No se puede entender la Venezuela contemporánea sin recordar el 2 de febrero de 1999, una fecha que marcó un antes y un después. Ese día, hace 26 años, Hugo Chávez Frías asumió la presidencia de una nación que había sido golpeada en su esencia por años de corrupción, desigualdad y represión. Hugo, aquel valiente militar que se alzó contra un sistema que había llevado a su pueblo a la miseria, simbolizaba no solo un cambio en el liderazgo, sino el eco de las luchas de nuestros próceres, Bolívar, Sucre y Zamora.
En 1989, el pueblo venezolano vivió uno de los episodios más sangrientos de su historia reciente, el Caracazo, donde la sangre de cientos de ciudadanos fue derramada bajo el mandato de un gobierno inepto y desalmado, el de Carlos Andrés Pérez. La brutal represión que sufrieron aquellos que salieron a las calles exigiendo sus derechos era la culminación de un modelo económico impuesto por el Fondo Monetario Internacional (FMI), que cercenaba la dignidad del pueblo y lo arrojaba a un abismo de pobreza. Las soledades de los sectores populares fueron ignoradas, y su desesperanza era palpable en cada rincón del país.
El 4 de febrero de 1992, hace 33 años, Hugo Chávez, junto a un grupo de jóvenes militares, decidió que ya era suficiente. Con valor y determinación, se levantó en armas no solo para oponerse a un gobierno traidor, sino para iniciar un proceso de rescate de la soberanía y la dignidad de una nación. En pocos segundos, los medios de comunicación anunciaron al país que algo estaba cambiando, que una chispa de esperanza estaba naciendo. “Por ahora”, fueron sus palabras, una promesa de que la lucha continuaría. Desde ese momento, la Cuarta República quedaba herida de muerte, y el clamor de un nuevo amanecer comenzaba a hacerse sentir.
Esa rebelión fue el grito que resonó en los corazones de millones de venezolanos; fue la semilla que germinó para dar paso a la República Bolivariana de Venezuela. Hugo, siempre serás recordado como el Comandante Eterno de esta revolución que se basa en los cimientos de las aspiraciones de nuestro Libertador. Este grito de libertad que surgió del pueblo y que se trazó en el horizonte de una nueva constitución, se concretó en la Asamblea Constituyente que daría vida a un nuevo país.
Pero la historia no se detuvo ahí. El camino hacia la construcción de una Venezuela más justa y equitativa estuvo lleno de obstáculos, enfrentándose a la injerencia constante de potencias extranjeras que no toleran la autodeterminación de los pueblos. A pesar de las dificultades, la revolución bolivariana continuó su curso, abrazando la idea de que un pueblo unido es invencible. Hoy, en 2025, la esencia de aquella juventud que se alzó el cuatro de febrero sigue viva en las luchas del pueblo venezolano, que continúa resistiendo ante las adversidades y las políticas agresivas del imperialismo.
Las sanciones y el bloqueo impuestos por el Imperio gringo son una muestra de su miedo ante un pueblo que se atreve a soñar con un futuro diferente. Hay que recordar que fue el entonces presidente Barack Obama quien, el 8 de marzo de 2015, declaró a Venezuela como una amenaza inusual y extraordinaria. ¿Amenaza para quién? Para aquellos que pretenden dominar y explotar a naciones soberanas, por supuesto. El ataque sistemático dirigido hacia Venezuela a través de sanciones económicas ha sido un intento desesperado por aplastar nuestras aspiraciones.
Pero aquí estamos, luchando, resistiendo y soñando con un futuro que pertenece a nuestro pueblo. Las políticas de bloqueo han tratado de asfixiar el desarrollo social, económico y financiero de nuestra madre Venezuela, pero la fortaleza de su gente no puede ser quebrantada. Cada día que pasa, los venezolanos demuestran que la dignidad no se vende, que el amor por la patria es más fuerte que cualquier bota extranjera que intente pisotear nuestros derechos.
Hugo, tu legado vive en cada rincón de nuestra nación, en cada niño que sueña con un futuro mejor, en cada madre que lucha por el bienestar de su familia, en cada trabajador que se levanta cada mañana, desafiando las adversidades. La historia es nuestra aliada y nos recuerda que el camino puede ser duro, pero con unidad y resistencia, venceremos. No olvidemos que la lucha por la justicia y la libertad jamás termina. Somos un país en pie, un pueblo que no pide limosnas, sino que exige respeto y dignidad.
Así que hoy, recordamos no solo el 2 de febrero y el 4 de febrero, sino cada día en que hemos elegido luchar. El espíritu de la revolución bolivariana está más presente que nunca, alimentando las esperanzas de una nación que no se rinde y que, con la fuerza de la historia, avanza hacia su propio desarrollo. ¡Viva la resistencia! ¡Viva la Revolución Bolivariana! ¡Viva Venezuela!
__________________________
William Gómez García Venezolano, periodista
Las opiniones expresadas en esta sección son de exclusiva responsabilidad del autor/a