Por Correo del Alba
Después de 31 años, este 8 de junio de 2020 se empezaron a respirar aires de justicia en los tribunales españoles con la realización del juicio al excoronel y exviceministro de Defensa salvadoreño Inocente Montano por su presunta participación en la decisión, diseño y ejecución del asesinato de sacerdotes jesuitas en la masacre ocurrida en El Salvador el 16 de noviembre de 1989. Montano se enfrenta a una eventual condena de 150 años de cárcel, solicitud hecha por la Fiscalía española a razón de 30 años por cada uno de los cinco fallecidos de nacionalidad española. Las audiencias se realizarán en diez sesiones, desde el 8 de junio al 16 de julio. España ha pedido en reiteradas ocasiones la extradición de 20 exmilitares salvadoreños que participaron en el crimen, pero las autoridades del país centroamericano han ignorado en reiteradas oportunidades estas solicitudes.
El periodista opositor venezolano Leopoldo Castillo es uno de los que corre el riesgo de ser juzgado en Europa, de comprobarse su participación en la matanza de los jesuitas, ya que de acuerdo a diversas fuentes, en su calidad de Embajador de Venezuela en El Salvador, habría servido de apoyo y colaborado en la llamada Operación Centauro, que llevaría al asesinato con saña y alevosía de Ignacio Ellacuría, Segundo Montes, Ignacio Martín-Baró, Juan Ramón Moreno, Amando López, Joaquin López, Elba y Celina Ramos. Castillo actualmente reside en Miami, Estados Unidos, donde continúa sembrando odio a través de los medios de comunicación y redes sociales en contra del Gobierno bolivariano, se le relaciona con la extrema derecha fascista, así como también se conoce su participación en la Escuela de las Américas, además de su vinculación y colaboración con la Agencia Central de Inteligencia (CIA).
Los hechos de la Operación Centauro
En los días previos a la masacre en El Salvador se vivía una guerra civil; en este contexto, los religiosos, especialmente el doctor Ignacio Ellacuría, para entonces rector de la Universidad Centroamericana (UCA), habían asumido el liderazgo para negociar una salida dialogada al conflicto armado. Según la Fiscalía española, en nota de prensa del diario español República de las ideas, Ellacuría era el único intermediario que hablaba con todas las partes, actuaba de puente entre el presidente Alfredo Cristiani y los miembros del Frente Farabundo Marti de Liberación Nacional (FMLN). Por lo cual los religiosos se convirtieron en el «objetivo” a eliminar por parte “de los militantes de extrema derecha», quienes culparon de manera absurda a la Iglesia católica de ser parte de “una conspiración comunista internacional”.
Los sacerdotes, conociendo el peligro que corrían al ser sospechosos de tener nexos con el FMLN, decidieron refugiarse en la casa de Ellacuría. La madrugada del 16 de noviembre 1989, un grupo aproximado de 30 hombres vestidos con uniforme militar, portando armas automáticas, penetró en la casa del Rector. Después de golpearlos salvajamente procedieron a asesinar a todos los que se encontraban en la residencia, incluidas dos empleadas domésticas salvadoreñas.