Después de tres días de sesiones de trabajo en la Carbis Bay de la pintoresca costa de Cornwall, Reino Unido, el día domingo 13 de junio se dio por finalizada la cumbre del G7; donde se dieron cita los líderes de siete importantes naciones. Un encuentro que Joe Biden, sin miramientos ni reservas, trató de utilizar como plataforma para hacer un frente contra las consideradas “autocracias”, según el gobierno norteamericano, es decir, China y Rusia.
Pero muy lejano de hacer temblar al dragón asiático, el portavoz de la Embajada china en Londres declaró: “Los días en que «las decisiones globales eran dictadas por un pequeño grupo de potencias han quedado atrás».
Posiciones frente a China
Si la expectativa de la Cumbre era la de una línea dura y agresiva para limitar la creciente influencia económica y política de China, como parecía instar Washington, la realidad de las declaraciones finales parece mucho más moderada. Solo en materia de Derechos Humanos hubo una posición drástica que va desde la denuncia del encarcelamiento de musulmanes en Xinjiang en campos de trabajo forzado hasta las libertades en Hong Kong y Taiwán. Sin embargo, esto fue rechazado hoy por la misión diplomática de China en el Reino Unido afirmando que “el comunicado distorsiona los hechos sobre Xinjiang, Hong Kong , Taiwán y otros asuntos para difamar deliberadamente a China”.
A nivel económico, Biden puede darse por satisfecho con la aprobación de un plan de inversión internacional alternativo a la Ruta de la Seda china llamado «Build Back Better World» (o B3W). El documento final del G7 señala un plan de “competencia estratégica” con China, que incluiría una amplia inversión en la construcción de infraestructuras en países de renta baja y media desde América Latina hasta el Caribe, pasando por África y el Indo-Pacífico (Asia y Oceanía). No obstante estas condenas y propuestas, el mandatario norteamericano precisó que no quiere ninguna guerra con el gigante asiático. Sus aliados, Mario Draghi (Italia) y Angela Merkel (Alemania) trataron de mitigar la posición inicial de los estadounidenses subrayando, de acuerdo a fuentes de la Unión Europea (UE), el papel de China como socio imprescindible en un amplio abanico de proyectos de cooperación o cuestiones globales como la batalla por el clima. Pero sin dejar de considerar a la nación asiática como un peligroso rival a nivel comercial y como transgresora de los Derechos Humanos. El presidente francés, Emmanuel Macron, rápidamente aseguró que el G7 “no es un club hostil a China”.
En cuanto al origen del Coronavirus la declaración final de la Cumbre solicita una investigación internacional “oportuna y transparente” sobre los orígenes del virus que ha causado la pandemia. Por su parte, el primer ministro británico, Boris Johnson, señaló que “por el momento la indicación” de los expertos es que el virus “no parece” haber salido de un laboratorio de Wuhan, China. Lo que sí es cierto, es que la cumbre del G7 no tomó un camino particularmente duro hacia Beijing, tal vez por el papel que representa a nivel económico y en igual porcentaje por su importancia en la lucha contra el cambio climático y la reconstrucción del mundo postpandemia.
Vacunas y pandemia
Los dirigentes debatieron un plan, bastante vago por ahora, para combatir la actual pandemia y garantizar que la devastación causada por el coronavirus no vuelva a producirse. La parte más importante del plan es un anuncio en el que los líderes del G7 se comprometen a acelerar el desarrollo y la producción de vacunas, terapias y pruebas de diagnóstico en caso de una nueva pandemia. El G7 habló de una “misión de 100 días”, ya que tendrían que trabajar para tener vacunas listas para su exportación mundial, terapias eficaces y un sistema de pruebas de diagnóstico 100 días después de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declare una pandemia.
Los países del G7 también se comprometieron a donar un total de mil millones de dosis de vacunas contra el coronavirus a los países más pobres. Sin embargo, se trata de una pequeña fracción de los 11 mil millones de dosis que, según la OMS, se necesitan para garantizar que al menos el 70% de la población mundial esté vacunada.
Clima e impuestos
Los líderes hablaron del cambio climático, todos reiteraron que cumplirán sus compromisos de reducción de emisiones en el marco del Acuerdo de París, y el único anuncio esperado fue el compromiso de limitar severamente el uso de centrales de carbón para generar electricidad, a menos que tengan sistemas de captura de emisiones contaminantes.
Otro tema de la reunión fue la imposición de un impuesto global a las multinacionales, los líderes firmaron un acuerdo común, que ya había sido firmado la semana pasada por los ministros de finanzas de los siete países implicados. En cualquier caso, para que esta tasa global tenga algún efecto, tendrá que ser aprobada en los próximos días por el G20.
De lo que no hay duda es que esta reunión del G7 sella el fin de la llamada “era Trump”, la política de Biden y su simbólico multilateralismo, sin liderazgo aparente, está marcada por la repetición como un mantra de su frase favorita durante la cumbre “América ha vuelto”; la convergencia entre las dos orillas del Atlántico en una serie de ámbitos relevantes lo refleja potentemente. Por ahora Biden no logró la cohesión de fuerzas contra China, pero esto no es garante de que no seguirá intentándolo; su vida ha estado siempre signada por la persistencia y la tenacidad.
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Yoselina Guevara López Corresponsal en Italia
