Una iglesia en crisis  y el legado de Francisco

39

La narrativa informativa que rodea la muerte del Papa Francisco y el inminente cónclave, a partir de hoy -7 de mayo- para elegir a su sucesor está marcada por una manipulación sutil e insidiosa por parte de las corporaciones mediáticas occidentales. Estos conglomerados, en su afán por moldear la opinión pública y alimentar divisiones ideológicas, están retratando a la Iglesia Católica como una entidad fragmentada y en crisis, como si fuera un barco a la deriva.

El cónclave, con la participación de 135 cardenales de 71 países, se vislumbra como uno de los más heterogéneos y polarizados de las últimas décadas. La ausencia de consensos ideológicos es evidente, y los medios conservadores se dedican en describir un enfrentamiento entre tradicionalistas y progresistas. Este espectáculo de fuego cruzado, orquestado en gran medida por intereses ajenos a la fe católica, revela una Iglesia que, en lugar de ser un faro de esperanza y unidad, se presenta como un campo de batalla de intereses políticos y doctrinales.

Entre los candidatos potenciales, figura Raymond Leo Burke, un cardenal estadounidense que desafió abiertamente al Papa Francisco, cuestionando sus enseñanzas y abogando por un regreso a las raíces doctrinales tradicionales. Mientras que, para el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, más allá de haber publicado una foto suya vestido de Papa, es una provocación cuando expresa su preferencia por el cardenal Timothy Michael Dolan, arzobispo de Nueva York, como posible sucesor de Francisco. Esto evidencia la injerencia del gobierno gringo en un tema tan delicado como es la elección del sucesor del Papa Francisco. Por lo tanto, Trump  reitera que los cardenales que participarán en el cónclave del siete de mayo, deben aceptar su sugerencia: Debo decir que hay un cardenal de un lugar llamado Nueva York que es muy bueno. Veremos qué pasa, comentó el mandatario estadounidense.

Dolan, que ya participó en el cónclave de 2013, vuelve a estar presente en la elección del nuevo pontífice, junto con otros cardenales estadounidenses como Raymond Burke y Robert Prevost. Donald Trump, estaría presionando a través del Departamento de Estado, con un comisionado especial que no es Marco Rubio, para llamar a los cardenales conservadores para lograr ese objetivo. Con esto tendría, la administración Trump, una iglesia alineada con la Casa Blanca, especialmente para combatir lo tratado entre el cardenal Pietro Parolin, quien  se reunió en Roma con el vicepresidente de Estados Unidos, James David Vance, para plantearle  la disconformidad del Vaticano con la política migratoria de Donald Trump y el genocidio en Gaza. ¿Será qué el obsesionado dueño del mundo le aplicará aranceles al Vaticano?

La estrategia del ala tradicionalista no sólo busca recuperar el control de la Iglesia, sino también responder a lo que perciben como una desviación peligrosa del camino trazado por sus predecesores, especialmente en el contexto de un papa que se caracterizó por su apertura hacia los más necesitados. Francisco fue un líder que personificó el amor y la compasión; su cercanía a los migrantes y su denuncia de las injusticias sociales fueron constantes. Eso le valió el odio y el desprecio de aquellos que se aferran a una visión totalitaria, estrecha y excluyente del cristianismo. La acusación de «izquierdista» y «progresista» no es más que un intento desesperado de deslegitimar su legado.

Sin embargo, el impacto de Francisco trasciende la política. Su capacidad para conectarse con “los más pequeños”, aquellos que son ignorados y humillados por la sociedad, representa un desafío directo para los poderes establecidos que buscan mantener el statu quo. Su rechazo a la polarización y su llamado a escuchar a todos, incluidos los que protestan contra el sistema, es un mensaje que resuena con fuerza en un mundo dividido. A pesar de las críticas, su legado parece estar cimentado en un terreno fértil, donde las voces marginadas encuentran un eco en la enseñanza católica.

En el ámbito conservador y de irrespeto hacia Jorge Mario Bergoglio, el presidente de Argentina, Javier Milei, el máximo ejemplo del «populismo de derecha» en Suramérica, acusó al líder católico de ser el «representante del maligno en la tierra». Este contexto podría permitir entender en dónde el conservadurismo radical ubica ideológicamente al papa Francisco.

A medida que se acercaba el cónclave, para hoy  siete de mayo, la atención se centra en las dinámicas de poder dentro del Colegio Cardenalicio y la logística de la votación secreta. Los análisis de los posibles candidatos se hacen desde perspectivas que ignoran, en muchos casos, el verdadero espíritu de la Iglesia. La mayoría de los cardenales que emitieron su voto fueron nombrados durante el papado de Francisco, lo que añade una capa de complejidad a las percepciones de que su sucesor necesariamente se alineará con las visiones conservadoras. En primer lugar, es crucial reconocer que este cónclave no es un simple juego de poder, sino un momento decisivo que podría definir el curso de la Iglesia durante generaciones.

La realidad es que el Papa Francisco, dejó huellas imborrables en la vida de millones. Su viaje a la frontera entre Estados Unidos y México, su visita a los campos de refugiados en Grecia son hitos que hablan de un liderazgo comprometido, capaz de convertir la compasión en acción concreta. Es un recordatorio de que la verdadera esencia del cristianismo radica en el amor al prójimo, no en iniciativas políticas que alienan a los que menos tienen.

El legado de Francisco aún está por escribirse, pero su mensaje ha llegado a resonar en aquellos sectores sociales que históricamente han sido relegados. Sin importar quién le suceda, su llamado a aprender a escuchar las voces de protesta es un legado poderoso que necesitará ser confrontado y considerado.

Lo que si queda claro es que el Papa, el nueve de enero de este año, criticó que estamos en una era de noticias falsas  y advirtió que el uso de la inteligencia artificial, que a veces se utiliza, según él, para «manipular conciencias». Además, denunció que estamos en una época marcada «por la desinformación y la polarización», con pocos centros de poder que controlan un número de datos e informaciones sin precedentes en el uso de las redes sociales.

Mientras el cónclave se prepara para decidir el futuro del liderazgo de la Iglesia, los corazones de millones siguen clamando por un pastor que no solo repita dogmas, sino que actúe en nombre de la justicia, la paz y la dignidad humana. El futuro es incierto y el eco de Francisco perdura en cada rincón donde el sufrimiento humano exige ser escuchado.

__________________________

William Gómez García Venezolano, periodista

Las opiniones expresadas en esta sección son de exclusiva responsabilidad del autor/a

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí