Expertos de inteligencia británicos y estadounidenses habían pronosticado que a mediados de la semana pasada Rusia lanzaría su invasión militar sobre Ucrania. Según ellos, había suficientes indicios para prever aquello. Pero la semana se acabó, la guerra no comenzó y, por el contrario, el propio presidente Joseph Biden señaló que al parecer la guerra podrá ser evitada.
Por su parte, el gobierno de Rusia reiteró que no tiene intención de invadir a Ucrania, mientras estos se abstengan de lanzar una agresión militar contra la región del Donbass, donde el 90% de la población es rusa, habla en idioma ruso y tiene sus familias a ambos lados de la frontera.
Oiga, parece mentira que la inminente guerra parezca haberse desinflado.
En tanto, en Estados Unidos, como Ud. sabe, el Gobierno repartió más de seis millones de millones de dólares contantes y sonantes, como estímulo a las familias y las empresas afectadas por la pandemia del Covid-19. Esa suma equivale a repartir unos 20 mil dólares por cada uno de los 330 millones de habitantes de Estados Unidos. Pero, realmente parece mentira que ese magnífico reparto de dinero no haya tenido un efecto de reactivar el mercado y la economía total del país. Por el contrario, según el balance de los últimos meses, en todo el comercio estadounidense quedaron millones de mercancías sin vender. Eso porque se desató una inflación que disparó los precios a las nubes, desatando una carestía que literalmente “se tragó” la platita que recibió la gente.
Bueno, también parece mentira que el miércoles 2 de febrero en la bolsa de Nueva York se derrumbó el valor de las acciones de Facebook-Meta, perdiendo en unas pocas horas un 20% de su valor. Con ello, Facebook-Meta y sus agregados Twitter, Pinterest y Snap, perdieron nada menos que… ¡251 mil trescientos millones de dólares! en unas horas.
El propio Mark Zuckerberg perdió 30 mil millones de dólares de su bolsillito personal y ya no se cuenta entre los supermillonarios top del mundo actual. De hecho, varios analistas financieros de Nueva York se están preguntando… ¿Es el comienzo del fin para Meta-Facebook?… ¿Meta no logró llegar a la meta?
Son unos días en que lo que creíamos resultó ser mentira, y lo que no creíamos está resultando ser verdad. ¡Vamos viendo!
Sobre ese asunto de la invasión militar rusa sobre Ucrania, que casi todo el mundo creía inminente, el sábado la agencia noticiosa Bloomberg publicó un titular perfectamente creíble, pero falso, que decía: “Rusia está invadiendo Ucrania”.
No está claro si ese titular iba seguido por algún subtítulo o algún texto periodístico. Pero, 20 minutos después esa agencia noticiosa lo borró, y emitió un angustiado mensaje pidiendo disculpas, según dijo, por haberlo publicado en forma totalmente accidental. ¿Cómo podría producirse accidentalmente la redacción de un titular así? ¿Quién puede redactar los titulares de una gran agencia noticiosa? ¿Cómo se redacta el título de una noticia de tanta gravedad pero que no ha sido escrita? Por supuesto, nadie querrá aclarar estas dudas. Pero está clarísimo que, al redactar los titulares, el periodista encargado de hacerlo creía que realmente la guerra había comenzado. En palabras de los directivos de Bloomberg: “Lo que pasa es que queríamos estar preparados para titular todos los diversos escenarios posibles en Ucrania”.
Está bien disculpar a esa gran agencia noticiosa, pero es inevitable entender que, entre las bambalinas de políticos y militares, hasta pocas horas antes se consideraba que era inminente el comienzo de la guerra, de esa “crónica de una muerte anunciada”.
El jueves 3, recién pasado, un par de grandes helicópteros estadounidenses, armados de misiles y ametralladoras de alta potencia y gran calibre, realizaron un ataque sorpresivo en el enclave de Idlib, en el noroeste de Siria, donde subsisten grupos de kurdos y terroristas árabes, bajo protección territorial de Estados Unidos y Turquía. Este potente operativo apuntaba a liquidar a Ibrahim al-Hashimi-al-Qurayshi, líder del grupo terrorista Estado Islámico. El ataque se produjo a medianoche y, según testimonio de los habitantes del lugar, hubo a lo menos 12 civiles adultos muertos. De acuerdo al informe del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), murieron además seis niños.
Los periodistas Martin Chulov y Julian Borger, del periódico británico The Guardian, señalaron que hay mucha discrepancia entre los reportes emitidos por el Pentágono y los socorristas que acudieron. El primero de esos reportes afirmaba que ocho niños habían sido evacuados sin daño y que otros dos habrían muerto por la bomba suicida que detonó el terrorista Qurayshi. Pero los socorristas señalaron que habían encontrado los cadáveres de seis niños y dos mujeres.
El Director del Programa para Siria del Instituto del Medio Oriente, de Washington, Charles Lister, declaró que muchos de los cadáveres no mostraban señales de haber muerto por una explosión. Más bien presentaban heridas de balas de calibre extremadamente grueso.
El Director Lister recalcó que él pudo personalmente ver el ataque en los momentos en que se estaba realizando, pues estaba conectado por televisión a las cámaras de los helicópteros. Y señaló que las fuerzas estadounidenses de ataque acribillaron la casa con ametralladoras pesadas de gran calibre, en ráfagas que duraban más de un minuto sin parar.
El alto funcionario Charles Lister señaló que los videos y las fotografías tomadas durante el ataque y en los minutos inmediatos muestran los enormes agujeros en todo el edificio, propios del impacto de armas de muy grueso calibre.
Y el informe emitido por la Fundación Salvar a los Niños, dependiente de las Naciones Unidas, señala que el ataque de Estados Unidos había matado a por lo menos seis niños, de los cuales dos eran muy pequeñitos.
Testigos de refugiados próximos a la casa del terrorista Qurayshi declararon haber escuchado los helicópteros, las ráfagas de ametralladoras pesadas y a lo menos dos explosiones muy fuertes que parecían de bombas. Finalmente, escucharon un anuncio en idioma árabe, por altoparlantes, diciendo: “Salgan ahora mismo. Si no salen vamos a cumplir nuestras órdenes. Vamos a lanzar misiles contra la casa”.
Momentos después, los testigos escucharon una explosión que derribó parte de los pisos superiores del edificio, y que lanzó los cadáveres hacia afuera, incluyendo el cadáver de Al Qurayshi.
Por su parte, el general Frank McKenzie, jefe del Comando Central de los Estados Unidos declaró que aquella explosión fue mucho más poderosa que la de un chaleco suicida cargado de explosivos que mencionó el presidente Joseph Biden en su triunfal discurso por televisión.
Así resulta claro porqué varios periodistas se mostraron escépticos ante la versión del Presidente sobre aquel ataque y la eliminación de un alto líder del grupo terrorista Estados Islámico.
En la conferencia de prensa ofrecida por la Casa Blanca sobre los hechos, la reportera de la agencia noticiosa NPR, Ayesha Rascoe, preguntó a la vocera de la presidencia, Jen Psaki, si el Gobierno tiene pruebas para respaldar su versión del ataque en que afirma que el propio Al Qurayshi habría detonado los explosivos de un chaleco suicida. La vocera de Biden reaccionó con una mezcla de burla y rabia, diciéndole que los que se atreven a dudar de las palabras del Presidente parecen creerle más a los terroristas, o a los rusos. La reportera Roscoe, muy serenamente, le respondió que hay mucha gente que se siente escéptica de las versiones del Gobierno, debido a que este no siempre ha sido sincero y franco respecto de las matanzas de civiles. De hecho, todos los periodistas, incluso los que apoyan al Gobierno, admiten que, durante la retirada de Afganistán, el presidente Joseph Biden inicialmente ocultó el ataque con misil contra un auto estacionado frente a una casa en Kabul. La explosión del misil destruyó parte de la casa, matando a 10 civiles, incluyendo a siete niños que jugaban ahí. Pero la versión inicial del Gobierno fue la afirmación falsa de que el auto había estado cargado de explosivos. Fue gracias a la investigación de los reporteros del New York Times que Washington tuvo que confesar la verdad de que había sido lo que llamó “una trágica equivocación”, tras la cual no se aplicó ninguna medida disciplinaria contra los responsables.
Es decir, ese precedente, sumado a muchos otros similares explica que los periodistas ya no puedan confiar ciegamente en lo que diga el señor Presidente. Las palabras deben tener el respaldo de las pruebas y de los hechos.
