Por Ramiro Lizondo Díaz
El pasado 10 de junio de 2020, se llevó a cabo la Conferencia sobre los Efectos Económicos y Sociales del Covid-19 en la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América – Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP). En dicho evento, participaron los presidentes y primeros ministros de los Estados parte de esta Alianza social y económica regional.
Este importante y necesario encuentro comenzó con la intervención de la Secretaria Ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), Alicia Bárcenas, quien presentó un resumen del Informe sobre el impacto económico en América Latina y el Caribe de la enfermedad por coronavirus. El documento registra un diagnóstico propositivo, a partir del cual los gobiernos podrían tomar en cuenta, a la hora de aplicar medidas urgentes, con el fin de atenuar los impactos negativos de la pandemia en la economía latinoamericana.
Según lo investigado por la Cepal, antes de que la pandemia se extendiera por la región, presentábamos ya el menor crecimiento económico, después de décadas de bonanza, y un limitado espacio para la política fiscal. La crisis sanitaria llegó en un momento de debilidad económica. Durante el período 2010-2019, la tasa de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) regional disminuyó del 6% al 0.2%; y en el período 2014-2019 el crecimiento fue el menor desde la década de 1950 (0.4%). Con la emergencia sanitaria, la crisis que sufre la región este 2020 con una caída del PIB del 5.3%, será la peor en toda su historia. Lo que significa mayor desempleo (38 millones de personas), desplome del comercio, cierre de dos millones de empresas, destrucción de las capacidades productivas, incremento de la pobreza (25 millones de personas) y extrema pobreza (83.5 millones de personas), entre otras. De acuerdo con este organismo, para encontrar una contracción de magnitud comparable hace falta retroceder hasta la Gran Depresión de la década de 1930 (-5%) o, más aún, hasta 1914 (-4.9%).
La paralización de la actividad productiva y comercial tendrá impactos en la estructura del empleo y el bienestar en general, lo que efectivamente acentuará las actividades informales con el aumento del trabajo por cuenta propia y sus precarias condiciones laborales.
Según la Cepal, se estima que la evasión fiscal alcanza al 6.3% del PIB regional. En el que el espacio fiscal es reducido y los ingresos públicos limitados. En la última década, los ingresos públicos totales de los gobiernos de la región promediaron el 18.2% del PIB debido a la ralentización de la actividad económica, la evasión fiscal, la caída de los precios internacionales de las materias primas, entre otros.
Por esos antecedentes, se propone expandir el espacio fiscal, acompañado de medidas de alivio tributario para reducir la presión sobre el flujo de caja de las empresas. Así también, ampliar las garantías de crédito para asegurar que las empresas, particularmente las pequeñas y medianas, que son más intensivas en trabajo y la generación de empleo, tengan acceso a liquidez.
La Cepal propuso que los gobiernos de la región garanticen transferencias monetarias temporales para satisfacer necesidades básicas y sostener el consumo de los hogares, con un Ingreso Básico de Emergencia de manera temporal, a cargo de los propios gobiernos, por un período de seis meses, lo que será crucial para la reactivación económica. Desde una perspectiva de largo plazo, la Cepal reiteró que el alcance de esas transferencias debe ser permanente, ir más allá de las personas en situación de pobreza y llegar a amplios estratos de la población vulnerable. Esto permitiría avanzar hacia un Ingreso Básico Universal que cubriría una canasta básica de alimentos y otras necesidades elementales, cuya implementación demandaría un gasto adicional del 2.8% del PIB y que podría abarcar a todas las personas que se encuentran en situación de pobreza.
Por otra parte, se recomienda que las economías altamente endeudadas gestionen alivios oficiales de la deuda o la suspensión de sus obligaciones, estableciendo un mecanismo internacional de reestructuración de la deuda soberana.
Dado que el volumen de comercio mundial y regional se ha reducido drásticamente por el cierre de fronteras y suspensión de vuelos, la producción se ha visto afectada por la pandemia, lo que podría afectar a la seguridad alimentaria en el corto y mediano plazo. Los gobiernos deberán atender de manera prioritaria la reactivación productiva, principalmente la del sector de los alimentos.
