Un asesor de la ONU, A.Diem, reitera en un llamado la necesidad de cautela en el uso de palabras y conceptos. Nos resalta que ellas hieren y construyen realidades.
Es la idea que nos trajo Austin, un gran lingüista americano, con un apellido igual al Ministro de Defensa de Biden, quien pronunció la famosa frase y mandato a Europa “la guerra contra Rusia, puede ser ganada”.
No obstante, no hay que olvidar que a las palabras las antecede la intención y las sigue la acción. Se requiere una justa intención y una acción adecuada al propósito buscado
Esa es una reflexión, en realidad, de Gautama Buda, en sus sabias palabras y recomendaciones a sus seguidores, para seguir un camino justo.
Sin embargo, hoy son budistas quienes persiguen a grupos islámicos en Birmania y son islámicos del Boko Haram, los que asesinan cristianos por miles en Nigeria y que raptan a sus hijas para venderlas como esclavas.
La lista es larga de perseguidores y perseguidos por reales y/o aparentes discrepancias ideológicas. Pero ello no es así, ni tampoco es tan sencillo lo que nos demanda Buda, cuando de lo social se trata y no de lo individual e inmediato
Quien esté libre de pecados, que lance la primera piedra, es la conocida frase. Ya la reiteró Jan Hus, en un momento clave de la historia europea.
Siento mucho tener que reiterar esas “admoniciones”, pues sé que de buenas intenciones está empedrado el infierno. Lo cual es un dicho campesino acá, en este extremo del mundo. No basta una buena intención si no es seguida de sus correlatos.
Si el ser humano no es malo por naturaleza, (al menos no ha nacido malvado) eso quiere decir que lo estamos educando muy mal y poniéndolo ante situaciones que lo superan como individualidad.
Habría que pensar en cómo se forma actualmente la consciencia y cómo se lo educa en cada país, en cada sociedad y cultura y en cada grupo social.
Ponderar así los impactos de las acciones y responder localmente, lo que a nivel también regional y globalmente, logramos apreciar de todo proceso formativo de las consciencias.
En ese estudio tal vez nos sorprenderíamos respecto a lo que se enseña en otras culturas y (¿quién sabe? apreciaríamos más simplemente el valor de aprender y convivir, lo cual no es fácil. Conocer otros usos, costumbres y visiones, no significa necesariamente aceptarlas, sino incorporarlas como comprensión incluso para rechazarlas.
Pocos en Occidente estarían hoy de acuerdo con la instrucción de la Sharía de que: a todo apostata del Islam haya que asesinarlo. Pero es un mandato de esa cultura en tanto ella no realice la separación de religión y política, realizada en Europa a través de cruentas guerras y que permitieron el surgimiento de la modernidad.
Para los que viven en la cultura occidental, no pienso que hoy sea el dispositivo de la democracia lo que está en peligro, ni siquiera los valores que lentamente la humanidad ha construido y muchas veces ella trata de aplicar, sino la incapacidad para ser responsables de las acciones que hacemos o en las que nos involucran.
No es la participación como rebaño la que está en peligro, sino la capacidad crítica, individual, ante un rebaño exacerbado por la crisis y la incapacidad de respuestas del sistema.
Hoy, para no alejarse de la manada, muchos marchan detrás de cualquier bandera, (recuerden la alegría de los que marcharon tras Hamas o esos chilenos del norte que quemaron coches de bebés) sin advertir, ni asumir, que lo que ayer fue blanco tal vez hoy es rosado o verde y que lo verde ya no indica lo vegetal sino un compuesto químico utilizado.
La realidad social, en este inicio de la Crisis Perfecta, ha cambiado y no basta ya nuestro entendimiento para tener un comportamiento autónomo, maduro y comprensivo de las contradicciones históricas.
La comprensión de lo que estamos viviendo, es cada vez menor, pues no se resuelve solo con información ni ideologías. Me recuerdo una frase protesta, que leí casualmente en la muralla de un colegio en Alemania: “mientras más nos enseñan detalles, menos comprendemos el conjunto”. Era una frase dura e insolente en respuesta a una manera de educar.
El muchacho que la escribió denunciaba la falta de contexto de lo que se enseña, la pérdida de esa visión de totalidad que denunciaba Georgy Lukacs a principios del s XX.
Hoy la situación es aún más compleja y difícil para simplemente enterarse por el uso masivo de los fake y medias verdades de todos los sectores en pugna. A lo que hay que agregar los efectos de la IA y la QC en nuestra percepción de la realidad.
Sin embargo, soy optimista, pues creo que todos estos dispositivos no han logrado romper la profunda unidad del género humano, ni su curiosidad, ni la capacidad de aprender, ni su empatía.
De ello, hablaremos otro día.
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Rafael Kries Chileno, economista
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