11 de abril: 23 años de impunidad y memoria

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Hoy, 11 de abril de 2025, nos encontramos ante una dolorosa conmemoración que rememora la fatalidad de un Golpe de Estado que marcó la historia de Venezuela. Han pasado 23 años desde aquellos días oscuros en 2002 cuando la oposición, encabezada por el sombrío Pedro Carmona Estanga —apodado por muchos como “Pedro el breve” o “el dictador cuarentiochero”— intentó arrasar con el gobierno legítimo de Hugo Chávez Frías.

Es inquietante pensar que, sin un liderazgo firme como el de Nicolás Maduro, presidente de la República Bolivariana de Venezuela  y la figura política de Diosdado Cabello, secretario general del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) un nuevo asalto contra el poder podría haber tenido éxito. Ambos tienen un papel estratégico en recordarnos esa etapa negrísima de nuestra historia republicana.

Germán Sánchez Otero, el exembajador cubano, lo expresa con claridad en su libro *Abril sin Censura*. Allí destapa las implicaciones de los actores que orquestaron el Golpe del 11 y 12 de abril, mostrándonos que esa rebelión no fue sino el preludio de un conflicto civil que aún reverbera en nuestro presente. El mismo Pedro el breve, ahora asilado en la Nueva Granada, recuerda la traición perpetuada contra nuestro Libertador Simón Bolívar.

El 11 de abril de 2002, dijimos un rotundo NO,  a quienes, en complicidad con el imperio norteamericano, intentaron usurpar el poder en apenas 48 horas. Hoy, constatamos cómo esos mismos enlodan nuestras posibilidades de prosperidad. Los protagonistas de aquella época, refugiados en Estados Unidos, Colombia, España, Chile, Argentina, siguen soñando con un futuro donde los intereses gringos se impongan sobre nuestra voluntad nacional.

En esta fecha emblemática, recordamos a aquellos caídos en manos de la violencia desatada por la derecha venezolana, quienes aún esperan justicia en un país donde el tiempo parece haberse detenido. No hay justicia si el Fiscal Karim Khan, es visto como el brazo ejecutor del imperio británico, y menos cuando el pueblo estadounidense también padece las consecuencias de un sistema que alimenta el narcotráfico y la pobreza, mientras sus líderes dictan quién debe gobernar en tierras ajenas.

Marco Rubio, actual Secretario de Estado de Estados Unidos, remedo de Henry Clay, enemigo acérrimo del Padre de la Patria, pero intimo de Francisco de Paula Santander, llamado en esa época por James Monroe, el hermano menor de los Estados Unidos, ha dicho: el bloqueo contra Venezuela continua. Pero pareciera que ese bloqueo lo vive el pueblo norteamericano, con el alto costo de la vida, producto de la guerra económica desatada por Donald Trump, quien se ha convertido en un peligro para la propia seguridad de los Estados Unidos. Allí 70 millones de gringos duermen en la calle, producto del consumo de drogas de alto rango, como la cocaína y el fentanilo, que lo califica, como dicen ellos, en el primer mundo en todo.

Los mismos actores que hace 23 años orquestaron el Golpe de Estado siguen pidiendo más sanciones, más sufrimiento para nuestra gente. La Usaid ha derrochado millones tratando de derrocar a Nicolás Maduro, mientras figuras como María Corina Machado y Juan Guaidó, junto a una serie de nombres que son un verdadero desfile de la vergüenza nacional, continúan solicitando intervención extranjera. Estos individuos, corruptos hasta la médula, están dispuestos a sacrificar a su patria por un puñado de dólares.

Así, a 23 años de aquel fatídico 11 de abril, queda claro que el camino hacia la justicia y la verdad es un sendero áspero y lleno de obstáculos. La Ultraderecha venezolana, con el apoyo inquebrantable del Imperio norteamericano, continúa intentando desestabilizar un gobierno legítimamente electo. Las maniobras de personas como Edmundo González Urrutia, quien todavía se autoproclama presidente, son un triste recordatorio de lo absurdo y peligroso que puede llegar a ser el juego político.

Honor y gloria a aquellos valientes que frenaron la locura de 2002. La historia nos recuerda que no debemos permitir que se repita. La lección del pasado debe servirnos como un faro que ilumine nuestro futuro. El eco de ese 11 de abril resuena hoy más que nunca, y la lucha por la justicia y la verdad sigue siendo un mandato irrenunciable para todos nosotros. No permitamos que el viento del olvido pase por encima de nuestras memorias. ¡Viva la patria libre y soberana!

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William Gómez García Venezolano, periodista

Las opiniones expresadas en esta sección son de exclusiva responsabilidad del autor/a

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