Por Jorge Guerrero Veloz
Nuevamente el pueblo afrovenezolano de Chuao se hace famoso, y esta vez no por la producción de su prestigioso cacao –el cual la narrativa colonial y neocolonial nos acostumbró a darnos a conocer con el cliché de “Chuao: el pueblo del cacao más famoso del mundo”, deshumanizando e ignorando el gran trabajo de hombres y mujeres dentro de la hacienda, cuando lo más correcto era decir “el pueblo de Chuao es quien produce el cacao más famoso del mundo”–, sino por la captura de un grupo de mercenarios terroristas fuertemente armados, quienes venían a crear caos, terror, muertes y zozobra al pueblo venezolano.
Pero revisemos un poco la historia de este noble y maravilloso pueblo, que en el pasado colonial fue una de las más importantes «Unidad Carcelaria Productiva» –llamadas haciendas de cacao de la provincia de Venezuela–, cuya producción se sostuvo bajo el oprobioso sistema de esclavización y explotación de hombres, mujeres y niños de origen africanos y sus descendientes. Para la fecha del siglo XVI, existía en el padrón una población aproximadamente de 37 personas –entre hombres y mujeres– de origen africano «libres», lo que derrumba la narrativa colonial y racista del término inventado de “negros esclavos o esclavos negros”; casi nunca, o mejor dicho nunca hablan de los africanos y sus descendientes que compraron su libertad e hicieron vida activa y productiva dentro de ese sistema opresor colonial.
Por esa misma fecha, allá por 1773, hubo una significante rebelión que golpeó fuertemente y sacudió las estructuras no solo del sistema esclavista dentro de la hacienda, sino más bien a todo el aparataje global colonial, económico, social y militar de los esclavistas, esa insurgencia la lideraron Julián Cayetano, mejor conocido como el Gobernador de los Cimarrones de Chuao, su compañera Juana Barbará, y otro cimarrón llamado Pedro Pablo, los cuales le dieron la libertad perdida a un buen grupo de africanos étnicamente congos, carabalíes, luangos y mandingas, entre otros que estaban en condición de esclavizados. Partiendo de esa experiencia, crearon «cumbes» en la montaña –uno en la vía hacia Turmero y otro en la vía para Cepe–, donde por mucho tiempo mantuvieron el control hasta marítimo. Existe documentación, en los archivos, donde están estas historias, cómo ellos mantuvieron un férreo control en toda la hacienda de Chuao, desarmaron a los guardias, los desnudaron, controlaron las salidas y entradas del pueblo, tenían un bote donde patrullaban desde Chuao a Choroni y desde Chuao hasta Cepe, tanto así que Ignacio, cuando se fugó en bote, llegó a Curazao, donde lo capturaron y lo devolvieron a Chuao, muy a pesar que los líderes Julián, Juana y Pedro Pablo, un tiempo después fueron apresados y enviados a Veracruz, México.
En julio de 1816, cuando el libertador Simón Bolívar realizó la famosa expedición de los cayos desde Haití, llegó a Ocumare de la costa de Aragua, luego pasó por Choroni y más tarde por Chuao, el 13 de julio, aproximadamente. Allí cinco jóvenes, en las edades comprendidas entre 12 y 14 años, se incorporaron al la expedición, estos fueron; Guillermo, José Felipe, Fermín, Ruperto y Francisco Viviano, quienes, junto con otros 18 cimarrones que andaban huyendo bajo el mando del Mulato Ignacio, se integraron al Ejército Libertador; esa fue la contribución y participación del pueblo de Chuao a la libertad de la patria.
Pero, ayer, una vez más, los herederos de aquellos cimarrones revolucionarios, insurgentes y libertarios de Chuao, que lucharon y se enfrentaron al imperio colonial racista y esclavista español, manifestaron con su ejemplo a Venezuela y al mundo que un pueblo unido ejerciendo su poder en el territorio y decido, no se deja vencer ni humillar por ninguna fuerza extranjera, ni apátrida, traidora nacional.
Debemos recordar que el 27 de abril de 2008 se transmitió desde Chuao el programa dominical «Aló Presidente» No. 309, del comandante Hugo Chávez, quien hizo un recorrido histórico por el pueblo, desde donde anunció el inicio de una segunda etapa de reconstrucción de escuelas y casas –lo cual cumplió–, y dijo: “Dedicamos el programa de hoy a su historia, sus raíces, a su tambor, a su magia, a sus mujeres, a sus niños y niñas, a sus hombres, a sus trabajadores, a sus pescadores, a su cacao”.
El mandatario conversó también con productores del cacao y resaltó que la localidad es conocida mundialmente por la excelente calidad de su chocolate, al tiempo que anunció que el Gobierno bolivariano estaría resuelto a seguir rescatando aún más la producción.
Por eso, aprovechando la ocasión, hago un llamado de reflexión a nuestras autoridades, gobernador, diputados del consejo legislativo, constituyentes de la Asamblea Nacional Constituyente (ANC), alcaldes y concejales, que tienen en sus manos la planificación de políticas públicas para las comunidades ubicadas en la costa de Aragua, como lo son Ocumare, Cumboto, Cata, Cuyagua, Choroni, Chuao, Cepe, Puerto Maya, de mejorar la calidad de los servicios, como los son la comunicación telefónica pública y privada, que en estos tiempos pasan hacer temas de seguridad de Estado, para que todos estemos conectados por las amenazas a las cuales nos someten el imperialismo y los apátridas traidores nacionales; para que en tiempo real podamos avisar de cualquier caso que atente contra la seguridad y paz de la nación, el trasporte público, las carreteras o vías de acceso que se encuentran en mal estado, la salud, la seguridad policial, las facilidades para que lleguen los alimentos procesados y las producciones agrícolas propias, entre otras problemáticas que todavía existen. Por favor, ayuden al presidente Nicolás Maduro, salgan de sus oficinas a acompañar al pueblo, a resolver sus problemas básicos, porque el poder se ejerce desde el territorio, con el pueblo y junto al pueblo.
Para finalizar, cabe decir que el pueblo de Chuao no imitó a nadie, con consignas vacías y repetidas, más bien emuló a los dignos y heroicos cimarrones, como lo fueron Julián Cayetano, Juana Barbará, Pedro Pablo, Ignacio, Bolívar y el comandante Hugo Chávez, quienes bajo el espíritu inmortal e indomable de los congos, en perfecta unión cívico-militar, le dijeron a los mercenarios terroristas, apátridas y traidores: ¡Yeto Lukango!, que en kikongo significa «somos libres»; y si, por alguna razón, se vuelve a presentar otra situación similar como esta intentona, nos convertiremos en carabalíes y nuevamente seremos los irimes o diablitos, bajo el espíritu y la potencia del Mocongo Muchangara –el que va la guerra–, así que, no nos busquen, porque nosotros queremos mantenernos como el Chabiaca Mocongo Machebere: en paz, tranquilidad y en cimarronaje activo.
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Jorge Guerrero Veloz Investigador militante del Movimiento Afrovenezolano y diplomático
