Chuao de la MojiNganga a la Carabalí y los Caballeros Templarios

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Por Jorge Guerrero Veloz

Los sucesos acaecidos en esta población afrovenezolana, han dado la vuelta en casi todo el mundo. Me refiero a esto, porque hasta ahora quienes están gobernando los Estados Unidos de AmeriKKKS, nación cuna del imperialismo y de las supremacías racistas blancas, no se ha enterado, o más bien no quieren saber nada de  estos hechos. La Casa Blanca –que desde la llegada del emperador Trump se hizo más blanca–, desestima la captura de ocho mercenarios terroristas, fuertemente armados y con equipos de guerra de alta tecnología, entre los que se contaban dos exmarines de las Fuerzas Especiales estadounidense, quienes –cual caballeros templarios de la Colonia, donde los reyes y reinas imperiales les encomendaban tareas de conquista de territorio, a base de asesinatos, terror, saqueos, violaciones, torturas– arribaron a un pequeño pueblo que ni siquiera aparece en el mapa y donde la gente , sin rango más que aquel que le concede la historia de luchas cimarronas que los precede, se levantó contra los que buscaban quebrantar la paz y el bienestar de la ciudadanía en cuarentena, siguiendo el protocolo de salud ordenado por nuestro presidente Nicolás Maduro.

Otros elementos que debemos resaltar en estos  hechos, son las imágenes presentadas tanto en las redes sociales, como en las noticias televisivas. Vemos a los mercenarios sometidos y amarrados  en el piso, no aparece ningún hecho de violencia, hay un buen trato –muy a pesar de que venían a matar, a crear terror, caos y zozobras a la población–, fueron respetados sus derechos como seres humanos, por un pueblo de un alto nivel espiritual y de sensibilidad social. Caso contrario ocurrió en Altamira, el 4 de junio del 2017, cuando un grupo de opositores guarimberos, con una parafernalia e imitando a los ya mencionados caballeros templarios, con cruces en el pecho e improvisados escudos, quemaron vivo a Orlando Figueras por el solo hecho de tener características fenotípicas en su color de piel, distintas a los habitantes de ese sector de la ciudad de Caracas, es decir, por ser afrovenezolano.

Y digo más, en el país de estos dos mercenarios y donde además les fue encomendado realizar estos actos terroristas, por menos que eso los policías blancos han asesinado a incontables afroamericanos; son innumerables los casos de injusticia y brutalidad policial racial. Revisemos las ultimas noticias o la historia y tradición de ese país, que desde la época de la Colonia, primero exterminaron a los pueblos originarios, y los pocos que quedaron vivos están excluidos en sitios que ellos llaman «reservas» e incluyendo a los afroamericanos les crearon un grupo de leyes llamadas: “Las leyes de Jim Crow», leyes estatales y locales en los Estados Unidos, promulgadas por las legislaturas estatales blancas, que en el momento eran dominadas por los demócratas, después del período de reconstrucción entre 1876 y 1965. Estas leyes propugnaban la segregación racial en todas las instalaciones públicas, por mandato de iure, bajo el lema «separados pero iguales», y se aplicaban a los afroamericanos y a otros grupos étnicos no blancos en los referidos estados de los Estados Unidos. Esta fue la licencia que necesitaban para la creación del Ku Klux Klan, unos los grupos más sanguinarios y terroristas de la historia de los Estados Unidos.    

También debemos recordar a las Panteras Negras de autodefensa, organización política, revolucionaria, socialista y cultural, que insurge por los años 60, a quienes, una década después, el Buró Federal de Investigaciones (FBI) los declaro “la mayor amenaza interna para la seguridad de ese país”. Estas historias se contrastan con los últimos acontecimientos en ciudades como Michigan, Maryland y Ohio, donde han salido a la calle a protestar un grupo encabezado y armado solo por blancos, llamados Tea Party Patriots, señalados como de extrema derecha, reaccionarios y racistas, con un perfil del KU Klux Klan, que se pasean exhibiendo fusiles de los más modernos, armas cortas y largas de guerra, y las autoridades no los detienen, no los reprimen, ni hacen nada; es más, les prestan apoyo y seguridad para todas sus acciones intimidatorias y de terror, a la vista de las cámaras de televisión y agencias noticiosas.

Este odio y maldad vienen incubados por el imperialismo colonial, de allí el origen de este tipo de actitudes arrogantes, prepotentes y criminales, que por continuar disfrutando de los explícitos y ofensivos privilegios, les permite sentirse como un Estado y gobierno imperial, aún en la contemporaneidad.

Hago esta caracterización, para dibujar una idea de a qué nos estamos enfrentando, y así demostrar la magnitud de la tragedia de la cual nos libramos, si los cimarrones de Chuao –con uniforme de milicianos, en perfecta unión cívico militar-policial– no hubiesen frenado, sometido y capturado a los mercenarios terroristas, el pasado lunes 4  de mayo.

Por otra parte, es bueno recordar, para evitar que se sigan saltando la historia de este pueblo costero afrovenezolano, e invisibilizando a conveniencia sus luchas, rabias, tristezas, frustraciones, olvidos, en el oprobio de haber sido marginados, desconocidos, discriminados social y políticamente, por la estructura heredada de la Colonia y su pasado de antigua hacienda cacaotera colonial, con el aderezo adicional de ser, según la historia positivista colonial, los hijos de los “esclavos”, obviando la espiritualidad de cultura de resistencia  africana, que es y ha sido nuestra mayor fortaleza, además de mantener viva la llama de la alegría y la esperanza; la cual se manifiesta en la riqueza de muchas de nuestras tradiciones culturales, aportando al Patrimonio Cultural e Inmaterial de la Humanidad una  emblemática tradición: «Los Diablos Danzantes de Chuao» y no de Corpus Christi, sin ese apellido colonial, que le colocaron los eruditos del saber y conocimiento ilustrado.

