Ocho años y tu llamarada continúa encendida, alumbrando los caminos de los pueblos. Tu voz de trueno estremecedora de montes, clarín del alba, anunciante de proezas paridas debajo del Samán de Güere.
Te siento aquí a mi lado, acompañante de senderos intrincados, desbrozando topochales, cantando alegre tus arañas que degustan las niñas sabaneteras, complacidas por tu simpatía infantil.
Llanura inmensa la tuya, firme y recias son tus manos, en tu grito la diablera del Apure, río pasmado que vestido de garzas blancas, surcan piraguas indígenas portando tu llamarada olímpica. Dicen que cantando andas, que Maisanta va a tu lado, juntos marchan salpicando soledades, saludando a Florentino que combate con el Diablo en agreste terraplén.
En ti se resumen las partes que integran el todo. Es tu voz fusil que le cantó a la magia de la negritud perfilando tambores barloventeños. En el Alba repuntó tu espíritu integracionista para ver más claro el horizonte al despuntar el día. Tus tempraneros alertas ante el calentamiento global, ante la tala de los bosques, cuidando las aguas para sembrar los peces.
Chávez el amigo estremecido por el dolor del otro en manifestación infinita fluyente de tu corazón generoso. Pletórico de amor pagando con amor al amor colorido de los pueblos, comiendo patacones marabinos con carnitas y tiritas de queso.
Chávez, otro cinco de marzo sin ti y contigo. Desde el Cuartel de la Montaña, un disparo de cañón nos anuncia tu presencia y allí, en esa flor de los cuatro vientos palpita vivo tu corazón viviente que es como un bálsamo sanador de heridas, resolvedor de iniquidades, savia pura que despierta esperanzas.
Vuelve a retumbar tu canto salido de la Chiricoa y con los cuarenta de a caballos marchas silbando, llanero alzado, guerrillero ambulante, no hay quien te pique adelante ni quien te aguante la carga como canta Andrés Eloy Blanco y en ti y por ti ya Pedro Pérez Delgado tiene patria dibujada en su alma junto a la Virgen del Socorro. Tu grito de guerrillero recorre a lomo e´sabana y se esparce cual granizo, trepa la cresta celeste de las andinas montañas, donde nace el Río Grande y bongueando el Amazonas con rumbo a la Patagonia de la Patria Grande, Caribe, Latinoamericana.
Azules sueños tuyos envueltos en tu brazalete tricolor que te acompañó en aquella noche memorable de retos en tu inmortal “Por Ahora”. Crítico de ti mismo y de tus compañeros, propiciador de vergajazos al corrupto y al funcionario burócrata, combatiente de adversidades, terco en tu terquedad más terca en la defensa de los principios.
Llanero alzado, con rumores de joropos y olores mastrantales, es Chávez junto a Bolívar y Sucre en los morichales, en defensa de la Patria derrotando a las penumbras imperiales. Es Chávez que vuelve invicto reclamando voluntades, no compartiendo mentiras, traiciones ni deslealtades. El mismo Chávez insurrecto que jamás creyó en la muerte y se burló de ella. El que amaba la verdad y sostenía que no existía mayor fuerza moral que ella. Es ese Chávez nuestro que nunca sintió que su vida le pertenecía y que él no era más que una débil paja movida por la fuerza de los vientos.
Cinco de marzo, día de reflexión. Ante el luto está tu risa franca. Frente al llanto se impone la alegría colectiva como el camino verdadero. En el dolor del viejo y de la vieja, del joven y de los niños, del recio porte de la mujer y del hombre que transportaron tu cuerpo por avenidas abarrotadas, tu imagen india, negra, blanca transfigurada en soldado que marcha firme con su boina roja y su bayoneta calada. Corazón de pueblo Chávez, delirio de pasiones desenfrenadas. Cinco de marzo, imborrable tu faz, tu Patria querida te brinda sus frutos cargados de amor, la tempestad no cesa y tú, capeando los vientos, volando por encima del ojo de la tormenta. Chávez por ahora y por siempre, abrazo tu presencia inmarchitable.
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Félix Roque Rivero Abogado
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