Rusia utiliza la diplomacia para evitar la expansión de la OTAN y recobrar su dominio del intermarium

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Estados Unidos anunció, este lunes 20 de diciembre, a través de su asesor de seguridad nacional, Jake Sullivan, que “cualquier diálogo debe basarse en la reciprocidad, incluyendo a los aliados europeos, y también debe abordar nuestras preocupaciones sobre las acciones de Rusia”.

Las declaraciones se producen en un momento especialmente tenso en las relaciones entre Moscú y Washington. Por un lado, Estados Unidos acusa a Rusia de planear una invasión a Ucrania, supuestamente a gran escala por el despliegue de más de 100.000 soldados en el flanco oriental del país de Europa del este.

Por otro lado, el Kremlin niega tener intenciones bélicas, reiterando que el desplazamiento de tropas dentro de su propio Estado es un asunto de seguridad  interna. Además, lo que preocupa a la Federación es el progresivo desplazamiento hacia el Este de Estados Unidos y de la Alianza Atlántica, que están cada vez más presentes en el Mar Negro, Georgia y Ucrania.

Estos temores llevaron a la Federación a elaborar un tratado sobre las “garantías de seguridad” exigidas a la Alianza Atlántica y a Estados Unidos. El 15 de diciembre, el portavoz presidencial ruso, Dimitry Peskov, anunció que habían presentado a Estados Unidos y a la OTAN los proyectos de documentos en los que se esbozaban los puntos clave de las concesiones que pretendía obtener. Posteriormente, el 17 de diciembre, el Ministerio de Asuntos Exteriores de la Federación Rusa hizo público, en su página web, el contenido del Acuerdo de Seguridad adelantado por Moscú. Por el momento, la Federación Rusa  aún no ha recibido ninguna respuesta concreta por parte de los Estados Unidos y la OTAN.

Acta fundamental Rusia-OTAN

Llama la atención que Rusia haya hecho públicos los documentos en cuestión, desafiando las consuetudinarias practicas diplomáticas, informando al mundo de que la Alianza Atlántica debería comprometerse no sólo a detener la expansión hacia el Este, sino a volver al marco anterior a 1997. Específicamente señala “la Federación Rusa y todas las Partes que eran Estados miembros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte al 27 de mayo de 1997, respectivamente, no desplegarán fuerzas militares y armamento en el territorio de ninguno de los demás Estados de Europa, además de las fuerzas estacionadas en dicho territorio al 27 de mayo de 1997. Con el consentimiento de todas las Partes, tales despliegues podrán tener lugar en casos excepcionales para eliminar una amenaza a la seguridad de una o más Partes”.

En 1997, se firmó el Acta Fundamental para las relaciones, la colaboración y la seguridad entre Rusia y la OTAN, un documento que sancionaba indirectamente la posible expansión de la estructura militar atlántica. Además a raíz de dicha Acta se crea el Consejo Conjunto Permanente (PJC), que era un foro de consulta y cooperación. Dos años más tarde, en 1999, Rusia se retiró del PJC en señal de protesta por los bombardeos de la OTAN sobre Yugoslavia. Sin embargo, al año siguiente, Moscú reanudó la cooperación con el PJC. Posteriormente el 28 de mayo de 2002, en una cumbre celebrada en Roma, se  sustituyó al Consejo Conjunto Permanente (PJC) con el Consejo OTAN-Rusia (CNR). Según el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, el Consejo se ha reunido 10 veces desde 2016. Sin embargo, a partir del verano de 2019, no se han convocado más reuniones del CNR porque Rusia no respondió positivamente a la petición de convocar las cumbres.

Intermarium y Ruta de la Seda

Lo que observamos es que, Vladimir Putin, ha decidido pasar a la ofensiva diplomática casi 25 años después de la firma del Acta Fundamental para las relaciones, la colaboración y la seguridad, en un escenario en el que la Alianza  Atlántica ha avanzado más de 900 kilómetros hacia las fronteras de Rusia, con un cada vez mayor desplazamiento de Ucrania hacia la órbita de la OTAN.

Moscú se ve a sí mismo como el heredero legal e histórico  de la Unión Soviética, por ello no ha dejado nunca de mirar hacia la Europa central y del Este. Esto nos hace pensar en el “Intermarium”, o la región “entre mares”, una definición surgida en la década de 1920,  la cual se refiere específicamente a la zona ubicada entre los mares Báltico y Negro, extendiéndose desde Estonia (al norte) hasta Rumanía y Bulgaria (al sur) y hasta el Cáucaso (al este) y que  actualmente representa la zona de conflicto entre Estados Unidos y Rusia. Es decir Moscú nunca ha dejado de lado la búsqueda del dominio del Intermarium. Varios analistas opinan que este affaire del tratado sobre las “garantías de seguridad” busca evitar, aparte de la expansión de la OTAN hacia el este,  la instalación de misiles cerca de la frontera rusa, además de mostrar músculo en la gestión de las relaciones cada vez más tensas con Washington.

Por otra parte no cabe duda que Estados Unidos está cada más interesado en distanciar a Rusia de la China, esto puede jugar un papel decisivo en la negociación de los documentos petitorios de garantías. Washington lleva un siglo tratando de impedir que ninguna otra potencia logre un nivel de dominio en el hemisferio oriental similar al suyo en el hemisferio occidental, aunque paulatinamente se haya ido debilitando considerablemente, alcanzando uno de sus niveles más bajos en la era Trump.

Es muy probable que sea difícil que una potencia en solitario pueda lograr un dominio total de esa compleja y variopinta mitad del mundo, pero un grupo de potencias emergentes sí podría conseguirlo, sobre todo si se toma en cuenta el ámbito comercial, que abarcaría no solo la venta de mercancías sino también la comercialización de recursos energético como el gas y el petróleo. Eso puede ser el caso de Rusia e Irán, quienes uniéndose conjuntamente con China a través de la nueva Ruta de la Seda, estarían creando un inmenso puente terrestre desde Asia central y occidental hacia Europa, además de una red marítima que atraviesa el océano Índico desde el este de Asia hasta Oriente. El mundo es ancho y cada vez menos ajeno a las coaliciones de fuerzas, el hegemón desde hace mucho ha dejado de gobernarnos a su gusto y capricho.

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Yoselina Guevara Corresponsal venezolana de Correo del Alba en Italia

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