Un equipo de La Correo tuvo la oportunidad de entrevistar a Julian Assange en la Embajada de Ecuador en Londres. En este encuentro se abordaron diversos temas, entre ellos la utilización de las nuevas Tecnologías de Información y Comunicación (TIC) como armas letales e indispensables en el objetivo de mantener el control hegemónico por parte de las potencias mundiales y sus grupos de poder.
WikiLeaks, un muro de concreto con filtraciones
El periodista e informático australiano fundó WikiLeaks el 4 de octubre de 2006 en Islandia y a partir de 2007 se convirtió en una celebridad mundial al difundir videos, diarios y registros de guerra y comunicaciones del Departamento de Estado de los Estados Unidos firmados por los representantes diplomáticos en distintos países del mundo en los cuales se divulgaban análisis, calificaciones, datos, informaciones de gobiernos, personas aliadas y otra documentación donde, conjuntamente con agentes de la CIA, se vertían juicios y opiniones, ironizando, humillando y calumniando a presidentes, autoridades de gobiernos, fuerzas armadas y policiales, políticos, entre otros actores.
No cabe duda de que la información que proporcionó WikiLeaks al mundo causó indignación, repudio y desenmascaró no sólo la verdadera política de intervenciones del Departamento de Estado, sino que puso en evidencia a un sinnúmero de sujetos y sus intenciones. Las reacciones provocaron, en los casos más visibles, deterioro y ruptura de relaciones diplomáticas, así como la expulsión de funcionarios diplomáticos estadounidenses.
En breve tiempo, Assange llegó a ser una figura muy aplaudida, sin embargo, se convertía en uno de los principales enemigos públicos de Washington, quienes iniciaron una persecución implacable con el propósito de extraditar al ciberactivista a territorio norteamericano.
Se enreda la madeja
El fundador de WikiLeaks reside desde el 19 de junio de 2012 en la Embajada de Ecuador en Londres, donde se le concedió asilo político para protegerse de una extradición a Suecia, acusado de abusos sexuales no comprobados. El país escandinavo retiró los cargos tras una investigación que duró siete años, no obstante, la justicia del Reino Unido mantiene la orden de arresto en su contra con el argumento de que aún existen cargos por haber violado los términos de su libertad condicional cuando se asiló en la sede diplomática.
Australiano y ecuatoriano en Londres
El 12 de diciembre de 2017, el Gobierno de Ecuador otorgó la nacionalidad a Julian Assange y le comunicó a su par del Reino Unido que lo reconociese como funcionario diplomático de la delegación ecuatoriana en Londres, solicitud que fue inmediatamente rechazada por los locales.
Es de destacar que el 27 de marzo de este año el Gobierno de Ecuador decidió cortar todas las comunicaciones de Julian con el mundo, argumentando que se había roto el compromiso de emitir mensajes que supusieran una injerencia en relación a otros Estados. El actual presidente del país sudamericano, Lenín Moreno, advirtió que no aceptaría que se pusieran en riesgo las relaciones diplomáticas con otras naciones.
La medida de incomunicar a Assange viola su libertad de opinión y expresión como ciudadano ecuatoriano con ejercicio pleno de sus derechos, más aún si consideramos que según la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas de las Naciones Unidas se reconoce a las embajadas y consulados como locales soberanos del Estado acreditante.
Planificación del encuentro
Pero volvamos a nuestro encuentro con Julian. Para conocerlo tuvimos que realizar diversas gestiones tanto con autoridades del gobierno ecuatoriano como con su representación diplomática en Londres.
La embajada nos confirmó la cita para las 10 de la mañana. Cuando arribábamos a la calle Hans Crescent número 3, nos llamó la atención la seguridad que rodeaba el edificio diplomático, y aprovechamos de comentar que el Gobierno del Reino Unido ya había gastado más de 13 millones de euros en seguridad para evitar una eventual fuga de Julian, como él mismo expresó en alguna ocasión: “Es un gasto vergonzoso”.
Tocamos el timbre, nos recibió un atento funcionario y luego de identificarnos nos condujo a un pequeño comedor donde se encontraba una mesa para ocho personas decorada con un hermoso aguayo de tonos claros y un portalibros, sobre la mesa había una cafetera de cristal que desprendía un sabroso aroma a café ecuatoriano y algunas botellas de agua.
No tardó en ingresar el hacker australiano, de tez pálida y contextura muy delgada, quien vestía una camisa blanca desabotonada, un jean azul oscuro y un saco color negro; lucía una sonrisa sincera y un cierto aire de tristeza y melancolía.
Luego de los saludos y presentaciones iniciales, hablamos de la difícil situación de estar forzado a permanecer en la Embajada de Ecuador ya por varios años. Nos contó que a ratos se hacía muy difícil sostener esta situación, aun cuando pasaba la mayor parte del tiempo trabajando concentrado en seguir contribuyendo a su proyecto. También señaló que ahora tenía la compañía de una pequeña felina y que ésta había dado una nueva perspectiva de los espacios y sucesos de la embajada; seguidamente complementó que el largo encierro afectaba la movilidad de una de sus manos.
