La traición de María Corina Machado y su alianza con el imperialismo

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El 19 de noviembre de 2020, el autoproclamado presidente interino de Venezuela, Juan Guaidó, junto a figuras como María Corina Machado, Leopoldo López y Julio Borges, proyectaron su apoyo al nuevo liderazgo estadounidense tras la victoria electoral de Joe Biden y Kamala Harris. Esta acción, que debe ser entendida en un contexto más amplio, parece ignorar olímpicamente el reconocimiento previo que recibieron de Donald Trump, quien presentó a Guaidó en el Congreso de los Estados Unidos como presidente de Venezuela. Lo más grotesco de este espectáculo es que estos líderes no solo buscan una conexión con el poder extranjero, sino que abiertamente intentan negociar la soberanía y la independencia de Venezuela, como si se tratara de un juego de fichas.

La actitud de Machado, es particularmente despreciable. Su celebración por la decisión del Gobierno de Estados Unidos  de revocar la licencia a Chevron para operar en Venezuela no es más que una prueba de su falta de compromiso con los intereses del pueblo venezolano. Esta política beligerante, impulsada por la figura de Marco Rubio, Secretario de Estado del gobierno gringo, refleja una perversidad que no tiene límite. Mientras la nación sufre las consecuencias de estas decisiones, la supuesta «oposición» se regocija en la adversidad de su propio pueblo, evidenciando así una cobardía que resulta inaceptable.

María Corina Machado se asemeja a personajes históricos que traicionaron a su patria. Su comparación con Rosa Margarita Pérez y Soledad Rodríguez, dos mujeres que en 1809 denunciaron a patriotas bajo calumnia, no es meramente retórica. Machado parece dispuesta a sacrificar la integridad de su país para satisfacer sus ambiciones personales y políticas. En una entrevista con Donald Trump Jr., afirmó que Venezuela se ha convertido en un centro de operaciones para grupos terroristas y narcotraficantes, propagando una imagen distorsionada y negativa del país. Calificó al chavismo de «régimen criminal», ignorando que esta narrativa no solo busca deslegitimar al gobierno actual, sino que también alimenta la necesidad de intervención extranjera en los asuntos internos venezolanos.

No podemos olvidar la declaración de Julio Borges en octubre de 2019, cuando describió la migración venezolana como un «grave problema social». En un giro irónico, Machado ahora, también, arremete contra la migración y sostiene que Maduro utiliza la crisis como arma para desestabilizar a los países vecinos. Sin embargo, ignora que esta migración es resultado directo de las políticas económicas y sociales impuestas por la élite opositora, apoyadas por el imperialismo estadounidense.

La falacia en el razonamiento de Machado es innegable. Su apoyo a las políticas de Trump, que incluyen la revocación de licencias a empresas como Chevron, es presentado como una «gran victoria». Este tipo de declaración, que enaltece sanciones que perjudican directamente a la población venezolana, no es más que una manifestación clara de su traición a la patria. Su insistencia en que la intervención militar en Venezuela es un «deber» moral, no solo es irresponsable sino un ataque directo a la soberanía nacional.

Machado se presenta como la salvadora de Venezuela, asegurando que una vez que el chavismo caiga, todo lo demás se resolverá. A través de esta retórica mesiánica, pretende ignorar la complejidad del tejido social y político que caracteriza a nuestro país. Su discurso, que coloca a Venezuela como una amenaza para la seguridad de Estados Unidos, es un insulto a la inteligencia de los venezolanos. No solo intentan difamar a la nación, sino que también buscan enajenar a su pueblo, presentándose como enemigo del norte.

Invocando la doctrina Monroe, Machado parece olvidar que Venezuela es un país soberano y su independencia debe ser resguardada. La idea de que somos «el patio trasero» del imperio es un concepto retrógrado que no debe tener cabida en la agenda política actual. Para recuperar nuestra dignidad, es imprescindible que se actúe en contra de las acciones traidoras de María Corina Machado, llevando a cabo un juicio popular que considere su evidente apatridia, lo que puede conllevar a la pérdida de su nacionalidad.

La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela establece claramente en su Artículo 1 que el país es irrevocablemente libre e independiente. Esto se refuerza en el Artículo 5, donde se menciona que la soberanía reside en el pueblo. Es incuestionable que las acciones de Machado, que flirtean con el intervencionismo, constituyen no solo una traición a la patria, sino un desprecio por los valores fundamentales que sustentan nuestra nación.

La  participación de María Corina Machado en el entramado político internacional, como mensajera de las políticas de Donald Trump, revela un desdén profundo hacia los intereses de Venezuela. Nuestro país merece líderes que realmente se preocupen por su gente y su futuro. La traición de María Corina Machado debe ser juzgada y condenada, no solo por el pueblo, sino también por los mecanismos legales que se rigen por la Constitución. Nadie está por encima de los intereses de la patria. La lucha por la independencia y la soberanía de Venezuela no es solo una cuestión de resistencia, es un deber moral que cada venezolano tiene que asumir en este contexto de agresión y traición.

Que caiga la máscara de aquellos que se disfrazan de demócratas, mientras conspiran en la oscuridad para sacrificar la libertad de su pueblo en favor del imperialismo norteamericano. Su ansia por poder, en detrimento del bienestar nacional, la hace merecedora de un juicio crítico. Es tiempo de que los venezolanos nos unamos para defender nuestra soberanía, nuestros derechos y nuestro futuro. Nadie, ni siquiera figurines como Machado, debería estar por encima de los intereses del pueblo. Al final del día, lo único que queda claro es que sus sueños de un «nuevo orden» son, en realidad, un retorno al colonialismo disfrazado de democracia.

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William Gómez García Venezolano, periodista

Las opiniones expresadas en esta sección son de exclusiva responsabilidad del autor/a

1 COMENTARIO

  1. Definitivamente, la ultraderecha, le ha hecho un daño irreversible a nuestro país Venezuela… ellos solo buscan sus intereses personales y los de unos pocos.
    No incluyen al pueblo, solo lo utilizan como carne de cañon, ya que ellos, ni ninguno de sus hijos van a dar la cara al frente de su lucha por dañar al más desfavorecido,al de a pie,al trabajador, al humilde… para ellos solo somos escorias!! TERMINO CON LO SIGUIENTE
    NO VOLVERAN!!!

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