El sistema de gobierno ultraconservador de los fundamentalistas islámicos, ha impuesto en el poco tiempo de su nuevo mandato, prohibiciones y leyes que ponen en peligro los derechos, las carreras y las vidas de los y las deportistas de élite con permanencia y nacionalidad en el país asiático del Oriente Medio. Los cuales permanecen bajo el miedo y la opresión del nuevo régimen. Como atletas de distintas disciplinas sienten pánico y terror ante la persecución y total frustración al vislumbrar un desesperanzador escenario a largo plazo. Prefiriendo, por cualquier medio, abandonar el territorio actualmente radicalizado por la violencia, sangre y religión.
El sueño Paralímpico
Fue la peligrosa retirada de la taekwondista y el atleta que conforman la delegación paralímpica de Afganistán, que harían fijar la vista internacional en la situación deportiva del país. Cuando Zakia Khudadadi y Hossain Rasouli se verían imposibilitados de asistir a los Juegos debido al terrible bloqueo de los aeropuertos en la capital Kabul, el Comité Paralímpico Internacional (CPI) junto a funcionarios del comité afgano y japonés, analizaban la forma de trasladar a los competidores hasta Japón, aunque corría peligro la seguridad de ambos jóvenes.
En la ceremonia de apertura, el martes 24 de agosto, el mundo miró con empatía la injusticia que sufrían los atletas, el vacío en la inauguración se llenó con el estandarte tricolor que tuvo su lugar en el evento. Sin embargo, el miércoles 25 de agosto, comenzó a correr la noticia, por medio de un portavoz del CPI, que ambos atletas lograron salir de Kabul en dirección a París, donde pudieron practicar en el centro de entrenamiento de alto rendimiento del Ministerio de Deportes francés (Insep), aunque su paradero oficial fue desconocido por motivos de seguridad. Posteriormente, se anunció su viaje a Japón el viernes 27 de agosto arribando la noche del sábado 28 al país nipón y cumplir con el sueño olímpico.
Zakia Khudadadi, se convertirá en la segunda mujer afgana en participar en unos juegos paralímpicos con 23 años (tras la corredora de T 47 100 m Mareena Karim en Atenas 2004), con el orgullo de representar el progreso de los derechos de las mujeres afganas, y cumplir su deseo de participación. Además, tener la posibilidad en medio del evento de hacer un llamado a la paz y esperanza tras sufrir la opresión y el encierro en carne propia. Disputará este 2 de septiembre en la categoría k44-49 kg. Por su parte, el atleta de velocidad Hossain Rasouli de 24 años, no pudo participar en la prueba de los 100m T47 el sábado 28, pero llegó a tiempo para disputar la prueba de salto de longitud T47 este 31 de agosto pasado. A pesar de haber quedado en último lugar, conmovió a los espectadores tras la historia de su llegada hasta los juegos. Se encuentra a la espera de su siguiente disputa en los 400 m T47 el 3 de septiembre.
“Escapé por miedo a los talibanes”
Se han develado en las últimas semanas, a través de las redes y noticieros, impresionantes y desgarradoras historias vividas por deportistas afganos que residen tanto dentro como fuera del país. Además de aquellos quienes han intentado escapar o promueven la evacuación de distintos deportistas, tal es el caso del terrible fallecimiento del jugador de la selección nacional de fútbol de 19 años, Zaki Anwari, quien murió tras caer de un avión, después de esconderse en el tren de aterrizaje, intentado escapar hacia Qatar. O el conocido caso de la capitana de la selección de baloncesto en silla de ruedas Nilofar Bayat, quien, siendo una figura pública del deporte de discapacidad y activista en contra del movimiento talibán, escapó a Bilbao por ser un objetivo directo de los perseguidores.
Uno de los sucesos más sonados actualmente, es el caso de la selección de fútbol femenino de Afganistán, en la que encontramos a la primera capitana, fundadora del equipo nacional del país y portavoz reconocida del movimiento femenil Girl power, Khalida Popal, quien se ha convertido en un pilar de ayuda para muchas de las integrantes del equipo nacional y aspirantes al fútbol femenil, que piden auxilio para salir del territorio de forma segura, junto a sus familias, por el temor en que viven desde hace varias semanas a causa de la represión de los talibanes y las posibles represalias en contra de sus personas. Con la cantidad de mujeres futbolistas que intentan mantenerse seguras y/o con vida junto a sus familias, Khalida, quien reside en Dinamarca, instó a sus hermanas jugadoras, por medio de una entrevista a la Associated Press (AP), a tener la prudencia necesaria: “Las he alentado a que eliminen sus canales de redes sociales, fotos, que huyan y se escondan”.