«Con la emergencia sanitaria, la crisis que sufre la región este 2020 con una caída del PIB del 5.3%, será la peor en toda su historia»
La nueva situación postpandemia nos ha mostrado los límites del modelo de desarrollo implementado en la región y que se sustenta en una estructura productiva orientada a la exportación y con poco valor agregado. A esto se suma la caída de los precios internacionales de las materias primas que se exportan, afectando los ingresos de los países. Los gobiernos nacionales han puesto en marcha medidas para frenar la propagación de la pandemia y mitigar sus efectos económicos y sociales. Sin embargo, la pandemia no solo está obligando a redefinir planes y recursos disponibles, sino a cuestionar el modelo económico de tipo neoliberal aplicado en la mayoría de los países de la región.
En el corto y mediano plazo, los gobiernos deberán incrementar los recursos públicos para el sector de la salud con reasignaciones presupuestarias que deben fortalecer los sistemas de este sector en todos sus niveles. Asimismo, se debe incrementar los recursos para ampliar las redes de protección social con transferencias que permitan compensar las pérdidas de ingresos de los trabajadores formales e informales.
Países ALBA-TCP
En el caso de los países que componen el ALBA-TCP, la pandemia ha contribuido a la caída de los ingresos en el Caribe oriental, en los que ya se están generando conflictos sociales por la incapacidad de pago de salarios, la compra de insumos y servicios médicos para atender la pandemia, a lo que se suma los factores climáticos que afectan la producción y pueden generar una situación de falta de alimentos.
El cierre de las fronteras afectó y seguirá afectando a la economía de todos los países de la región y el Caribe, entre ellos, por supuesto, los que conforman la Alianza. En el caso de estos últimos, los ingresos provenientes de la actividad turística son determinantes para sus economías. En la Conferencia sobre los Efectos Económicos y Sociales del Covid-19 en el ALBA-TCP, se puso de relieve que solo la solidaridad permitirá salir de esta crisis pre y postpandemia, tomando en cuenta que dentro de las crisis multisectoriales a causa del Covid-19, se ha podido evidenciar que en algunos países la especulación financiera-comercial, por la venta de medicinas y equipos médicos, nos han convertido en el nuevo epicentro de la pandemia.
Por el contrario, el ALBA-TCP se creó para el bienestar del pueblo a través de la distribución justa y solidaria de los recursos. El ALBA-TCP es vanguardia de la unión de los pueblos. El espíritu de solidaridad fue destacado como parte esencial del acuerdo ALBA-TCP. Si bien este mecanismo de integración no tiene la fortaleza que tuvo en la década ganada, los valores de la unidad y solidaridad ayudarán a superar los efectos del coronavirus. En ese marco, se destaca que las soluciones de alcance exclusivamente nacional no serían viables por razones de economías de escala y diferencias de desarrollo, por lo que América Latina y el Caribe deben integrarse productiva, comercial y socialmente de una manera diferente a la que se implementó en años anteriores.
Es un momento de la historia de gran importancia y significado. La naturaleza del capitalismo salvaje es el origen de las desigualdades históricas existentes. A esto se suma la mala gestión no solo de la pandemia, sino de la economía, por parte de algunos gobiernos que hace más complicado proyectar una salida a la crisis económica y social. En muchos casos, como el de Bolivia, por ejemplo, la pandemia ha servido como el escenario no solo para que el gobierno de facto tome malas decisiones de política económica, sino para que cometa actos de corrupción en distintos niveles de administración del Estado, agudizando los efectos de la pandemia y la crisis económica que vive el país. En otros países también se han dado denuncias de compras con sobreprecios de insumos y equipos para atender la crisis sanitaria.
En cuanto a los bloqueos que sufren Cuba y Venezuela de parte de Estados Unidos y el gobierno de Trump, se destacó que los mismos son actos de terrorismo criminal y deben ser considerados como crímenes de lesa humanidad en época de pandemia.
El bloqueo a Venezuela es para reinsertarla a su influencia geopolítica en la región, como parte de su dispositivo estratégico de ocupación y explotación de las materias primas disponibles en Venezuela. Las medidas económicas coercitivas unilaterales, a pesar de la pandemia, están dirigida a socavar el multilateralismo. Es evidente la falta de sensibilidad y respeto a los Derechos Humanos de su propio pueblo por parte de Estados Unidos.
