Génesis de la Unión Cívico-Militar en Venezuela

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Por Adán Chávez Frías

I

Los recuerdos de nuestra primera vida al lado del Comandante Chávez siguen haciéndose presentes en medio de la dura batalla que hoy libra el mundo; una batalla que hemos decidido afrontar las venezolanas y los venezolanos con responsabilidad, disciplina y consciencia del deber social, como permanentemente lo hizo el líder histórico de la Revolución bolivariana, desde los primeros momentos en que comenzó a gestarse nuestro proyecto revolucionario.

Cuando en diciembre de 1981 Hugo me obsequió el libro País portátil, en cuya guarda, como bien es sabido, expresó el compromiso de vida que habíamos asumido para siempre, ya tenía cuatro años de haber iniciado una de las etapas más importantes de su vida, de su formación como líder revolucionario; de haber comenzado a concretar el proyecto estratégico de liberación nacional como “un plan de insurrección cívico-militar-religioso”, que era la tesis fundamental del Partido de la Revolución Venezolana (PRV), que lideraba Douglas Bravo.

Esta tesis incluía en sus planteamientos los preceptos bolivarianos; y coincidía casi totalmente con lo que Hugo y otros oficiales jóvenes venían debatiendo desde hacía cierto tiempo. Por eso, cuando le propuse realizar el enlace con Douglas para trabajar juntos en la conformación de un movimiento cívico-militar que impulsara una revolución transformadora en el país, no fue difícil ponernos de acuerdo.

II

Los primeros días de diciembre de 1977, el entonces subteniente Chávez fue nombrado oficial de comunicaciones en el Batallón Blindado Bravos de Apure de Maracay, capital del estado Aragua; tras su paso como oficial por el Batallón de Cazadores Manuel Cedeño de Cumaná, en el estado Sucre, donde conformó con cuatro soldados el Ejército de Liberación del Pueblo Venezolano (ELPV), embrión del Ejército Bolivariano Revolucionario-200 (EBR-200).

Como él mismo lo manifestó, ya andaba con un huracán por dentro, pensando en qué hacer para asumir con mayor rigor la senda libertaria. En esos días escribió en su diario de campaña: “Vietnam, uno y dos Vietnam en América Latina. ¡Bolívar, Che Guevara, vengan! Regresen. Aquí puede ser… esta guerra es de años, hay que hacerlo aunque me cueste la vida, no importa, para eso nací, hasta cuando podré estar así… Me siento impotente, improductivo, debo prepararme para actuar”.

Y comenzó a actuar con más decisión, aunque no tenía aún objetivos muy claros. “Yo era un rebelde sin causa… Lo veo más como un gesto quijotesco de protesta contra una situación general de las cosas, del país”; le dice a Ramonet, un testimonio que está recogido en el libro Mi Primera Vida. Es en esos meses cuando decide definitivamente continuar la carrera militar y comenzar un proceso revolucionario desde dentro de la institución castrense, ya con la idea de conformar una alianza cívico-militar. Fue lo que se hizo, hasta que explotó la insurgencia del 4F de 1992: trabajar dentro del Ejército, crear en él las células bolivarianas, profundizar la relación con organizaciones de izquierda; lo que dio origen definitivamente al Movimiento Bolivariano Revolucionario-200 (MBR-200), que nació formalmente con el juramento del Samán de Güere, en diciembre de 1982.

III

Ese diciembre de 1977, aprovechando las vacaciones de fin de año, nos encontramos en Barinas y una noche, conversando en uno de los sitios utilizados entonces para la subversión, el bar Noches de Hungría, Hugo insiste en su deseo de dejar el Ejército. Aunque siempre analizábamos diferentes temas de la coyuntura del país, y a pesar de que yo conocía de sus inquietudes políticas, por disciplina no le había contado antes todo sobre mi accionar político de aquellos tiempos. Ya tenía por lo menos dos años militando en el partido que dirigía Douglas Bravo, PRV-Ruptura; luego de mi militancia en el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR).

Una de las líneas estratégicas que discutíamos en esos días, era precisamente la necesidad de alcanzar una articulación efectiva con militares patriotas para la construcción de un movimiento cívico-militar, que le diera verdaderas opciones de poder a una acción insurreccional, a partir de la cual emprender un proceso de transformación auténtica, que permitiera sacar a Venezuela del neocolonialismo en el que nos encontrábamos.

