Por Sebastián López
Desde tiempos inmemoriales, centenares de pueblos originarios recorrían la más grande selva, la amazónica, en busca de “la tierra sin mal”. Grupos humanos con sus distintas lenguas, sus particularidades, su cultura, han vivido y sobrevivido en armonía con este inmenso bosque, pero que cada día se ven más amenazados de desaparecer.
La Amazonía ha sido considerada el pulmón del mundo. Pero sin duda alguna es un centro cultural y ecológico gigantesco, siempre en disputa, en la mira de un sistema-mundo que inevitablemente la consume.
Con todo y su inmensidad, amén de lo grandiosa que puede parecer, es en verdad un ecosistema frágil.
En torno al Amazonas han habido guerras, matanzas; se han cometido un sinnúmero de injusticias y, desde que los europeos vieron por primera vez a esta selva, ha sido causa de la codicia.
Aún permanecen pueblos con casi nulo o ningún contacto con las ciudades desde hace varios siglos. Muchos de estos, aún recolectores, pescadores y cazadores, son expertos conocedores de cada una de las especies de la flora y fauna y su utilidad para la sobrevivencia. El arco, la flecha, el veneno de curare o de serpientes, las cerbatanas, las lanzas, siguen siendo sus herramientas de caza y pesca.
Los pueblos de la Amazonía han debido enfrentar durante siglos la lucha por la tierra y el territorio, elemento de la codicia de los poderosos conocedores del potencial estratégico que guarda bajo el follaje oxigenante del planeta. Hoy se queman cientos de miles de hectáreas diariamente ante la indiferencia de los poderosos y la impotencia de los más pobres, lo que pone en riesgo no solo la fragilidad de ese ecosistema, sino la propia existencia de la humanidad.
Desde aquel mito de la búsqueda de El Dorado, la selva es un espacio lleno de riquezas, por las que se han asesinado a una inmensa cantidad de seres humanos en busca del oro, diamantes, minerales y petróleo. Sin olvidar el tráfico de plantas y animales, la ampliación de la frontera agrícola ganadera. La Amazonía vive de sus ríos y su selva, pero también de sus pueblos, y en un círculo que no termina nunca, renacen los mitos y las leyendas de una tierra de incertidumbres, secretos y que entraña toda la mitología de los pueblos que la habitan.
En mucho, El abrazo de la serpiente es una denuncia, un llamado de atención traducido en una hermosa obra ampliamente reconocida que relata en imágenes y en una trama cautivante la historia de la Amazonía. Un escenario esencial o personaje principal es el río/serpiente, que para los pueblos indígenas y originarios de todo el continente tiene un significado espiritual.
En la trama de la primera historia, el chamán Karamakate, último sobreviviente del pueblo de la Amazonía colombiana Cohihuano, poseedor de los secretos de la Yakruna –una planta capaz de curar cualquier enfermedad y factor de conexión espiritual– se encuentra con Theo, un etnógrafo alemán gravemente enfermo, a quien podría sanar con sus conocimientos ancestrales, pero que muere antes de recibir el elixir; y en la segunda, el mismo Karamakate conoce a Evan, un científico norteamericano que, interesado en el caucho, intenta engañar al chamán, pero el destino le vuelca sus intenciones materialistas. El film cuenta la historia desde el otro lado, no occidentalizado, del proceso de encuentro entre dos culturas totalmente diferentes, en pleno siglo XX. Una en 1909 y otra en la década del 40.
En la primera parte, Karamakate se halla con su amigo Manduka y lo elige como compañero de viaje hacia la Yakruna para salvar a Theo, luchando contra sus prejuicios y desconfianza sobre los occidentales y la propia occidentalización de Manduka. Asimimo, debe oponerse al Ejército colombiano, y en un acto simbólico de denuncia quema la Yakruna y deben huir del ejército que otrora ha exterminado a su pueblo y otros pueblos indígenas, enfrentando en el camino el rechazo y amenaza a la explotación del caucho y al control humano y cultural que realiza la Iglesia católica en contra de los pueblos originarios.
Treinta años después, el propio Karamakate reanuda el viaje con el botánico norteamericano Evan, quien busca recoger la historia de Theo. Karamakate anhela saldar la culpa por haber dejado morir al etnógrafo alemán. En el recorrido se observan grandes transformaciones en la selva, sobre todo en la entonces misión católica, donde un autoproclamado mesías controla de otra manera a la población. En esta parte es muy creativa la trama que invita a analizar profundamente su desarrollo.
Esta gran obra nos llama a la reflexión sobre el momento crucial en el cual se produce la toma de conciencia.
Sin dudarlo, El abrazo de la serpiente es una cinta de culto, la denuncia implícita en cada uno de sus cuadros no se puede perder de vista.
Ficha técnica
Director: Ciro Guerra
Guion: Ciro Guerra, Jacques Toulemonde Vidal
Producción: Cristina Gallego
Fotografía: David Gallego
Música: Nascuy Linares
Género: Drama
Duración: 125 minutos
Año de estreno: 2015
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Sebastián López Cineasta
VIDEO El abrazo de la serpiente – Tráiler subtitulado en español HD