Algunos de los requisitos que asumimos para poder realizar la entrevista fueron los de no grabar la conversación ni tomar notas, por ello este artículo rescata sólo a través de la memoria este increíble encuentro. Pero, una vez en confianza, Julian accedió de buena gana a pocas fotografías.
Enseguida pasamos al tema que más nos interesaba conversar, referido a la evidente desventaja que tanto los movimientos sociales, agrupaciones, partidos y gobiernos de progresistas poseemos en relación al uso y manejo de las nuevas tecnologías de comunicación e información, a las cuales llamamos redes sociales. Assange nos escuchó atentamente y expresó que lamentablemente Washington y sus aliados nos llevan una inmensa delantera equivalente a varias décadas de ventaja, que el control del hardware, software, fibra óptica y ciberespacio mundial les pertenece y está al servicio de la potencia dominante; consecuentemente las herramientas de control y espionaje global a los ciudadanos del mundo son cada vez más efectivas y complejas. Son la base de los nuevos modelos de guerras, fundados en desgastes, propagación de información falsa o generación de masa crítica tras la difusión de noticias falsas o tendenciosas, combinados con ataques cibernéticos concretos.
Las TIC y el empoderamiento popular
Para poder obtener soberanía en las TIC, deberíamos tener nuestro propio sistema de comunicaciones, y aunque se han desarrollado interesantes propuestas en este sentido, como el anillo de fibra óptica de Unasur o el Centro de Datos de Mercosur, estas iniciativas lideradas por gobiernos progresistas no han prosperado lo suficiente.
Cabe destacar que Julian nos obsequió un pequeño libro de tapa blanca titulado When Google met WikiLeaks (Cuando Google encontró a Wikileaks), en el cual se menciona que existen explicaciones para varias de nuestras preocupaciones.
Como nos lo reveló y está descrito en el libro, la percepción de la gente es que Google no es una mala empresa, los gigabytes de «almacenamiento gratuito» que ofrece y otros servicios producen la percepción de que es una empresa esencialmente filantrópica. Sin embargo, la realidad es otra, las aspiraciones y acciones geopolíticas de Google están firmemente enredadas dentro de la agenda de política exterior de la súperpotencia más grande del mundo.
El gran monopolio de la red
Como monopolio de búsqueda y servicio de Internet, Google crece y, a medida que amplía su cono de vigilancia cubriendo la mayoría de la población mundial, domina rápidamente el mercado de telefonía móvil y el acceso a la red, su influencia en los cambios y crisis de gobierno, elecciones y el comportamiento de la totalidad de los seres humanos individuales se traduce en un poder real para influir sobre el curso de la historia.
“Google tiene más influencia que la que ha tenido nunca la Iglesia. Es como un confesionario global que guarda todos nuestros secretos y está conectado con el Gobierno de Estados Unidos”, sostuvo el australiano hace unos años.
El proyecto de Google La nueva era digital, es sorprendentemente claro y provocador para el imperialismo tecnocrático con dos de sus principales hechiceros, Eric Schmidt y Jared Cohen, quienes construyen una nueva forma para el poder global de los EEUU en el siglo XXI, en tanto que la industria de la tecnología de información es el más poderoso agente de la política exterior de la potencia del norte.
En esa estrategia utilizan la mezcla del activismo y la arrogancia en los jóvenes, que es universal, y con ello las masas inspiradas digitalmente a través de las redes sociales en aras de originar que las revoluciones sociales sean “más fáciles de comenzar”, pero también “más difíciles” de terminar. Como muestra, basta remontarnos a las revueltas sociales de la primavera árabe y otros ejemplos propagados en distintos continentes.
Cuando le preguntamos a Julian Assange si existía algún lugar que estuviera libre de la influencia de Google, Facebook u otros instrumentos de vigilancia e influencia global, nos contestó que solamente quedaba China.
La era digital: el próximo desafío
Finalmente, nos despedimos del periodista y ciberactivista con un sincero abrazo. En el camino de retorno reflexionamos sobre la profundidad de sus palabras y su lucha por un mundo transparente y justo; también pudimos dimensionar mejor porqué se hallaba perseguido.
Si bien al momento de realizarse la entrevista Julian continuaba trabajando intensamente a favor de la libertad y la transparencia planetaria, a pesar de hallarse recluido físicamente, el hecho de que le hayan cortado las vías de comunicación pretende evitar que su trabajo continúe de manera digital. Por esta razón, pedimos respetuosamente al actual Gobierno de Ecuador que facilite y garantice el derecho a la libre expresión y comunicación del que todos los seres humanos somos detentores y garantes.
Fichas de las producciones más aclamadas en relación a WikiLeaks