Eso fue lo que le plantee a Hugo esa noche. Me adelante a comentarle, faltando un poco a la disciplina partidista, la estrategia diseñada (todo aquello era clandestino, por razones obvias); ya que sentí era la única manera de hacerlo desistir de su empeño de dejar el Ejército. Por supuesto, le encantó la idea, saliendo de allí con nuevos bríos y acordando que yo buscaría la manera de acelerar el proceso para él entrar en contacto con quien los jefes del PRV decidieran; manifestando su disposición de trabajar de manera conjunta para conformar un sólido movimiento cívico-militar.

Con la idea de que ahora si se podría, Hugo me planteó esa noche, lo que había estado pensando: iniciar una organización desde dentro de la Fuerza Armada, en un momento que señalaba era propicio, dado el descontento que existía en la joven oficialidad, por la corrupción generalizada, la pérdida de identidad nacional y, en general, por los malos gobiernos de aquellos años; para luego conectar esa organización militar con los partidos de izquierda y con la clase obrera progresista.

Al llegar a Mérida, donde residía por aquellos años, plantee la situación en el seno del partido; siendo decidido que si Hugo estaba de acuerdo, se reuniría directamente con Douglas Bravo. Así se hizo, y a partir de la decisión de quien terminaría convirtiéndose en el líder histórico de la Revolución bolivariana, de continuar en el Ejército venezolano, como se dijo antes, se inició una etapa que llevó a la posterior consolidación del MBR-200 en la Fuerza Armada, en conexión directa con la Dirección Nacional del PRV-Ruptura; una nueva etapa sin duda para el líder en formación, génesis de la unión cívico-militar que hoy constituye una de las mayores fortalezas de nuestro proceso revolucionario. Como él mismo lo confesó a Ramonet, comenzó una doble vida: una en el Ejército y otra clandestina. “Diría que fue una de las mejores etapas de mi vida”, señaló al referirse a este período, sobre el cual seguiremos profundizando en próximos artículos.

IV

En julio de 1978 Hugo Chávez es ascendido a Teniente en el Batallón de Blindados Bravos de Apure, ubicado en Maracay, estado Aragua; donde le asignaron el comando de dos pelotones de tanques AMX-30. Hacía pocos meses que había establecido contacto con el PRV-Ruptura y asumido de forma más intensa y militante, su compromiso revolucionario. Se iniciaba entonces así una importantísima etapa para la forja del líder: la formación y madurez en lo militar, y la militancia teórico-práctica en el PRV; organización política en la que fue designado miembro del Comité Central.

En el segundo semestre de ese mismo año, entra también en contacto con Alfredo Maneiro, Secretario General de la Causa R. Los años 1978,1979 y 1980 fueron de intenso trabajo organizativo, en función de construir un auténtico movimiento de masas, con un fuerte anclaje en la clase obrera, el campesinado y los estudiantes; siendo realizados grandes esfuerzos para lograr la unidad de los partidos de izquierda, comenzando por el PRV-Ruptura y la Causa R. Como se sabe, esto fue prácticamente imposible de lograr, por las divisiones, el grupalismo, el reformismo y las traiciones, entre otros factores. Es por ello que la rebelión del 4-F de 1992 fue fundamentalmente una insurgencia de carácter militar.

A pesar de ello, el Teniente Chávez continuó su formación. Además de las reuniones con Douglas Bravo y Alfredo Maneiro, pinta, escribe, investiga sobre Maisanta, sigue estudiando a Bolívar, Rodríguez y Zamora; y, también, a Marx, Lenin, Gramsci, y otras autoras y autores marxistas europeos; así como a Mariátegui y Mao Tse-Tung.

Dice Chávez que en esos años siente, “…como un conjunto de disparadores, en lo espiritual, en lo ideológico, en lo político. Aunque siguen siendo años de estudio y de reflexión… comienzo en serio a preparar informes políticos y ponencias sobre temas militares para las reuniones con Douglas Bravo y el comando del PRV-Ruptura. Ya era el movimiento cívico-militar, aún no era el MBR-200… En esos años escribí ´El Brazalete Tricolor´ y otros cuentos y ensayos… Era una capacitación permanente. Y comienzo a buscar oficiales, porque yo solo no iba a hacer una rebelión…”.

Y así fue. Chávez acentúa su relacionamiento con diferentes unidades del Ejército, y con la Escuela de la Aviación, en la misma ciudad de Maracay; un intenso trabajo de varios años, para la captación de oficiales y cadetes.

V

En marzo de 1981, es cambiado para la Academia Militar de Venezuela (AMV), volviendo nuevamente a la Casa de los Sueños Azules; una decisión de gran significación para Chávez, para el trabajo que estaba realizando en función de la organización del movimiento; aunque ello implicaba también alejarse del grupo que se había fortalecido en Maracay.

Sobre ese traslado, Chávez le dice a Ramonet: “…hay ocasiones en que pareciera que todo conspira para ayudarme, como si hubiera un plan oculto… Llego a la Academia… ya de Teniente con dos años de antigüedad… vengo cuajado´… En lo político yo había dado pasos importantes en la fragua… Todo marchaba viento en popa, y con esa brisa a favor llego a aquel patio otra vez, el Patio de Honor, el Código de Honor… Lo vi clarito: aquí está ‘el nido de las águilas’… A partir de ahí, me resultó evidente que la Academia tenía que ser el nido… la cuna de la Revolución. Nuestro movimiento cayó allí en tierra fértil… Me nombraron Comandante de un pelotón de cadetes hasta julio de 1981…”.

Entonces, conscientemente comienza un trabajo político con los cadetes; empezando el movimiento ha adoptar una estructura orgánica desde la Academia, que hasta ese momento no tenía. También, aprovechando su estadía en Caracas, Chávez acentúa las reuniones con los dirigentes del PRV-Ruptura y la Causa R; y, al mismo tiempo, con estudiantes universitarios, lideresas y líderes obreros en algunos barrios caraqueños. Toma forma el movimiento cívico-militar que pronto pasaría a ser el MBR-200.

En julio de 1982, Chávez asciende al grado de Capitán, como el número cinco de su promoción. Desde que llegó a la Academia, se desempeñaba como instructor de táctica, de juegos de guerra; pero también de historia y de liderazgo. En agosto de ese mismo año, lo envían de nuevo a Maracay, al Batallón de Infantería Paracaidista Coronel Antonio Nicolás Briceño, el mismo con el que se alzó el 4-F de 1992. Allí, continúa fortaleciéndose el movimiento, sobre todo en el ámbito militar.

Al mismo tiempo, se produce un alejamiento de Douglas Bravo y, por tanto, del PRV; un partido que venía confrontando profundas contradicciones internas, que se reflejaban por supuesto en la relación con Chávez. De manera que, se produce una división en esa época y decidimos separarnos definitivamente de esa militancia política. Un pequeño grupo, donde estaba el querido compañero Alí Rodríguez Araque, formó “Tendencia Revolucionaria”, que finalmente se fusionó con la Causa R; mientras que Douglas organizó “Tercer Camino”, que terminó disolviéndose completamente. Así desaparece, lamentablemente, el PRV; un partido que dio aportes importantes, en su momento, a la lucha por la libertad y soberanía de la Patria.

Algunos de los jóvenes militantes de ese partido, conscientes ya de las fuertes desviaciones internas, decidimos acompañar a Chávez y la estructura de lo que luego sería el MBR-200. En lo personal, me correspondió realizar trabajo político-cultural en Barinas y sus alrededores, ya que para ese tiempo era profesor de la Universidad Nacional Experimental de los Llanos Occidentales Ezequiel Zamora (Unellez); trabajo que llevaba a cabo de manera clandestina con otros compañeros de la región.

VI

Un momento clave en el proceso de fortalecimiento del movimiento cívico-militar, es el 17 de diciembre de 1982, “…quizás el acontecimiento de mayor relevancia en los meses pasados en los paracaidistas…”, según expresara el propio líder histórico de la Revolución bolivariana. El jefe inmediato del entonces Capitán Hugo Chávez, el Coronel Manrique, le encomendó que diera unas palabras ese día, en un acto organizado con motivo del 152 aniversario de la desaparición física del Padre Libertador Simón Bolívar. Allí, se presenta un altercado con el Mayor Flores, quien fungía como maestro de ceremonia, porque este le solicitó el discurso escrito al líder bolivariano, quien le manifestó que él hablaba sin notas, que no escribía sus intervenciones. El Mayor, aunque molesto, tuvo que permitir que Chávez diera sus palabras, porque todo el personal esperaba en formación. Y comienza Chávez con la cita de José Martí: “Así está Bolívar en el cielo de América, vigilante y ceñudo, sentado aún en la roca de crear, con el inca al lado y un haz de banderas a los pies; así está él, calzadas aún las botas de campaña, porque lo que él no dejó hecho, sin hacer está hasta hoy; porque Bolívar tiene que hacer en América todavía”.

Seguidamente se pregunta Chávez en aquella intervención: “¿Cómo no va a tener que hacer Bolívar en América todavía, cuando tenemos un continente poblado de miseria?”, cuidando mucho de no referirse, como le dice a Ramonet: “…a lo interno, al gobierno venezolano… globalizando la unidad de América Latina… Ya poseía mi artillería intelectual propia, tenía mis conceptos personales…”.

Cuando terminó su discurso, el ambiente era muy tenso. El Coronel llamó a todos los oficiales. A su lado, el Mayor Flores, le dice a Chávez: “parecías un político”, a manera de insulto; pero antes que este respondiera, Acosta Carlez le replicó: “Mi Mayor, ¿cómo que ‘político’? Lo que pasa es que somos capitanes de la promoción ‘Simón Bolívar’, capitanes bolivarianos, y cuando hablamos como habló Chávez, ustedes se mean en los pantalones”. Evitando que la situación pasara a mayores, el Coronel da la voz de mando ¡atención fir!; y les dice: “Miren señores, todo lo que el Capitán Chávez ha dicho, me lo había repetido anoche en mi despacho; y yo lo autoricé. Así que pido disciplina. Ha sido un discurso interesante; que cada quien reflexione sobre Bolívar y sobre este acto patriótico. Pueden retirarse”. Sin duda, un gesto de solidaridad de aquel Coronel de la vieja guardia.

Después del altercado, Acosta Carlez y Chávez deciden ir a trotar como una manera de calmar los ánimos, invitando a Jesús Urdaneta Hernández y a Raúl Baduel. Lo hicieron hasta el sector La Placera, en las instalaciones del Batallón de Infantería Paracaidista “Coronel Antonio Nicolás Briceño”; y, al retorno, se dirigieron al Monumento al Samán de Güere, donde realizaron el conocido juramento: “Juro por el Dios de mis padres, juro por mi Patria, juro por mi honor, que no daré tranquilidad a mi alma ni descanso a mi brazo hasta no ver rotas las cadenas que oprimen a mi pueblo por voluntad de los poderosos. Elección popular, tierras y hombres libres, horror a la oligarquía”.

A partir de ese día el trabajo de captación de oficiales, de organización, de formación, se desarrolló con mayor intensidad. Ese diciembre de 1982 nace oficialmente el EBR, que más tarde comenzó a llamarse MBR-200.

VII

Unos años después, en 1985, el entonces Capitán Chávez es transferido al Escuadrón de Caballería Motorizada Francisco Farfán, en la población apureña de Elorza; siendo considerada esta una responsabilidad importante, dada la ubicación estratégica de esta unidad militar: la frontera con Colombia.

Hugo Rafael llega a ese pueblo llanero, sintiendo que el parto histórico que se venía gestando no podría ser detenido por nada ni nadie. El MBR-200 estaba vivo y era ya la expresión más pura de los sueños libertarios de quienes militábamos en el Movimiento.

De allí que, le confiese a Ramonet que en Elorza vivió una de las épocas más felices de su vida, de grandes realizaciones, “en lo militar, en lo social y en lo político. Elorza se convirtió en una especie de laboratorio sociológico donde empecé a experimentar en vivo nuestras tesis con respecto a la relación Fuerza Armada-Pueblo, lo que nunca antes había hecho”.

En aquel pueblo fronterizo, abandonado por los gobiernos puntofijistas, como la mayoría de los territorios del interior del país, Chávez se convirtió, además del líder militar de la zona, en un dirigente social, manteniendo contacto directo y permanente con estudiantes, indígenas, deportistas, cultoras y cultores, profesoras y profesores.