El mismo jueves 3 de febrero, en Moscú, el Gobierno ordenó cerrar las oficinas y las transmisiones de la agencia informativa alemana Deustche Welle, organización financiada con dinero del Gobierno.
La medida fue en respuesta a la orden del Gobierno alemán de prohibir las transmisiones de la agencia informativa rusa RT, bajo la acusación de emitir noticias tendenciosas favorables a Rusia y criticando a sectores políticos alemanes.
En un comentario casi obsceno, un portavoz del Gobierno alemán señaló, fíjese Ud., que “no se puede comparar a RT con la ilustre y ecuánime Deustche Welle”. Como ejemplo de la supuesta ecuanimidad de la agencia alemana, veamos cómo emitió en todos sus canales y en 30 idiomas, en todo el mundo, el retiro de un monumento en Hong Kong sobre la sangrienta represión de las revueltas de 1989, en la Plaza Tiananmen, de Beijing. En grandes y dramáticos caracteres, la Deustche Welle afirmó que el Gobierno chino realizó una matanza de miles de jóvenes que protestaban pidiendo libertad.
Ciertamente toda represión sangrienta es inaceptable. Pero la falsedad también es inaceptable. Esa afirmación de la Deutsche Welle de que hubo una “matanza de miles de jóvenes” es una falsedad.
El diario The New York Times informó en su momento que “al parecer murieron alrededor de 12 militares y policías, y entre 400 y 800 civiles”. Por su parte, el entonces embajador de Estados Unidos, James Lilley, dijo que había varios cientos de muertos. Un informe de los servicios de inteligencia de Estados Unidos, operando desde la embajada, señaló que habría entre 180 y 500 muertos. Los registros hospitalarios de Beijing señalaron 478 muertos y 920 heridos. Por su parte, la estimación de Amnesty International estimó que el número de muertos era entre varios cientos y casi mil.
Pero el embajador británico en Beijing, Sir Alan Donald, en una carta personal, afirmó que “un buen amigo suyo” le había contado en secreto que los muertos eran más de 10 mil. Aparentemente, la Deutsche Welle optó por rechazar todas las informaciones con base, excepto la del buen amigo del embajador británico. Bueno, eso, claro, no lo considera como ser tendencioso.
También en Ucrania el gobierno de Zelenski lanzó un ataque demoledor contra los periodistas y parlamentarios del partido Plataforma de Oposición por la Vida, que promueven la alternativa de buen entendimiento con Rusia, en defensa de la paz y el bienestar de ambas naciones.
Siendo un partido de oposición, naturalmente sus reporteros investigan y denuncian en lo posible los casos de corrupción y el peligro que entraña una cúpula partidaria de la guerra.
Estados Unidos rápidamente impuso drásticas sanciones contra los parlamentarios Taras Kozak y Oleh Voloshin, más varios reporteros de televisión y prensa escrita, relacionados con el Partido Oposición por la Vida. De hecho, los canales de TV fueron expropiados por el Gobierno y entregados a grupos oficialistas. O sea, ¿criticar al Gobierno es sedición? ¿Silenciar la información periodística es “defender la libertad y la democracia”?
Bueno, realmente hemos estado viendo que lo que parecía mentira resultó ser verdad. Y mucho, demasiado, de lo que parece verdad, resulta ser mentira.
Ya hace más de cien años el gran escritor francés Gustave Flaubert, en su novela Madame Bovary, dice que las mejores mentiras, las más poderosas, están hechas de un 90% de verdad y no más de un 10% de bien cocinada mentira.
Sin duda, detrás de toda esa hipocresía no se encuentra ni un atisbo de idealismo verdadero. No. Solo hay codicia, avidez de poder y de dinero. Y una multitud de gente más bien pobretona que se esfuerza locamente en disfrazarse de gente rica.
Pero, ¿no siente Ud. que hay cada vez más gente que está echando de menos la sencilla relación humana que solo es posible cuando hay honradez y franqueza?
¿Y todos, en el fondo, acaso no queremos eso mismo?
Hasta la próxima, gente amiga. Cuídense, hay peligro.
Pero, al fin de cuentas, de pronto uno sabe que el momento llegó.
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Ruperto Concha Analista internacional chileno








