo del 5% (4,8%). Este resultado es comparable al de los socialistas franceses; representado por la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, quien quedó estancada en un triste 1,7%.
El terremoto Le Pen
Una victoria de Le Pen en la segunda vuelta de los comicios franceses pudiera significar un verdadero terremoto político para Francia y aún más para Europa.
Por una parte Le Pen y su partido tienen un largo historial de xenofobia, que han intentado suavizarlo. Además no es un secreto que Le Pen quisiera lograr un Frexit, es decir una salida de la Unión Europea al estilo de su antecesor inglés, el Brexit. Esto no extrañaría siendo la UE un organismo que se parece más un barco que se está llenando de agua y que está muy cercano a hundirse. Basta solo ver el triste papel que está cumpliendo la UE en el conflicto Rusia-Ucrania donde como bloque no fue capaz de impedirlo. Emmanuel Macron, el jefe de Estado saliente, en lugar de hacer campaña por los comicios presidenciales, intentó desesperadamente reivindicar el liderazgo francés que otros europeos evidentemente no reconocen.
Retomando el tema de un hipotético Frexit, después de todo, el camino que ha tomado Boris Johnson para su país no ha sido del todo desastroso, pese a las dificultades de los primeros meses. El Brexit les ha dado la oportunidad de ser un aliado directo de los Estados Unidos, una especie de lacayo sin intermediarios. Le tocaría a Le Pen pensar qué tan sólidas son las alianzas europeas y si de verdad le interesan.
Por otra parte, la candidata es una reconocida aliada del presidente Vladimir Putin, aunque esto parece tener sin cuidado a una buena parte del electorado francés más preocupado por la caída de su poder adquisitivo y la explosión del costo de la vida. En esta situación no es del todo descabellada la posibilidad de un triunfo de Marine Le Pen. Todo dependerá de si se concretan las alianzas con los votos de la extrema derecha de Éric Zemmour y la extrema izquierda de Jean-Luc Mélenchon. Si bien su extrema derecha, Le Pen no deja de ser tan nacionalista como el candidato de “Reconquête” y tan de izquierda en lo económico como “La France Insoumise”. Por ahora no queda más que esperar el 24 de abril, donde se pone en juego no sola la presidencia francesa si no el futuro de la Unión Europea.
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Yoselina Guevara López Corresponsal en Italia