Por Yolselina Guevara López
De acuerdo al «Informe Especial Número 5 Covid-19» de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) de Naciones Unidas, con fecha del 15 de julio de 2020, las estimaciones predicen para este año una contracción de la economía latinoamericana con una caída promedio del Producto Interno Bruto (PIB) del 9.1%, con disminuciones del 9.4% en Sudamérica, el 8.4% en Centroamérica y México, y el 7.9% en el Caribe. Esto se traduce en que el año 2020 será el peor a nivel económico en la región, lo cual no sucedía desde hace más de 80 años, y cuyo impacto será comparable solo a los niveles alcanzados durante la Gran Depresión mundial de 1930. La propagación de la pandemia producida por el Covid-19 está afectando amargamente a esta región del mundo, que ya se encontraba en dificultades antes de su llegada, debilitando aún más el delicado equilibrio económico y social de sus 650 millones de habitantes.
Economía latinoamericana antes del Covid-19
Remontándonos a la primera década de este siglo, el crecimiento del PIB regional ya había sufrido un desplome del 6% al 0.2%. La crisis se hizo evidente el año pasado, cuando la tasa de crecimiento fue del 0.1% y hubo importantes focos de protestas en la región. El descontento social por la excesiva desigualdad económica, las instituciones corruptas y las políticas públicas insuficientes se ha evidenciado en varios países de forma espontánea, llegando incluso a niveles de violencia y represión policial y militar. Este desazón que vive los ciudadanos y ciudadanas se manifiesta en el cuestionamiento a la clase política dominante de algunos países, que a su vez se refleja en en el ascenso al poder de empresarios que solo buscan satisfacer su estatus económico. Además de ello, es la percepción en el grueso de la población que el modelo económico dominante es definitivamente injusto e indigno para la población. Como resultado de este descontento interno generalizado, como no se había visto en décadas, algunos gobiernos solo han esbozado modestos paquetes de reforma y de inversión social, sin perder sus privilegios ni ceder cuotas poder a nivel económico o político. La llegada de la pandemia ha favorecido a las autoridades gubernamentales, en un cierto sentido, no solo en Latinoamérica sino en el mundo, porque el Covid-19 ha sido utilizado además como una herramienta para frenar las protestas y huelgas de una población que clama reivindicaciones sociales. Se han desarrollado formas de autoritarismo, bajo la necesaria emergencia sanitaria, permitiendo la imposición de medidas altamente represivas y de control social. Asimismo, se ha logrado desviar la atención y opinión pública hacia todo aquello que tenga que ver con el virus.
Una crisis de dimensiones planetarias
Lo que se avizora y que ya se está viviendo en diferentes continentes, es una crisis económica que afectará a todo el planeta, con la reducción del PIB a nivel mundial del 5.2%, según datos de Cepal. El Sistema de la Reserva Federal proyecta para los Estados Unidos una caída del 6.5% del PIB; el Fondo Monetario Internacional (FMI) predice un cambio en el PIB de la nación norteamericana de menos del 5.9%. En ambos casos, tomando cualquiera de la cifras expuestas, esto significa una crisis en las redes productivas de México y Centroamérica, ya que las mismas están vinculadas económicamente al mercado estadounidense.
A nivel mundial, con las medidas de cuarentena obligatoria para evitar la propagación del Covid-19, se redujo la producción manufacturera, en algunos casos hasta cero, en países como China, Estados Unidos y, en menor porcentaje, en Alemania. En cuanto a las importaciones, la falta de comercialización de productos está frenando la producción manufacturera, deteniéndose en su totalidad en el sector automotriz mexicano y brasileño.
La crisis sanitaria generada por la pandemia afecta a sectores industriales pero golpea con mayor ferocidad al turismo. De acuerdo a los datos publicados por Cepal la afluencia de turistas internacionales ha disminuido en un 35% en Sudamérica, un 39% en el Caribe y un 35% en Centroamérica. Acarreando graves consecuencias para los países del Caribe, en los cuales el turismo es una de sus principales fuentes de ingresos y por ende de subsistencia.
En cuanto a los productos energéticos como petróleo y gas, Cepal pronostica una caída del 39.3%; en el caso de los minerales y metales una caída del 6.1%; y en lo que respecta a los productos agrícolas y agropecuarios, una baja de casi el 6%. México y Venezuela, países exportadores de crudo, tendrán que hacer frente al inminente colapso de su precio.
Mayor pobreza en latinoamérica
La Cepal estima que la tasa de desocupación regional estará al final del año en 13.5%. Los sectores más afectados serán: el comercio, el transporte, los servicios en general, además de las micro y medianas empresas. Se debe tomar en cuenta que el sector de los trabajadores informales es uno de los más numerosos en Latinoamérica, los cuales son los más vulnerables a los efectos del Covid-19, tanto por la cuarentena que les impide generar ingresos, el peligro del contagio y la falta de acceso a servicios de atención sanitaria.
Para Cepal, el número de desempleados puede llegar a ser de 44.1 millones de personas en la región, lo que se interpreta como 18 millones de desocupados más en comparación con 2019. A su vez, el desempleo genera un espiral de personas en pobreza Cepal estima será de 230.9 millones en 2020, alrededor del 37.,3% de toda la población del subcontinente. En líneas generales, el resultado será un nuevo aumento de la desigualdad, retrocediendo en cuanto a la batalla contra la pobreza.
Propuestas ante la crisis económica
Cepal en su informe cinco propone cuatro grandes líneas de acción para contrarrestar las consecuencias del Covid-19 en la región:
1. Un ingreso básico de emergencia como instrumento de protección social.
2. Un bono contra el hambre.
3. Apoyo a las empresas y los empleos en riesgo.
4. Fortalecimiento del rol de las instituciones financieras internacionales.
Pero más allá de estas propuestas, es en esta coyuntura de crisis que se vislumbra con mayor claridad la necesidad de la orientación y desarrollo de mecanismos de integración regional, además del fortalecimiento de procesos de regionalización de la producción.
En medio de esta pandemia que azota la región, organismos como la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), Petrocaribe, la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), entre otros, hacen ver la importancia estratégica de su existencia, los que han sido disminuidos casi hasta su desaparición, producto de los intereses mezquinos de gobiernos títeres comandados por el imperialismo norteamericano, cuyo objetivo es que América Latina y el Caribe no llegue a consolidarse como un gran bloque regional de integración y poder.
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Yoselina Guevara López Corresponsal en Italia
