Por Javier Larraín
Al entrar en la Cinemateca Boliviana de inmediato nos transportamos a un microcosmos donde las paredes hablan a través de los carteles; de esta manera el equipo de La Correo fue literalmente bienvenido por Lennon y McCartney y una completa retrospectiva fílmica de la inmortal banda de Liverpool.
Entre textos expuestos de Sanjinés y postales del cine criollo, conversamos con la realizadora Mela Márquez, directora ejecutiva de la Cinemateca, quien nos introdujo en sus preferencias a la hora de escoger un buen libro.
Su primera confesión es hecha con gran cariño y está referida a su padre, un voraz lector que solía premiarla, cuando niña, con algún libro de cuentos, para estimular sus ansias de saber. De su mano conoció Los viajes de Gulliver de Jonathan Swift y el clásico Alicia en el país de las maravillas, “que después comprendí que era una lectura más profunda, fantástica, hermosa, que te llevaba a otros mundos”, completa Márquez.
Si se trata de sacar otro título a la luz, de esos que las personas suelen atesorar en el alma por haberle marcado a fuego en la infancia, la realizadora no lo piensa dos veces: “Corazón de Edmondo De Amicis, lo leí cuando era chica, a los ocho o nueve años, en el colegio; es el primer libro del que guardo recuerdo”.
Ante la pregunta de un género literario preferido, la coproductora del drama Los hermanos Cartagena es precisa en indicar su gozo por los temas filosóficos y del cine, de allí que nos cuente que su libro de cabecera sea El banquete de Platón y haga un pormenorizado recuento de otros dos títulos que le son fundamentales: Fragmentos de un discurso amoroso de Roland Barthes, y El mundo de Sofía de Jostein Gaardes.
“El mundo está en una búsqueda permanente que tiene que ver con lo racional, lo ideal, la belleza, la estética y la ética«.
La obra del filósofo francés la define como “una Biblia”, al tiempo que apunta: “Cada vez que he tenido algún desencanto, –como toda persona– una piensa que es única y dice ‘por qué a mí’, sin embargo al leer ese libro de Barthes ves cómo disecciona el amor en todos sus eventos: qué son los besos, qué es el abrazo, qué son los celos, qué es la espera, qué es el luto, qué es el desencanto, todo a partir de fragmentos dispuestos como en una especie de capítulos de película. Barthes te invita a la reflexión, por ejemplo cuando se pregunta qué es el desencanto y habla del ‘punto en la nariz’, del cómo había un príncipe que muere y es embalsamado porque el pueblo lo quería muchísimo, hasta que llega la novia y le ve un punto en la nariz, un punto de corrosión y muerte, el que sólo ella detecta pero que es a la vez el desencanto en el amor; en otras palabras, el desencanto es ese punto negro que nadie percibe, excepto tú, pero que te significa la muerte del amor”.
Respecto a la novela del noruego –la que recomienda a nuestros lectores– destaca el que, a través de la historia de una adolescente que viaja por distintos periodos educativos de la historia –pasando por Platón, Sócrates, de Aquino, Marx, Hegel y Kant–, se ahonde acerca del sentido de la vida: “El mundo está en una búsqueda permanente que tiene que ver con lo racional, lo ideal, la belleza, la estética y la ética, y el ser y la razón del ser, por eso todos nos preguntamos el sentido de quién soy, qué quiero, dónde voy”.
Mela Márquez lee dos libros a la vez, costumbre aprendida en sus años vividos en Italia, donde aprovechaba el tiempo de traslado en Metro para sumergirse en las letras. De este modo, nos presentó dos de sus últimas lecturas, ambas relacionadas con las formas de ser y perspectivas de la realidad de sociedades tan disímiles como la nipona y la siciliana.
El primer texto es de Eugen Herrigel y se intitula: Zen en el arte del tiro con arco. Mela nos cuenta que “tiene que ver con un discípulo que se entrena para hacer centro pero que su objetivo no es hacer centro sino toda la preparación del tiro al arco”. Pero, ¿por qué resulta atrayente? La entrevistada tiene la respuesta: “En la cultura occidental el arco tiene que ver con hacer centro y alcanzar el éxito, mientras que para la cultura oriental lo relevante es la disposición del cuerpo y el pensamiento, o sea el método, el control requerido que indica que has dominado el arte del tiro al arco”.
“La cultura mafiosa es interesante porque tiene que ver con las relaciones que se establecen, que son de tipo familiar, por eso se llama la familia«.
El segundo es A ciascuno il suo (A cada cual, lo suyo), novela del reconocido escritor siciliano Leonardo Sciascia. Allí –amplía la cineasta– “el autor analiza el poder, la mafia, la omertá –especie de ley de la cultura mafiosa anclada en el ‘no he visto, no conozco y no hablo’–. Esto a raíz de la muerte de un insignificante farmacéutico que lleva a Sciascia a investigar los hechos y en vez de que el pueblo le reconozca, le expresa un sentido de vergüenza: ‘¿para qué preguntas? ¿Quién te manda a investigar y por qué? Las cosas están mejor como están’”.
En relación a lo de Sciascia, Márquez hace hincapié en su inclinación por los temas mafiosos y la cultura mafiosa, que muestra comprender tras dos décadas de vivir en la península itálica: “La cultura mafiosa es interesante porque tiene que ver con las relaciones que se establecen, que son de tipo familiar, por eso se llama ‘la familia’; claro, muchas veces son relaciones consanguíneas y otras no, porque yo puedo apadrinarme con alguien que no sea mi pariente. Sí prima la lealtad mediante la omertá, una palabra muy italiana que tiene que ver con el ‘silencio’”.
El tiempo ha pasado presuroso en el intento de desentrañar los afanes espirituales y mundanos del hombre y algunas culturas. Antes de culminar, Mela Márquez aconseja a los lectores: “Lean. La lectura es un hábito que tienen que aprender desde niños”.
