Al final de la tarde del miércoles 23 de marzo el presidente ruso, Vladímir Putin, durante una reunión con funcionarios del Gobierno declaró: “He decidido aplicar una serie de medidas para transferir el pago de nuestros suministros de gas a los países hostiles en rublos”. El jefe del Kremlin también ordenó al Banco Central de Rusia desarrollar un mecanismo para hacer posible estos pagos en el plazo de una semana tras el anuncio.
En este sentido, todas las sanciones adoptadas por la Unión Europea (UE) contra Moscú se topan con el mismo muro: el gas. La UE no puede prescindir del gas ruso, el presidente Putin lo sabe y lo utiliza como arma para desactivar las represalias que le han impuesto desde Washington, Londres y Bruselas.
Impacto en los precios
Tras el anuncio del primer mandatario ruso el precio del gas en Europa subió un 34% antes de retroceder a 125 euros (+27%) por Mwh (megavatio hora) para amanecer este jueves 24 de marzo en 117 euros por Mwh. Igualmente el petróleo sufrió un alza ubicando el Brent en 122.90 y el WTI en 115.62. El rublo se fortaleció frente al dólar, cayendo por debajo de 100 (98.1).
Es importante recordar que la moneda rusa se desplomó a mínimos históricos tras la activación de las medidas punitivas del bloque occidental, además complicaron la compra de divisas, así como la colocación de dinero fuera de la Federación. Como resultado, se ha producido un aumento de las compras de oro por parte de la población rusa, ya que esto permite a los ciudadanos proteger sus ahorros.
¿Cómo funcionan los contratos de gas?
La medida de pagar el gas ruso en rublos está dirigida principalmente a Gazprom; este es el gigante estatal al que Putin ha ordenado revisar sus contratos con “países hostiles”. Asimismo, bajo la premisa de que efectivamente no es un camino fácil, el primer mandatario ha dado a todo su equipo de gobierno y a Gazprom una semana para adaptarse.
Aún no está claro cómo será el mecanismo para el pago del gas y el petróleo ruso pero de acuerdo a lo dicho por Putin todo indica que con este mecanismo se está tratando de crear una demanda de “rublos” en los mercados extranjeros. Si el cliente tiene que pagar el combustible en rublos, primero tendrá que obtener esta moneda, mientras que para conseguir los rublos tendrá que recurrir necesariamente a los bancos e instituciones rusas.
La idea del Kremlin se parece a lo que solicitó Irán hace unos años con su petróleo, que exigió que se pagara en euros en lugar de dólares, o a la reciente petición china a los saudíes de pagar el petróleo en yuanes. Pero para un país como Italia, por ejemplo, conseguir los rublos para pagar los 29 mil millones de metros cúbicos de gas natural ruso que consumen es una empresa si no imposible bien compleja, tendrían que pagarlo en oro, lo cual no deja de ser una operación complicada.
Contratos establecidos: la salida legal
La salida legal pudiera ser la carta bajo la manga de los países europeos, al estar estipulada dentro de los contratos de suministro el tipo de moneda de pago, en este caso a ser pagado en “euro”. Justamente esto se establece de antemano para evitar chantajes. La moneda de las transacciones no puede ser establecida o modificada unilateralmente por una de las partes del contrato. Así que el vendedor, es decir, Gazprom, tendrá que pedir permiso al comprador.
En este caso la primera reacción de Alemania fue alegar a este vínculo legal. El ministro alemán de Economía, Robert Habeck, señaló que la medida tomada por Vladímir Putin de recibir los pagos del gas ruso en rublos es una “violación del contrato: discutiremos con nuestros socios europeos cómo reaccionar”.
Tal vez Moscú esté pensando en aplicar la norma solo a los contratos futuros; en este caso no habría problemas legales. Pero si no es así, se corre el riesgo de un choque, los importadores pueden invalidar los contratos, pero entonces ya no tendrían el gas. Gazprom podría cerrar los grifos a Occidente, Europa se quedaría sin el gas pero Rusia sin el dinero. Cualquiera de estos escenarios sería un gran problema para ambos actores.
La dependencia europea del gas ruso
No cabe duda que Rusia es un punto central para el suministro de petróleo y gas natural para la UE; casi el 40% del gas natural importado por esta a través de gasoductos procede de Moscú. Según un informe de la Comisión Europea, tanto en 2020 como durante el primer semestre de 2021 Rusia fue el principal proveedor de gas natural de la UE, y los únicos socios con una cuota significativa en el total de las importaciones fuera del bloque europeo fueron Noruega y Argelia.
La dependencia energética de Europa respecto a Rusia es un hecho estructural y geográfico que no puede desaparecer de la noche a la mañana. Es decir, no se pueden inhabilitar de un momento a otro a los cuatro costosos gasoductos con los cuales la UE se provee del gas ruso: el Nord Stream 1 (conectando Alemania-Rusia ), el Northern Lights y Yamal-Europe (red que conecta Bielorrusia, Alemania y Polonia), el Blue Stream (conecta Rusia con Turquía y Europa del Este); y por último South Stream (conecta Rusia y Turquía, luego pasa por Serbia, Bulgaria, Hungría, Eslovenia e Italia).
Por otra parte, los restantes productores europeos de gas natural licuado y sus aliados ya están operando a plena capacidad, y no podrían aumentar su propia producción, y mucho menos desviar grandes cantidades de gas destinadas originalmente a otros consumidores. Finalmente, los precios del gas para los consumidores europeos pudiera alcanzar precios exorbitantes, generando caos y descontento social. La partida de ajedrez geopolítico se sigue jugando, Moscú sigue dominando el tablero con la brillantez y audacia de sus jugadas.
_________________________________________________________
Yoselina Guevara López Corresponsal en Italia








