Antonio Gramsci y Marx… desde la periferia capitalista dependiente

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Por José Félix Rivas

Una de las lecturas de la obra de Gramsci que me ha impactado más es un breve artículo que se titula “La revolución contra El Capital”. Escrito a los pocos días de haberse producido la Revolución de octubre de 1917 en Rusia, y donde el italiano tiene una particular forma de saludar este hecho histórico. Al principio, cuando lees el título, te atrapa el juego de palabras del autor, pensando lo obvio: es una revolución contra el capital, dado que era la primera revolución socialista.

Pero, Gramsci, aclara que los bolcheviques han hecho una revolución “contra” la obra El Capital escrita por Marx (culminada su publicación por Engels), dado las características de Rusia para ese momento. Si los bolcheviques hubiesen seguido mecánicamente –en una suerte de etapismo de izquierda– una interpretación dogmática del materialismo histórico, el autor no estaría viendo el asalto del poder, sin pasar por el desarrollo pleno del capitalismo en Rusia, de un movimiento que propone el socialismo en una realidad donde el capitalismo llevaba varios trenes de retraso. Marx estimó (con sobrada coherencia teórica en su hipótesis) que la revolución socialista iba ser más probable en aquellas sociedades donde el capitalismo había avanzado más en el desarrollo de las fuerzas productivas y, por tanto, donde el sepulturero (el proletariado) sería más significativo, cuantitativa y cualitativamente. Y la historia estaba demostrando que la primera experiencia triunfante de revolución socialista (enarbolando a Marx, como fuente doctrinaria) era en una formación económico y social “atrasada” desde la perspectiva del “progreso” capitalista.

Se pueden confundir las palabras de Gramsci como una crítica a los bolcheviques, pero no es así, más bien es un elogio dirigido a los primeros revolucionarios que se atrevieron construir el socialismo no en Londres o en Alemania, donde el capitalismo estaba más avanzado, sino en la Rusia zarista, en la Rusia que describían León Tolstói y Fiódor Dostoyevski en sus obras.

Reconozco que me ha costado comprender el estilo de la escritura de Gramsci, recuerdo que en uno de los prólogos de sus obras se aclara que parte de la explicación de este estilo era debido a las condiciones en que escribía: en la prisión, con alta dosis de censura y con una salud muy deteriorada. Casi todo el manuscrito fue sometido a la censura, igual que su posterior publicación. Es así como Gramsci se atreve a afirmar que los bolcheviques no han sido “marxistas”, en el sentido dogmático, sino que “han vivido el pensamiento marxista”, o cuando dice “los hechos han superado las ideologías” “…afirman con el testimonio de la acción cumplida, de las conquistas realizadas, que los cánones del materialismo histórico no son tan férreos como podría creerse y como se ha creído”.

Luego, en esta misma línea del argumento, lanza otra carga de artillería (que siendo disparada en 1917, un siglo después es muy pertinente, especialmente para Nuestra América) al afirmar que: este pensamiento se había contaminado con el positivismo. ¡Ni el mismo Marx de salva de esa sentencia!

Pero dejemos que lo diga Gramsci: “Y, sin embargo, también en estos acontecimientos hay una fatalidad, y si los bolcheviques reniegan de algunas afirmaciones de El Capital, no reniegan, en cambio, de su pensamiento inmanente, vivificador. No son ‘marxistas’, y eso es todo; no han levantado sobre las obras del maestro una exterior doctrina de afirmaciones dogmáticas e indiscutibles. Viven el pensamiento marxista, el que nunca muere, que es la continuación del pensamiento idealista italiano y alemán, y que en Marx se había contaminado con incrustaciones positivistas y naturalistas”.

¡Qué herejía! gritarán algunos sacerdotes, cuando lean esta estocada crítica del italiano. ¿Cómo se atreve a meterse, además, con Marx?

Impresionante cómo Gramsci se adelantó unos 40 años antes de que esta discusión se diera en América Latina, por ejemplo, con la teoría de la dependencia marxista y cómo se nos adelanta un siglo para comprender la acumulación de capital en una economía dependiente y, especialmente, una economía como la nuestra, donde la renta petrolera fue protagonista principal en la acumulación de capital.

Esa agudeza de la mente brillante de Gramsci, puede ser muy pertinente y útil para la comprensión del capitalismo actual y cómo se metaboliza en América Latina.

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José Félix Rivas Diplomático, economista y exdirector del Banco Central de Venezuela (BCV)

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