Además, logró integrar a sus soldados al quehacer comunitario, organizando equipos deportivos, a las pescadoras y los pescadores para que aprendieran a defender sus derechos, y a las campesinas y los campesinos para hacer frente al terrible latifundio que existía en el lugar. También, se metió a fondo a trabajar con las comunidades indígenas, respetando y apreciando sus costumbres y cultura, viviendo con ellos su realidad, su drama. Todo ello, al tiempo que indagaba sobre Maisanta, cuyo recuerdo y ejemplo seguían vivos en la memoria de la sabana.

Fue tanta su compenetración con la gente de ese pueblo, que durante dos años consecutivos, 1986 y 1987, Hugo fue designado presidente de las fiestas de Elorza; fiestas que, como se sabe, constituyen un referente de la cultura nacional, y cuyo realce, justo es reconocerlo, tienen mucho que ver con la gestión de Chávez y su empeño por hacer de las fiestas un escenario para la organización y participación popular.

Recuerdo que en esos años un pequeño grupo de bolivarianas y bolivarianos que laborábamos en la Unellez, en Barinas, logramos que las autoridades universitarias del momento nos apoyaran para llevar a esas fiestas, como parte de la nueva programación organizada por Chávez, las manifestaciones culturales que hacían vida en esa casa de estudio: danzas, teatro, títeres y un grupo de música llanera.

También, ya es conocida nuestra pasión por la pelota, viajó a Elorza el equipo de softbol de los profesores de la Unellez. Chávez limpió un terreno baldío y construyó un “estadio sabanero”, donde jugamos contra la novena que él organizó, integrada por soldados y algunos habitantes de Elorza y San Fernando; que tenía como manager para esos intercambios, nada más y nada menos, que al gran pelotero venezolano Pompeyo Davalillo, quien había sido entrenador de Hugo en la Academia Militar. Realmente aquel pueblo, con sus fiestas, se integró como nunca, organizándose como nadie había siquiera pensado antes. Elorza cambió para siempre desde aquellos años de la estancia de Chávez en esas queridas tierras; y podemos asegurar, que la mayoría de sus hijas e hijos se mantienen hoy fieles al legado del Comandante Eterno.

VIII

Antes del traslado de Chávez a Elorza, entre los años 1983 y 1984, el Movimiento Bolivariano había venido expandiéndose y fortaleciéndose, gracias a la incorporación de nuevos oficiales jóvenes y al desarrollo de intensas jornadas de estudio y formación política; tareas dirigidas personalmente por el Capitán Chávez Frías, lo que permitió que su liderazgo se consolidara rápidamente. Una de sus insistencias permanentes en esa época, como lo fue siempre, era la importancia de terminar de definir nuestra plataforma ideológica. Como él mismo lo dijo a Ramonet, “…yo siempre insistí en la importancia del tema ideológico, …en el tema ideológico del bolivarianismo. Y sobre esa base, …decidí crear el Movimiento que nace en 1982, en el Samán de Güere…”.

Esta ideología se resume, contrario a lo que algunos todavía plantean, en el Árbol de las Tres Raíces –a las que hoy se suma la raíz integradora del pensamiento del líder histórico de la Revolución bolivariana–; constructo que surge del estudio profundo del pensamiento bolivariano. “Leímos… varios libros fundamentales: Introducción a Simón Bolívar, de Miguel Acosta Saignes; Bolívar, de Indalecio Liévano Aguirre; Bolívar de Carne y Hueso, de Francisco Herrera Luque; Bolívar, Pensamiento Precursor del Antiimperialismo, de Francisco Pividal; y El Culto a Bolívar, de Germán Carrera Damas; entre otros. Se nos apareció, con toda claridad, el estadista, el visionario de la integración latinoamericana… Tratamos de definir y precisar una ideología bolivariana porque, para nosotros, en aquella situación, constituía la herramienta teórica perfecta: ningún militar la podía rechazar, tenía sustento histórico y contenía todos los elementos revolucionarios que necesitábamos para movilizar a los oficiales descontentos”, señaló nuestro Comandante Eterno.

Igualmente, profundizamos mucho acerca del pensamiento de Simón Rodríguez y Ezequiel Zamora, sobre lo cual debatíamos cada vez que podíamos reunirnos. Como lo explicó Chávez en su momento, el propósito fue “ensamblar las principales ideas de cada uno de ellos –Bolívar, Rodríguez y Zamora– para constituir un cuerpo de doctrina original, un pensamiento político revolucionario y, a la vez, profundamente venezolano; …de este modo conformamos el Árbol de las Tres Raíces como concepto ideológico fundamental, uno de los principales nutrientes de nuestro proyecto político”.

