Por Enrique Claros
Un 25 de julio, hace exactamente 27 años, estando en el estadio Hernando Siles de La Paz, el Templo de los Sueños, me enteré de uno de los goles más importantes, sino el más de la historia boliviana, de la misma forma que la mitad del estadio, al ver levantarse en un solo grito a toda la curva norte.
Brasil, en 40 años, nunca había perdido un partido de eliminatorias mundialistas, tenía 24 partidos ganados y siete empatados. Nosotros veníamos de dar una gran sorpresa al ganarle a Venezuela en su casa por siete a uno.
Con mi familia estábamos sentados donde la tradición nos dictaba, recta general, bandeja baja, casi a la altura del arco sur.
Sé que hay momentos más significativos y que el fútbol es “lo más importante entre las cosas menos importantes”, pero nunca escuché el Himno Nacional cantado como ese día, en una sola voz de alrededor de 40 mil personas, había tensión, nervios colectivos.
El partido transcurrió, con algunas acciones de peligro para Bolivia y casi ninguna para Brasil, pero cada vez que la tocaban, un silencio se apoderaba del estadio, el cero a cero se imponía y a menos de 15 minutos para el final… ¡Penal para Bolivia!
Uno de nuestros créditos, ya jugando en Europa, Erwin Sánchez, “Platini”, frente al balón, remata y Taffarel tapa. Silencio sepulcral en el Siles.
“Platini” sería reemplazado, sale cabizbajo y, al borde de la cancha, fue recibido por el Bigotón con un abrazo, la batalla continuaba.
Minuto 88, Brasil se va hacia adelante, cerca al área boliviana, Gustavo Quinteros corta el avance y entrega el balón a Marco Etcheverry, “el Diablo”, nuestro Diablo, que empieza a encarar desde aproximadamente 60 m del arco brasilero, sus marcadores retroceden sin animarse a salirle al frente, llega al área y empieza el forcejeo con un defensa, que los lleva al borde final de la cancha, parecía que perdíamos el balón –sí, lo perdíamos todos– pero el Diablo no deja de luchar y, en los últimos centímetros de la cancha, al costado izquierdo del arco norte, saca centro rasante, mientras que, para los que estábamos en el sector sur, todo se vuelve confuso, el balón desaparece, solo se ven defensores brasileros, no se ve ni al arquero de Brasil, y en ese momento vemos levantarse a toda la gente de la curva norte y explotar en un grito. Luego vimos la repetición mil veces, el balón venía suave pero girando –endiablado, sería correcto decir–, y el arquero brasilero se arrodilla con una pierna y extiende las manos para tomarlo suavemente, sin mirarlo, y es ahí, precisamente en ese momento, donde el diablo metió la cola y entre todos la empujamos entre las piernas del arquero.
Era el uno a cero… dos minutos después vendría el segundo de Álvaro Peña; se desató la fiesta, Brasil perdía su invicto, caía en el Templo de los Sueños… Bolivia luchaba por su primera clasificación a un mundial… esta historia tendría un final feliz.
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Enrique Claros Productor artístico
VIDEO «Bolivia vs. Brasil. Clasificatorias para la Copa Mundial de Estados Unidos 94».