La decisión de Australia sobre la compra de los submarinos de propulsión nuclear insertada dentro del Pacto Aukus, que desencadenó la ira de Francia, es en realidad estadounidense, una determinación a todas luces imperial. Resulta curioso que hace cinco años fueron los expertos norteamericanos que dirigían las comisiones que seguían el proyecto quienes señalaron las ventajas de la compra australiana de submarinos convencionales franceses, tanto desde el punto de vista militar como geopolítico. Pero en la realidad geopolítica actual la contención marítima de Estados Unidos sobre China se ha intensificado notablemente, incluso alrededor de Australia. Canberra ha tomado una clara decisión, que puede dañar su economía, la cual depende en gran medida de China, por razones estratégicas, es decir, para alinearse con Estados Unidos.
Posible pacificación en una llamada
Los presidentes de Estados Unidos y Francia hablaron por teléfono, una alternativa de Biden para calmar los ánimos de Macron. Durante la comunicación acordaron reunirse a finales de octubre e iniciar las consultas sobre los puntos de interés común. Esta semana, París enviará de vuelta a Washington al embajador que fue llamado a su país de origen en los últimos días.
El comunicado conjunto, publicado tras la llamada telefónica, contiene varios elementos interesantes. En primer lugar, Estados Unidos promete prestar más ayuda a Francia y a otras naciones europeas comprometidas militarmente en el Sahel, algo que era bastante predecible.
En segundo lugar, Biden no se disculpa por haber empujado a Australia a cancelar su contrato de submarinos con París, sino por no haber consultado al aliado. Es decir, dentro del Indo-Pacífico los franceses son importantes, aunque no imprescindibles, pero siempre que estén bajo las condiciones y mandato del imperialismo norteamericano.
En tercer lugar, Biden apoya los esfuerzos franceses para crear una defensa europea complementaria a la OTAN. En otras palabras, los estadounidenses, que están centrados en el Indo-Pacífico, necesitan actores que estén dispuestos a garantizar sus intereses entre el Atlántico y el Mediterráneo. Esto último con fines bien precisos: contener a los rusos, frenar la penetración de los chinos, no iniciar una crisis con los turcos.
Papel de la India
Otra llamada interesante fue la realizada por Emmanuel Macron al primer ministro indio, Narendra Modi, para hablar de la cooperación bilateral en el Indo-Pacífico y evaluar las consecuencias de la crisis en Afganistán. En el comunicado se señala que Macron ofreció el apoyo de Francia para reforzar la autonomía estratégica de la India y promover su crecimiento industrial y tecnológico en una relación basada en “la confianza y el respeto mutuos”.
Con esta sorprendente apertura a la India el gobierno francés quiere convencerse a sí mismo y a sus aliados de que sigue siendo un actor importante en el equilibrio indo-pacífico a pesar de la humillación sufrida en suelo australiano. Para París, de hecho, Delhi es uno de los dos actores esenciales al este de Suez, el otro es Canberra, y esto explica las asociaciones en el ámbito militar, industrial y de seguridad firmadas a lo largo de los años por ambos países. Pero, en este acuerdo comercial debe estar la mano estadounidense, por la forma de haber concretado un gran pedido militar de la India a Francia previamente acordado por Washington para pacificar a París.
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Yoselina Guevara Corresponsal venezolana de Correo del Alba en Italia