IX

Cuando Chávez fue presidente de las fiestas de Elorza por segunda vez, ya ostentaba el grado de Mayor del Ejército venezolano, pues había ascendido en julio de 1986. En mayo de ese año, se realizó en San Cristóbal, estado Táchira, el 3er Congreso Nacional del MBR-200, de manera clandestina, por supuesto; donde conocí personalmente a varios oficiales que integraban el Movimiento, entre ellos al Comandante Arias Cárdenas.

Además de los oficiales que fungían como miembros del Directorio de dicho Movimiento, fuimos invitados dos civiles de manera especial: Manuel, un profesor y viejo militante del Partido de la Revolución Venezolana (PRV), quien se había quedado con nosotros; y yo.

En esa reunión, debatimos acerca de la línea ideológica de las tres raíces y la estrategia para seguir sumando militares y civiles al Movimiento, incluyendo la incorporación y participación de organizaciones populares; entre otros aspectos. De allí salimos sintiendo que teníamos una organización lista para terminar de preparar la insurrección cívico-militar orientada a liberar a la patria de la ignominia de la IV República.

X

La rebelión popular de 1989 marcó el nacimiento de la Revolución bolivariana; en la medida en que estremeció el ambiente socio-político nacional, que a partir de ese momento estuvo caracterizado por el incremento de las protestas como consecuencia del deterioro moral, económico y social del país; y, como solía ocurrir durante la IV República, por la represión al pueblo.

Dicho escenario, aceleró la creación de las condiciones objetivas para el desarrollo de una acción revolucionaria, lo que animó a Chávez –quien estaba consciente de ello– a profundizar las labores de reorganización del MBR-200, que tal y como señalamos antes se encontraba desarticulado.

De manera que, ante este nuevo panorama, Hugo decide no irse del Ejército; una decisión que le participa a los demás miembros del Movimiento, quienes estuvieron de acuerdo en retomar las reuniones y las actividades organizativas. Así, el MBR-200 se relanzó tanto en lo militar como en lo civil, comenzando a crecer de nuevo y a consolidar su accionar para pasar a la ofensiva.

Tanto así fue que los militares, con Chávez a la cabeza, prácticamente asumieron una “conspiración abierta”; a pesar de lo cual el Gobierno no logró recabar pruebas contundentes en su contra. Aún así, este se dedicó a continuar persiguiéndolos y a procurar empañar su carrera militar, a partir del desarrollo de una infame campaña al interior de los cuarteles, para procurar desprestigiarlos. Comenzaron a llamarlos “Los Comacates”, en atención a las jerarquías militares que suponían tenían los miembros del Movimiento: Comandantes, Mayores, Capitanes y Tenientes; en contra de quienes se decía que eran una especie de “secta” con ideas satánicas y dictatoriales, y que tenían un plan para asesinar al presidente adeco de turno.

XI

En diciembre de 1989 son detenidos por unas horas, con el pretexto de ser investigados por ese presunto plan, Chávez y otros Mayores que integraban el Movimiento; lo cual resultó ser una patraña para sacarlo del Palacio Blanco, donde laboraba en el Seconasede; y para separar lo más posible, con cambios de este tipo, a los sospechosos de integrar el MBR-200, uno de ellos Hugo, a quien envían a una Brigada de Cazadores en Maturín, capital del estado Monagas.

En octubre de ese año, el líder histórico de la Revolución bolivariana había comenzado su curso de Estado Mayor, correspondiéndole en el mes de julio siguiente el ascenso a Teniente Coronel; un ascenso que de varias maneras trataron de impedir, apelando a elementos de orden disciplinario, de rendimiento académico e, incluso, a su eliminación física. No lo lograron, no solo porque nunca consiguieron una prueba en su contra ni por el hecho de que nadie lo hubiera culpado de algo, sino además porque sus calificaciones eran excelentes.

Luego de su ascenso, en julio de 1990, la guerra interna contra los bolivarianos se acentuó; siendo dada la orden para que: “…Chávez y los de su grupo que están en el curso de Estado Mayor fracasen, que no se graduen, es la única forma de frenarlos”.

Una vez más, y a pesar de todas las maniobras empleadas, no pudieron evitar que Hugo y sus compañeros terminaran con éxito dicho curso, en julio de 1991; lo cual tampoco impidió continuara la persecución en su contra.

