Por Wilson Medina
No es amigo de productores y distribuidores de cine venezolano el cross-media, también conocido como «medios cruzados». Si conectamos un vagón al tren del cross-media, probablemente perderán, a medio plazo, buena parte del público que actualmente asiste a los cines a ver las películas.
Todos sufrimos la evolución exponencial, inédita en la historia de la humanidad y la generación, de personas que acaban de alcanzar la edad de asistir, sola o en compañía, a una sala de proyecciones. Somos testigos de una generación nueva que debe ir a las salas de cines y observar lo que hacemos.
Pero no da a este medio más valor que a otros que satisfacen a la carta, cada instante de cada día, su deseo de historias y de vivir de manera más o menos activa. Las costumbres de lo “digital” están ligadas por la cross-media y no cabe esperar de su parte un esfuerzo para regresar a los antiguos modelos de consumo. Los esfuerzos, en cambio, han de venir de un mercado que todavía ocupa su tiempo en contar butacas casi vacías.
Sí, el cine, y la propia obra cinematográfica, debe reconsiderar su posición no solo en cuanto a su difusión, sino además en relación al lugar que ocupa en una historia que traspasa las fronteras de su guión. El cine pertenece al cross-media, al igual que la televisión, un cómic, un videojuego o una reunión social, por tanto puede constituir el medio de transporte de una historia en la que se ha de embarcar el público, como espectador, ora como actor o incluso como transportista para un viaje, linear o no: el viaje del cross media dentro de cine venezolano.
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Wilson Medina Artista plástico y productor