Alwani: “El problema palestino es colonial, nunca fue religioso y menos político”

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Por Javier Larraín

Viaje a la semilla

Como paso previo a un urgente análisis de la coyuntura del conflicto palestino-israelí, de la mano del embajador palestino en Bolivia, Mahmoud Alwani, viajamos al pasado, a los albores del siglo XX, donde según el propio entrevistado hallaremos la raíz de esta tragedia: “Este conflicto comenzó con la promesa británica de crear un Estado judío en Palestina, antes de la Primera Guerra Mundial”.

Entonces, raudamente nos surge la primera duda: ¿cuál sería el interés de Gran Bretaña por crear un Estado judío en Medio Oriente? El diplomático nos sitúa epocalmente e identifica al menos dos motivos: “El primero, para obtener del capital judío europeo financiamiento para el Ejército británico y poder continuar la guerra contra Alemania. El segundo, para fomentar la migración de los judíos residentes en Inglaterra y Europa en dirección a Palestina”.

Al avanzar en la conversación otros dos hechos nos hacen ruido. La última semana de agosto de 1897 se lleva a cabo en Basilea, Suiza, el Primer Congreso Sionista, que revela la idea de buscar “un hogar para los judíos” al tiempo que baraja las opciones de Argentina y Uganda para alcanzar sus aspiraciones. Dos décadas después, el ministro de Exteriores británico, Arthur Balfour, dirigiéndose al influyente judío Lionel Walter Rothschild, oferta parte de la recién conquistada región palestina para fundar el anhelado “hogar”.

Aquel cambio de territorios nos resulta atractivo pero inentendible. ¿Por qué las declaraciones de Balfour? ¿Por qué la decisión de compartir territorialidad ocupada con el poder de las armas? El embajador Mahmoud otra vez nos sugiere detalles: “Después que los aliados ganaron la Primera Guerra Mundial, comenzaron a pensar cómo crear colonias en Medio Oriente, hasta lograr dividirla en el mapa –con reglas y a través de líneas rectas–, en beneficio de Francia y Gran Bretaña. Fue así que estimaron que debían tener una base militar de avanzada en la región, en protección de sus propios intereses; para eso crearon el Estado de Israel”. En torno al carácter de esta sumatoria de acciones, sin rodeos concluye: “Lo anterior evidencia que el problema palestino es colonial, nunca fue religioso y menos político”.  

Para nuestro entrevistado solo los deseos imperiales de turno por proteger un sostenido y seguro suministro de petróleo y gas hacia Europa y Occidente explican la permisividad ante los abiertos crímenes de Israel, quienes, a su juicio, “cuentan con un poderoso Ejército que se empina como la quinta potencia militar mundial, con armamento nuclear”.

“Israel construyó, en el corazón de Cisjordania, un muro para separar a estudiantes de sus colegios, a agricultores de sus tierras, a enfermos de sus hospitales”

Cabe registrar aquí que el imperio de turno en lo que va del siglo XXI tiene nombre y apellido: Estados Unidos de Norteamérica. Y al respecto, Alwani denuncia: “Les hemos visto cómo, a través de esta base militar [Israel], azuzaron una guerra en Irak, en Yemen, en Siria, en Libia, todo para destruir esta región rica en petróleo y dejarla a merced de las empresas multinacionales estadounidenses”.

Crisis actual

Al momento de efectuar esta entrevista, un caudal de noticias relacionadas al conflicto palestino-israelí copa la agenda de los medios de comunicación más importantes del mundo. Desde mediados de marzo la aviación israelí ha bombardeado los principales edificios públicos en la Franja de Gaza mientras las Fuerzas de Defensa de Israel disponen brigadas de infantería y artillería en la frontera con esta región.

¿Las razones para tal despliegue militar y la cruenta escalada represiva? Las acostumbradas: contestación ante el lanzamiento de cohetes hechizos, por parte de Hamas, contra una casa ubicada en las afueras de Tel Aviv, proyectiles que sin dejar víctimas fatales vulneraron el sistema defensivo de la Cúpula de Hierro.   

Sin embargo, para el embajador palestino la cuestión de fondo es otra: “El motivo principal de estos bombardeos es que Israel tiene elecciones parlamentarias el 9 de abril, de modo que con la escalada contra Gaza el Gobierno busca conquistar votos, en una jugada de la extrema derecha por seguir gobernando. El señor Benjamín Netanyahu arrastra un escándalo por corrupción y estaba a punto de ser juzgado, por lo que requiere ganar estas elecciones para, primero, zafar de algún juicio por corrupción, y segundo, implementar la política de la derecha israelí en Palestina”.

Estrategia de la Casa Blanca para Medio Oriente

A la coyuntura sionista local se superpone otra de geopolítica regional y global. De hecho, desde la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca en 2017, se han incrementado las provocaciones de estos contra el pueblo palestino y sirio, entre otros, siendo los dos puntales: 1) El reconocimiento de Jerusalén como capital de Israel; 2) Más recientemente, el consentimiento de la propiedad sionista sobre los Altos del Golán. Ambos pasos dirigidos a chocar de frente contra la legalidad internacional y contravenir cada una de las disposiciones sobre esta materia emanadas desde las Naciones Unidas.   