El ya Comandante Chávez, que había culminado su Curso de Estado Mayor con muy buenas calificaciones y seguía teniendo una impecable trayectoria profesional que lo hacía merecedor de la responsabilidad de comandar un Batallón, fue, sin embargo, asignado al Servicio de Proveeduría de las entonces Fuerzas Armadas. Vale decir, hicieron lo posible para evitar que tanto Hugo como los demás compañeros sospechosos de pertenecer al Movimiento Bolivariano comandaran tropas.

A pesar de ello, el MBR-200 seguía fortaleciéndose y contaba ya con una buena cantidad de Capitanes que asumieron como Comandantes de Compañías de Tanques, de Infantería y de Cadetes; mientras que varios Comandantes recibieron Batallones. Además, se había retomado el contacto con organizaciones civiles de izquierda y organizado el “ala civil” del MBR-200.

Asimismo, Chávez continuaba, con el apoyo de algunos de nosotros, con su labor de captación, organización y formación. En sus horas de ocio en la Proveduría Militar analizaba y planificaba el desarrollo del movimiento cívico-militar; al tiempo que, se dedicó a visitar mucho la Academia Militar, su Casa de los Sueños Azules, la Cuna de la Revolución bolivariana.

XII

Una vez más el destino, esa “conspiración invisible” de la que permanentemente nos hablaba nuestro Comandante Eterno, seguía desempeñando su papel, pues resulta que al asistir Hugo al acto de nombramiento de Comandante del Batallón Coronel Genaro Vásquez, de uno de los compañeros del Movimiento, el Teniente Coronel Ortíz Contreras; le recuerda a este su situación, prometiéndole Ortíz que hablaría con el nuevo ministro de la Defensa de entonces, el Gral. Ochoa Antich, con quien mantenía una relación cercana. Ortíz Contreras cumple su palabra, el Ministro reconoce que se había cometido una injusticia con el nombramiento de Chávez en la Proveeduría y da las instrucciones pertinentes para que le asignen un comando de Batallón, como le correspondía.

Es así como en agosto de 1991 Chávez recibe como Comandante del Batallón de Infantería de Paracaidistas Coronel Antonio Nicolás Briceño, ubicado en el Cuartel José Antonio Páez de Maracay, estado Aragua. En esa transmisión de mando lo acompañamos papá, mamá y yo; un acto en cuyo discurso de orden Hugo esbozó, de manera un tanto simulada, las líneas generales del Proyecto Nacional “Simón Bolívar”. Era, como dije antes, una conspiración abierta.

Chávez llegó por azares del destino al Batallón de Boinas Rojas que dirigiría el 4-F de 1992, en la insurrección cívico-militar que partió en dos la historia de nuestra patria.

Sobre ello habría reflexionado ese mismo día, como lo manifestó a Ramonet: “…Quinientos y pico de hombres bien entrenados, en un sitio estratégico como Maracay, cerca de Caracas; y además, un grupo de oficiales del MBR-200 ya colocados en posiciones de mando; nuestro Movimiento maduro para el alzamiento… y todo un pueblo reclamando una rebelión”.

De manera que, consciente de lo que ello significaba, Chávez continuó consolidando el MBR-200, en espera del desarrollo de las condiciones objetivas en el país, reclutando nuevos oficiales, manteniendo contacto con gente de la Causa R, como el querido camarada Alí Rodríguez; y con algunos compañeros del Movimiento Electoral del Pueblo (MEP). Para ese entonces, ya el PRV se había disuelto, aunque Douglas Bravo seguía políticamente activo e integraba el Frente Patriótico; una instancia que conformaron después del “Caracazo” intelectuales de izquierda, excomandantes guerrilleros y militares retirados, como Willian Izarra; entre otros sectores e individualidades.

Todos compartían la línea estratégica central del proyecto bolivariano: conformar un movimiento cívico-militar, inscrito en la tradición de lucha del pueblo venezolano, desde Bolívar hasta nuestros días, que permitiera lograr los cambios que el país requería; un movimiento que es hoy soporte fundamental frente a la criminal arremetida imperial de la que somos objeto las venezolanas y los venezolanos.

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Adán Chávez Frías Embajador de Venezuela en Cuba

Cortesía de http://www.cubadebate.cu/

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