Señalaremos también, entre estos aportes, los hechos a la identidad cultural venezolana: los Reyes Magos en Enero, las Procesiones en Semana Santa, los Velorios de Cruz de Mayo, las fiestas en honor a San Juan –entre otras–, las cuales giran alrededor –o mejor dicho están vinculadas– a lo que nosotros llamamos, la cultura del cacao; sin  contar, con las historias de casos –como los llamaba mi abuela–: cuentos y leyendas, además de cómo territorios, ofrecer la belleza de sus playas, ríos, montañas y el famoso “Chorreron”, que es una cascada de agua natural, sabrosa y refrescante. Un afluente de atractivos naturales y culturales que influyen de manera inequívoca, a la hora de entender la defensa soberana del territorio, con valentía, y la determinación de un pueblo, con una inconmensurable sentida pertenencia y arraigo.

Por supuesto, esto no termina aquí, así como le pusieron apellido a Los Diablos danzantes de Chuao –Corpus Christi–, ahora quieren ponerle apellido o endorsarle, el protagonismo de un pueblo o grupo de héroes, solo y exclusivamente a los libertadores, en todo caso a Bolívar. Por ahí escuché a un alto funcionario decir que “allí en Chuao están los hijos de Bolívar defendiendo a la patria contra los mercenarios”. Con todo respeto, compartir esa afirmación, en mi humilde opinión, es restar al principio de descolonización de la historia, relatando los hechos desde la perspectiva hegemónica imperialista. La independencia de Venezuela de la Corona española no resolvió el problema de la esclavitud en la antigua hacienda  de Chuao, ni mucho menos fue resuelto por los próceres de la patria; ninguno luchó para defender a los africanos y sus descendientes sometidos a la esclavitud, ni en Chuao, ni en otras haciendas en la nación. Estas observaciones las hago en el marco del llamado del presidente Nicolás Maduro a descolonizar la historia y el discurso hegemónico que nos impuso el sistema colonialista imperial y que, a conveniencia de una élite, se repite en diversos escenarios. No caigamos por inocentes y estemos atentos, que de santo se viste quien quiere hacerse pasar por inocente, en este caso el poder opresor contra los oprimidos de la tierra.

En base a lo expuesto, insisto a no permitir que se desdibuje la verdadera cara de la historia. El pueblo de Chuao tiene una rica e interesante historia local, aún no estudiada e investigada con profundidad, una historia  de rebeliones, alzamientos e insurgencias libertarias, todas contra la Corona  y el imperio español. Con estos comentarios, me atrevo afirmar, sin tapujos, que nosotros, los descendientes de las y los africanos de Chuao, somos por naturaleza revolucionarios y antiimperialistas, somos los hijos e hijas de Julián Cayetano, conocido como el  “Gobernador de los Cimarrones de Chuao”  y Juana Barbará, su compañera y cimarrona de luchas; de Pedro Pablo –líder cimarrón–, ellos tenían el status de “libres”, pero eso no les importó y arriesgaron sus pequeñas libertades –que medianamente tenían–, sus haciendillas, entre otras cosas que les permitía el sistema colonial imperante, para liderar una rebelión y darle la libertad perdida a sus hermanos de causa, yéndose a las montañas a crear los cumbes libertarios para vivir en paz, tranquilidad y tratar de reconstruir sus vidas en esos espacios de este nuevo mundo, desde donde planificaban las estrategias de guerra de guerrillas para seguir golpeando a la estructura del sistema esclavista colonial e imperial, prácticas conocidas como el «cimarronaje frontal», por la defensa de la libertad perdida y del territorio liberado, es decir, el cumbe. Esos son los primeros y originarios referentes ancestrales que tenemos. De allá venimos nosotros, de esa estirpe.

Hoy día, el decenio decretado por las Naciones Unidas para los afrodescendientes, nos convoca a reafirmar nuestra identidad africana, a resaltar estas historias, raíces, luchas, rebeliones, los héroes y heroínas, las tradiciones, los sitios y espacios históricos. En tal sentido, no podemos desperdiciar esta oportunidad de que Chuao sea el centro de la noticia, para que se destaque la importancia de su propia historia local, que en el fondo es la que da la identidad cultural al pueblo.

En consecuencia, los ocho mercenarios terroristas, incluyendo a los dos exmarines –dizque boinas verdes–, no sabían qué iban a conseguir al llegar a Chuao. Sería posible imaginar que venían a ver a los diablos de Chuao, danzar o bailar la MojiNganga o la Carabalí, que son dos danzas de origen africano que todavía se conservan en esa manifestación, pero la realidad es que se llevaron tremenda sorpresa. Si miramos bien las fotografías que mostraron las redes sociales, aparecen los mercenarios terroristas, semejantes a la figura de los diablos cuando caen o se tiran al piso frente a la Iglesia para rendir promesa al Santísimo Sacramento como parte de la tradición, pero en este caso eran los terroristas  quienes estaban tirados, vencidos en el piso, rindiéndole honores al poder de los cimarrones de Chuao. No era tiempo de diablos, sino de cimarronaje activo y frontal por la defensa del territorio, la libertad e independencia ganada con la Revolución bolivariana. ¿Volver a la esclavitud, a la que pretende someternos nuevamente el imperialismo  norteamerikkkno? Nunca más. Konso Dyambu Muntu Mfumu Kayiki Luanga, que en lengua congo quiere decir: “Cada hombre es maestro de sí mismo”.

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Jorge Guerrero Veloz Investigador militante del Movimiento Afrovenezolano y diplomático

Juan José Peralta Ibáñez
Fotógrafo documentalista, fotoperiodismo, naturaleza, video, música

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