A diferencia de esa actitud, se subrayó el aporte de Cuba a la lucha contra la pandemia al enviar misiones médicas a numerosos países del mundo, colocando a disposición de todos sus avances en biotecnología. Además, se promoverá la obtención de la vacuna para el Covid-19 y su posterior distribución gratuita por parte del ALBA-TCP.
En general, lo que queda claro es que el Estado será un actor importante en la solución de la crisis económica pre y postpandemia. Las soluciones estructurales que se requieren no lo pueden proveer el sector privado. Por eso hay la necesidad de una economía solidaria que atienda las necesidades de la población sin que medie el interés de los banqueros y capitalistas. Es evidente que la crisis económica golpea y seguirá golpeando a los países más pobres. En el marco del multilateralismo, se debe promover una intensificación de las relaciones del ALBA-TCP con otros acuerdos de integración económica o bloques o, en su caso, con países como la República Popular de China y la Federación de Rusia ,dispuestos a construir una relación de cooperación horizontal en el marco de la solidaridad, la reciprocidad y el multilateralismo.
«La nueva situación post pandemia nos ha mostrado los límites del modelo de desarrollo implementado en la región y que se sustenta en una estructura productiva orientada a la exportación y con poco valor agregado»
Con la caída de los ingresos y la dificultad para acceder a divisas como los dólares, para realizar nuestras importaciones, se propuso dejar de manera gradual el uso del dólar como medio de pago y fortalecer el Sistema Unitario de Compensación Regional de Pagos (Sucre) en el marco del ALBA-TCP. Este sistema de pagos funcionó durante varios años, demostrando su operatividad y beneficios entre los Estados parte de dicho sistema.
El ALBA-TCP ya tiene un avance importante con la implementación de un banco de desarrollo como es el Banco del ALBA, el Sistema Unitario de Compensación Regional de Pagos (Sucre) y de las operaciones del Fondo de Reservas y Convergencia Comercial (FRCC) vinculadas a la Cámara Central de Compensaciones (CCC), que son administradas por el Banco del ALBA, en calidad de Banco Agente y Banco Fiduciario, en coordinación con los bancos centrales de los Estados miembros de la Alianza.
Cambiar de modelo de desarrollo en el mediano plazo promoviendo una estructura productiva orientada a la seguridad y soberanía alimentaria de la región, a cargo de medianas y pequeñas empresas, que son las que están abasteciendo de alimentos a la población en esta situación de pandemia. Implementar un modelo de desarrollo con más equidad e igualdad. El horizonte debería ser (como lo plantea la Cepal), la implementación de un Estado de Bienestar orientado en una primera etapa a la Protección Social Universal en el marco de una mayor integración productiva y multilateralidad regional. Y en etapas posteriores a la construcción de un Estado de Bienestar que garantice el acceso a los bienes y servicios básicos de la población en la región, sin que medie la obtención de beneficios como una condición.
El consejo político y económico del ALBA-TCP se reunirá para el relanzamiento del organismo y estos mecanismos priorizando la elaboración de la vacuna universal Covid-19, que será de difusión amplia y gratuita.
A diferencia del dogma neoliberal que dice que el Estado es nocivo para la economía y sus mecanismos naturales de redistribución, en este período de pandemia el Estado cobra una renovada importancia. La ampliación de la base impositiva para incrementar los ingresos de los Estados no es una medida suficiente. Se hace necesario llevar a cabo cambios estructurales en el modelo económico en el que el Estado debe participar de manera más activa en la economía. Se debe reorientar recursos para el sector de la salud, se debe redistribuir ingresos entre los sectores sociales más vulnerables para disminuir la pobreza y mantener la demanda, también se debe incrementar la inversión pública para promover el desarrollo del mercado interno y el crecimiento principalmente de las pequeñas y medianas empresas del sector de la producción de alimentos.
Pero no debemos olvidar que no todo depende del crecimiento económico, sino de la redistribución. Si la redistribución en la región y a nivel global sigue como antes del Covid-19, se incrementará la desigualdad y la pobreza.
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Ramiro Lizondo Díaz Economista