La ciencia en tiempos de postpandemia

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Por Ximena Roncal Vattuone

La ciencia, la tecnología y la innovación en América Latina y el Caribe (ALC) se han convertido en uno de los temas principales de la agenda política y  académica de los Estados. Distintos países de la región emprendieron con poco éxito una serie de iniciativas encaminadas a romper con la tragedia de la estructura mundial del conocimiento donde, en el último tiempo, el valor de cambio del comercio se caracteriza por  la dinámica de los activos  inmateriales.

Si bien se hicieron algunos esfuerzos en mejorar los sistemas de ciencia y tecnología en ALC, a través del financiamiento y la capacitación de recursos humanos y/o como consecuencia de las concepciones y exigencias del nuevo patrón de producción y acumulación, no se avanzó en la articulación con el sector productivo, ni se logró vincular con políticas orientadas a la reducción de la pobreza. A nivel externo, los conocimientos científicos, tecnológicos y de innovación se mantuvieron por detrás de los tiempos digitales y distantes de las necesidades regionales, manteniendo una estructura productiva inmóvil y con marcada sobreexplotación extendida de los mal llamados recursos naturales, considerando a la naturaleza como una fuente inagotable de riqueza.

En las últimas décadas, nuestros países no solo refrendaron su inserción al sistema mundo capitalista mediante una estructura productiva neocolonial de reprimarización,  sino que también evidenciaron una nueva reconfiguración de dependencia y de acumulación originaria del capital con base en un modelo terciario importador de conocimientos así como  de  bienes y servicios con elevado valor tecnológico, que, como señala Ramírez, ha llevado a la región a un estrangulamiento tecnocognitivo.

En ALC, la bonanza de los precios de los recursos naturales no estuvo acompañada “de una visión estratégica que apuntara a la ciencia, la tecnología y la innovación como factor clave del desarrollo”, asimismo “la región apenas representa el 2% de las exportaciones mundiales de servicios modernos”, según publicó en 2017 y 2018 la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal). La Cepal señala que la participación de la región en el mercado de conocimiento ha sido marginal y alejada del mundo desarrollado, por lo que existe la necesidad de generar mecanismos e incentivos para fortalecer las capacidades científicas y tecnológicas que posibiliten avanzar en el desarrollo de nuevos conocimientos.

Mientras tanto las grandes empresas multinacionales definen su competitividad y ganancia mediante el control de las agendas de investigación en el mundo, profundizan la brecha de los conocimientos y el desarrollo científico tecnológico con un enfoque geopolítico, universal y neutral de la ciencia.

Estos tiempos de Covid-19, nos brindan posibilidades de reflexión para repensar y construir ideas  para situarnos en  el presente y futuro de la  ciencia,  de la creación, de apropiación de conocimientos y transferencia tecnológica que posibilite  el quiebre con la lógica modernidad-colonialidad, de subsunción al capitalismo cognitivo que se transfigura en un nuevo orden mundial aún más incierto y complejo.

«Los conocimientos científicos, tecnológicos y de innovación se mantuvieron por detrás de los tiempos digitales y distantes de las necesidades regionales, manteniendo una estructura productiva inmóvil y con marcada sobreexplotación extendida de los mal llamados recursos naturales»

En marzo de este año, la Organización Mundial de la Salud (OMS), declaraba la enfermedad Covid-19 como pandemia debido al aumento y propagación exponencial tanto de casos como de las muertes ocasionadas por este virus. Los países más golpeados en la región son Brasil que hasta la fecha ha registrado 24 mil 500 personas fallecidas; México, con ocho mil 100 personas que perdieron la batalla contra el virus; Perú y Ecuador, con más de tres mil muertes. El Covid-19 se ha extendido a los 54 países de América Latina y el Caribe, cobrando aproximadamente 40 mil 100 vidas. Por su parte, Estados Unidos hasta la fecha cuenta con cerca de 97 mil muertos, para un total de 345 mil alrededor de todo el mundo.

Este escenario dramático se ha sumado al caos civilizatorio que vive el sistema-mundo capitalista, desnudando una vez mas no solo la precariedad de los sistemas de salud y el utilitarismo de la ciencia, sino que ha ahondado en las terribles desigualdades económicas y sociales, donde el acceso a la salud sigue siendo el privilegio de unos cuantos y donde las empresas, principalmente la industria farmacéutica, refuerzan sus intereses económicos por encima de los sociales. Para el conocimiento mercantil y privado los problemas que atraviesa la humanidad pasan a un segundo plano, la ciencia debe responder a la racionalidad económica de acumulación global, una prueba de esto es la carrera y la disputa de los países centrales en encontrar la vacuna contra el Covid-19  y la apropiación privada de la misma, en los marcos de las  normativas de los derechos de propiedad intelectual.

Es importante tomar en cuenta que la inversión en ciencia, tecnología e innovación regional representa únicamente el 3.1% del total mundial. De igual manera, ALC muestra elevados niveles de concentración, donde Brasil, México y Argentina, representan el 86% de esta inversión total, en un contexto donde casi el 90% de las patentes se registran en el Norte y en que el 90% de los recursos que sustentan estas patentes provienen del Sur.

Para transformar la orientación de las políticas de ciencia y tecnología no es suficiente diseñar nuevas agendas sobre ciencia y tecnología, se requiere pensar en otra ciencia que considere las necesidades, las fortalezas y debilidades de ALC, otra ciencia que no conceda derechos monopólicos sobre la vida, ni sobre la cultura y la biodiversidad, ni sobre los recursos naturales del mundo.

Otras formas de hacer ciencia para la apropiación social del conocimiento, pensada desde la economía, desde la política, desde la sociedad y desde la naturaleza, pero también pensada como un proceso de reivindicación de los conocimientos y saberes ancestrales, los cuales deben abordarse como construcciones del presente y como recuperación de la memoria histórica que posibilite crear diversos mecanismos para su protección. Aún falta mucha investigación y discusión en estos temas, sobre todo en el papel estratégico de las universidades como legitimadoras de la otra ciencia, para un orden social alternativo democrático.

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Ximena Roncal Vattuone Doctora en Economía Política del Desarrollo

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