Por Josué Macurán
A petición de Juan, una sonriente Xiomara trae el termo y sirve por segunda vez café. La edición central del Noticiero Nacional de la Televisión Cubana está pronta a comenzar y ambos descansan en la mecedora, frente al Panda, sin proferir palabra alguna. De pronto, él me lanza una pregunta esperada más no deseada: “¿Pa’ dónde tú crees que va esta cosa? ¿Qué pasará con la Revolución?
Juan es un exoficial de la inteligencia –del famoso G-2–, cumplió cuatro misiones en la guerra de Angola y a inicios de los noventa renunció al Partido Comunista después de tirar el carnet en la cara de quienes cuestionaban su excesivo apego al ron. Con un talante insuperable, a la espera de que el periodista Rafael Serrano irrumpa definitivamente con “la” noticia del día, me guiña un ojo y responde por mí la pregunta tendida: “Yo sé pa’ dónde va todo esto… lo que te puedo decir es que fui un soldado de Fidel, y me puedo morir tranquilo porque tuve el honor de combatir bajo sus órdenes”.
Por fin suena la cortina musical del pianista Frank Fernández para el Noticiero y seguidamente, con lenguaje preciso, Serrano empieza con “la” noticia: “Elegido el nuevo Consejo de Estado de la República de Cuba, presidido por Miguel Mario Díaz-Canel Bermúdez, el nuevo mandatario del país…”.
Las historias de tal factura se suceden la noche del histórico nombramiento, enriquecidas ahora por una anciana vecina, Aida, que dice estar conforme con que Raúl.
En “tono militante” Juan comenta que el paso es esperado y necesario, que Díaz-Canel es un ingeniero electrónico que, durante décadas, ha hecho una brillante y recta labor al interior del Partido, “levantando” y “fortaleciendo” las estructuras del poder popular en las provincias de Villa Clara y Holguín –en esta última nació Fidel–, que es el delfín de Raúl. A Xiomara, como buena oriental nacida en Guantánamo, le basta narrarme una pura anécdota para decírmelo todo: “La gente chismosea que una vez iba a una reunión del Partido en Holguín y se fue a la parada del ómnibus e hizo ‘botella’ (señas) para que los autos de patente estatal le llevaran, como es su obligación. Entonces el tipo llegó atrasado, pidió disculpas a los compañeros presentes y enseguida les preguntó: ‘¿saben por qué me atrasé?’ ‘No’, le respondieron. A lo cual agregó: ‘Porque ninguno de ustedes, que pasaron delante de mí en los autos del Estado, me reconoció ni me dio botella’”.
Las historias de tal factura se suceden la noche del histórico nombramiento, enriquecidas ahora por una anciana vecina, Aida, que dice estar conforme con que Raúl y todos los de la Sierra se tomen aunque sea unos días de descanso en sus vidas, que disfruten a sus hijos y nietos, que tienen derecho a hacerlo, como cualquier mortal.
Desde hace un tiempo la biografía de Miguel Díaz-Canel va de boca en boca entre los habaneros, a quienes no sorprende la elección de éste como nuevo Jefe de Estado y de Gobierno de Cuba. Solamente un puñado de disidentes políticos se enrabian de que el tan esperado “relevo” de la generación histórica a otra nueva haya sido en la más inmutable calma, como si nadie se diera cuenta –alegan– de que se asiste a un cambio de rostros pero no de ideas ni de régimen. En algo coinciden Juan, Xiomara y los disidentes: que el ingeniero sucesor de los Castro parece ser la garantía para que el comunismo sigue vivo en la Isla.
Según el director comercial del Ministerio de Turismo, la llegada de turistas al país decreció en un 7% el primer trimestre, y adiciona: “la cosa se pondrá dura”.
Abril transcurre rápido, las calles de Centro Habana parecen haber sido proyectadas con banda sonora incluida, mientras el pegajoso estribillo del reguetón Hasta que se seque el Malecón, de Jacob Forever, invade los oídos de locales y extranjeros. Vuelve a ocupar el centro de las preocupaciones de los habaneros el precio de las verduras del agro y otros artículos de la shopping.
Juan apaga el cigarrillo, con prestancia baja la escalera del portal para abrirme la reja de su vieja casa y me ofrece un café. Con preocupación me informa que en el radio han dicho que, según el director comercial del Ministerio de Turismo, la llegada de turistas al país decreció en un 7% el primer trimestre, y adiciona: “la cosa se pondrá dura”. A continuación, con el periódico Granma entre sus manos, con una risotada cavila acerca de los vientos de cambio presagiados para Cuba: “Chico, mira lo que escribió esta gente hoy: ‘las generaciones de cubanos muestran al mundo que una Revolución es continuidad, jamás ruptura’. ¡Todavía no entienden que Revolución es cambiar todo lo que debe ser cambiado!”