“Queríamos enviar un mensaje al mundo y a los talibanes: nosotras (las mujeres) no somos débiles, puedes matar a nuestras hermanas, pero te demostraremos que estamos a su lado. Pero lo que da miedo ahora es que nadie quiere protegerlas, porque los talibanes las asustan diciéndoles: Si no nos das información sobre nuestros enemigos, tú y tu familia serán asesinados”
Este mensaje vuelve puntual el nivel de peligro que viven hoy, así como en las últimas décadas, las mujeres del territorio; desde acoso, maltrato, abuso sexual, hasta amenazas de muerte, las jugadoras afganas han sido reconocidas alrededor del mundo por sus iniciativas de empoderamiento y promoción del futbol al superar y sobrevivir estas afrontas y ámbitos cancerosos de un país tan extremista como los es Afganistán, siendo hasta premiadas por la WFS Industry Awards 2019a laMejor Iniciativa de Fútbol Femenino de Women in Football al sobresalir en pro de los derechos humanos y contra el abuso y maltratos vividos en el país.
Tomando como ejemplo de estas luchas individuales, la travesía vivida en la carrera de la icono del fútbol afgano, la excapitana y actual coordinadora de eventos futbolísticos femeninos de Afganistán, Khalida Popal de 34 años, quien proviene de una familia progresista que la incitó a desarrollarse desde pequeña en el fútbol, a pesar del rechazo y persecución de la sociedad bajo el régimen talibán de los años 90, se formó en esta disciplina y promovió junto a su madre, quien era entrenadora física, iniciativas para que otras mujeres y niñas aficionadas formaran grupos de juego en diferentes comunidades. Llegó a ser profesional y la capitana de la primera selección afgana en el 2003 y en 2007, volviéndose un ícono internacional para el feminismo y el deporte nacional. Pero, a su vez, un objetivo de acoso y amenazas de muerte por grupos conservadores que la obligaron a huir a la India en el 2011, para luego pedir asilo en Dinamarca donde jugaría para un equipo local hasta su prematuro retiro del juego, debido a una lesión en la rodilla, continuando su carrera como activista desde la creación del organismo Girl Power en 2014, el cual tiene como interés la promoción de la autoestima y felicidad de las mujeres pertenecientes a una minoría de inmigrantes, refugiadas y personas Lgtbi a través del deporte.
Qué pasará ahora…
Ahondando en la cruda situación deportiva del momento, las palabras del secretario general del Comité Olímpico afgano respecto al paradero de los deportistas son críticas: “Cuando un atleta, especialmente una mujer, se vuelve famosa y atrae la atención de la gente de nuestra sociedad, las amenazas a la seguridad aumentan automáticamente en su contra. Tenemos ejemplos en los que las atletas han recibido amenazas de muerte y advertencias”.
“Es difícil dar un número exacto de deportistas que huyeron porque en los últimos años decenas de atletas, que es un gran número, lo hicieron. Algunos mientras estaban de gira por países occidentales”
Es el simple desprecio, persecución violenta y mortal de los talibanes, al desarrollo del deporte dentro de la población afgana, lo que vuelve tan preocupante el estado en el que se encuentra el país, no se trata de argumentar algo minúsculo como: “ahora con su mano en el poder, el sector deportivo se verá afectado de tal manera que habrá una reducción masiva en el interés deportivo, como en el régimen de los 90, tomando como ejemplo las delegaciones a las olimpiadas de Atlanta 1996 (2 atletas) y Sídney 2000 (ningún enviado)”, es establecer que desde el colapso de los ámbitos político-sociales del país se generará un deterioro insostenible que estará presente indefinidamente, un panorama en el cual cientos de miles de personas han preferido correr por sus vidas, con o sin la seguridad de que los progresos logrados en los últimos años seguirán vigentes desde el ámbito internacional y no sean irremediablemente mancillados por el nuevo régimen.
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Martín González Estudiante venezolano de comunicación social