En lo relativo a la ciudad internacional de Jerusalén, en cuya zona oriental se emplaza la capital palestina y tiene potestad el Estado de Palestina, Alwani nos ilustra: “Para que el lector nos entienda, hay que decir que cuando la comunidad internacional –incluido los EE.UU.– se reúne después la Guerra de los Siete Días, en junio de 1967, declara que la única solución al conflicto es por la vía pacífica y que Israel debe retirarse de los territorios ocupados, que corresponden al Sinaí en Egipto, Cisjordania, Gaza y Jerusalén Oriental en Palestina, las Alturas del Golán en Siria y otras zonas del sur de Líbano. ¿Qué ha ocurrido? Firmó una paz con Egipto y devolvió el Sinaí, no obstante, se mantuvo en el resto, pasando por encima de la Resolución 242 del Consejo de Seguridad de la ONU y la Conferencia de Madrid, espacios donde las partes se inclinaron en favor de la paz en Medio Oriente, sobre la base de que Israel devuelva los territorios que mantiene ilegalmente ocupados”.

En efecto, los anuncios de la Casa Blanca cobran notoriedad por su peligro en tanto irrespetan el derecho internacional al reconocer como parte del Estado de Israel la integridad de Jerusalén, Gaza, Cisjordania, los Altos del Golán, entre otros, en una jugada inédita, y sobre este punto el Embajador nos pide detenerse: “Hace unos días el canciller estadounidense, Mike Pompeo, y su embajador en Israel, David Friedman,  manifestaron que Israel debe anexionar Cisjordania. ¿Y si eso es ilegal por qué quieren proceder en una dirección anexionista? –digo esto atendiendo que los norteamericanos son la primera potencia mundial y por ende los principales responsables de la paz global–. A mi modo de ver, porque siembran odio para una nueva guerra en Medio Oriente, porque están conscientes que la anexión de Cisjordania y Jerusalén llevará a una catástrofe en la zona, porque, además,  saben que la paz mundial depende de la paz en Medio Oriente, y a su vez, la paz allí depende de la paz en Palestina”.  Como colofón, complementa: “Esta política agresiva norteamericana va a llevar a la catástrofe mundial porque viola el derecho internacional, por eso urge la intervención en el Consejo de Seguridad de potencias como Rusia y China, ya que debe evitarse la guerra”.

Que el mundo sepa lo que ocurre en Palestina

“Como todo bombardeo, la acometida en curso de Israel nos significa un costo material –en viviendas, colegios, infraestructura– y humano, porque hubo heridos y niños, mujeres, ancianos y civiles muertos. Aunque, por encima de todo, tiene costos sicológicos para la población que, por ejemplo, en Gaza vive bloqueada desde hace 12 años, pasando a convertirse en la cárcel más grande del mundo, porque ahí habitan 2 millones de personas cercadas por mar, aire y tierra, carentes de cualquier tipo de ayuda que no sea el gota a gota que permite Israel de la ayuda internacional”. Con estas palabras el entrevistado principia en atender nuestra inquietud acerca de la situación del pueblo palestino.

“Hemos decidido tener una vida digna y no vamos a rendirnos políticamente, pase lo que pase”

Inmediatamente pasamos revista al diario vivir en Gaza y Cisjordania, y reparamos en una juventud que, por causa de los manejos sionistas, carece de empleo, ve interrumpidos sus estudios, “esperanzas y todo tipo de desarrollo natural de una sociedad”, apunta Alwani. Esto sin mencionar los más de 600 controles militares que Israel mantiene solo en Cisjordania –de una superficie de aproximadamente 5.500 km²–, que impiden el libre desplazamiento a sus habitantes. Sobre este punto la autoridad nos aterriza: “Israel construyó, en el corazón de Cisjordania, un muro para separar a estudiantes de sus colegios, a agricultores de sus tierras, a enfermos de sus hospitales. Para poder sortearlo, hay que hacerlo a través de puertas controladas por el Ejército israelí, las que muchas veces se abren solo 45 minutos por la mañana y otros 45 minutos por la tarde”.

Por si esto fuera poco, Tel Aviv –continúa el diplomático– “recaudaba los impuestos palestinos y se apoderaba de un 13% en conceptos de costo administrativo; pero, hoy confisca el 100% de las recaudaciones, con el fin de ahogar económicamente a la Autoridad Nacional Palestina y al Estado”.

La solución al cúmulo de problemas, las autoridades palestinas las han mostrado en todos los foros internacionales, pidiendo ni más ni menos que: “1) Israel se retire del 22% de superficie de la Palestina histórica, para dar desarrollo al Estado de Palestina, aun  sabiendo que en 1947 la ONU ha votado la Resolución 181, donde se divide Palestina en dos Estados, uno israelí –con el 54% de superficie–,  y otro Palestino –con el 48% de superficie–; 2) Que se respete el estatus de Jerusalén como una ciudad internacional abierta y Palestina conserve el 22% de ella, aún cuando por tratados le correspondería un 44%”, nos comenta Mahmoud Alwani.

Declaración final

En el 43 aniversario del Día de la Tierra y el primero de la Gran Marcha del Retorno en Gaza, sin ceder un milímetro en sus reivindicaciones por la vida, la libertad, la paz y la soberanía, el representante de Palestina en Bolivia se despide de nuestro equipo periodístico declarando la voluntad de lucha de su pueblo: “Nosotros hemos decidido tener una vida digna y no vamos a rendirnos políticamente, pase lo que pase. Seguimos luchando porque no es justo que la comunidad internacional mire hacia otro lado”.

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