Talibanes ganan terreno en Afganistán más de cinco capitales de provincia bajo su control

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En una ofensiva lanzada en mayo por los talibanes, que ha avanzado a un ritmo constante y sin encontrar grandes obstáculos en su camino, el 8 de agosto tomaron el control de otras tres capitales de provincia, Kunduz, Sar-e-Pol y Taloqan, situadas en el norte de Afganistán. Funcionarios sanitarios de Kunduz informaron de que 14 cadáveres, incluidos los de mujeres y niños, y más de 30 heridos fueron trasladados al hospital como consecuencia de los enfrentamientos entre las fuerzas armadas y los militantes.

Entre las conquistas la más importante a nivel estratégico es Kunduz, que con sus 270 mil habitantes se considera la puerta de entrada a las provincias del norte de Afganistán, dado que en sus subsuelos se encuentran diferentes materias primas. Desde el punto de vista logístico, es también una especie de cruce de caminos desde el que se establecen enlaces con ciudades importantes, incluso con la capital, Kabul. Además, esta provincia  tiene una importante frontera con Tayikistán, que conforma una de las rutas más transitadas para el comercio ilícito del opio y la heroína que sale del país con destino a Asia Central, desde donde se dirige a Europa. Políticamente la conquista de la ciudad de Kunduz tiene un alto valor para los talibanes ya que, en 2001 al inicio de la guerra, la ciudad era uno de sus principales bastiones.

Además, ya el grupo había tomado control de las provincias de Nimruz y Jawzjan. No obstante, el Ministerio de Defensa afgano en conjunto con las fuerzas militares de los Estados Unidos dijo que lanzaron una contraofensiva para recuperar los territorios perdidos, y añadió que bombarderos B-52 norteamericanos habían alcanzado varios objetivos talibanes en la ciudad. Sin embargo, los diputados de Kunduz y Jawzjan han criticado duramente al gobierno de Kabul, acusándolo de no prestar suficiente atención a la situación en el norte mientras los talibanes están tomando el control de zonas estratégicas.

La ofensiva de los militantes islamistas se produce justo cuando las fuerzas armadas de Estados Unidos y la OTAN se están retirando del país, tras una misión de dos décadas. En este sentido, el vicepresidente del Senado afgano, Mohammad Alam Izedyar, afirmó que las políticas de Washington han conducido a la actual crisis en Afganistán con el acuerdo de Doha. En declaraciones a la prensa, Izedyar señaló “Incluso si los talibanes toman el control de Afganistán militarmente, esto no significará soberanía, no significará estabilidad. La guerra continuará. La resistencia continuará”.

En los últimos días, Estados Unidos y el Reino Unido, a través de sus ministerios de asuntos exteriores, han advertido a sus ciudadanos de evitar cualquier tipo de viaje a Afganistán e inclusive conminaron a sus coetáneos de que abandonaran inmediatamente el país. Asimismo, el presidente de los Estados Unidos continua firme en la decisión del retiro de las tropas norteamericanas del país.

Reto para el gobierno afgano

El reto para el gobierno de Kabul es demostrar que con sus 350 mil soldados pueden recuperar y mantener el control. Era ampliamente previsible que habría una lucha, pero ahora es el equilibrio de poder el que debe establecerse. Kunduz es un objetivo estratégico, pero no es seguro que los talibanes puedan mantener su control, que verdaderamente tengan la fuerza real que dicen tener.

Afganistán ha vivido décadas de conflicto y violencia con las luchas internas y la toma del poder por los talibanes, más tarde, con una sangrienta guerra civil y una creciente amenaza terrorista. En 2001, tras los atentados del 11 de septiembre, Estados Unidos invadió el país, acusado de ser la base logística desde la que Al Qaeda había planeado atentados contra Estados Unidos y el lugar donde el líder de la organización, Osama bin Laden, se escondía desde hacía tiempo bajo la protección de los talibanes. Tras casi dos décadas de conflicto, se produjo un importante avance diplomático con el acuerdo de paz entre Estados Unidos y los talibanes, firmado en Doha (Qatar) el 29 de febrero de 2020. En él se establecía, entre otras cosas, una hoja de ruta hacia la paz, el fin de las relaciones entre los talibanes y Al Qaeda, el cese de las ofensivas contra los principales centros urbanos y la retirada de las tropas extranjeras. Sin embargo, el acuerdo fue violado por ambas partes y no puso fin a la violencia, que se ha intensificado durante y después de las negociaciones.

Juan José Peralta Ibáñez
Fotógrafo documentalista, fotoperiodismo, naturaleza, video, música

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